A través de ella, nos exponemos, nos desnudamos y todo comentario crítico sobre nuestra voz nos afectará más profundamente que cualquier reflexión sobre nuestras palabras. La falta de consciencia y de atención a nuestra propia voz nos hace más vulnerables y nos lleva a desarrollar protecciones que nos ponen en conflicto con nosotros mismos.
Buscando mejorar nuestra escucha y esta relación, podemos transformar esta vulnerabilidad en sensibilidad y desarrollar una mayor atención hacia nosotros y hacia los demás.
Escuchamos con todo el cuerpo. El cuerpo se ve afectado en prioridad y sobre todo por el sonido de una voz. Está notablemente menos solicitado en su globalidad por la descodificación del sentido de las palabras. Estando más atento a la parte inteligible del sonido, tenemos tendencia a estar alejados de las sensaciones de nuestro cuerpo.
La voz al desnudo, en tanto que instrumento que se manifiesta independientemente del lenguaje, es nuestro punto de partida. El recién nacido está de entrada en contacto con su potencial vocal y la fuerza de sus gritos no le hacen volverse afónico. El niño en su espontaneidad y su despreocupación está en concordancia con su voz. Cuando llega la palabra , que establece el pasaje de un estado fusional a la toma de consciencia del 'yo', ésta se convierte rápidamente en restricción: es el sonido vestido de sentido, es el intelecto quien toma preferencia sobre el placer oral y lúdico. Cada vez que el lenguaje se refiere a nociones abstractas que nos alejan de la experiencia inmediata del aquí y ahora, menos lugar dejamos a la sensaciones que nos proporciona la voz en nuestro cuerpo. También estamos influenciados por nuestra tendencia de crear una separación artificial entre la voz hablada y la voz cantada: para cantar hay que tener una bella voz de entrada o haberla educado duramente. Es como si el canto solo pudiera concebirse con mayúsculas,como si estuviera reservado a una minoría de iniciados. Esta idealización nos hace poco indulgentes hacia el cantante que duerme en nosotros. Decir que no sabemos cantar, amenudo simplemente pone en evidencia el profundo desacuderdo con nuestra voz.
Empezar creando una situación que nos lleva a una escucha de nuestra voz sin a priori, sin juzgar y sin rechazar lo que se presenta. La mayor parte del tiempo estamos expuestos a una amalgama de sonidos superpuestos que contribuyen a crear un estado de tensión tanto mental como físico. Focalizar nuestra atención, filtrar los sonidos, y resistir a la saturación requiere mucha energía y puede ser un importante factor de estress. Por esto y porque no podemos cerrar nuestros oídos ni impedir a nuesto cuerpo de percibir las vibraciones, poder hacer la experiencia consciente del silencio se convierte en un alivio necesario. Un vaso lleno de agua con barro posado encima de una mesa: en estado de reposo el agua puede recobrar progresivamente su transparencia.
LA NOCIÓN DEL BORDÓN
A partir del silencio, la emisión vocal puede emerger con fluidez a través de una sonorización progresiva de la respiración.
es el sonido que lleva dentro de sí
la calidad de reposo
próximo a la calma del silencio.
Nos permite una escucha de nuestro ritmo respiratorio en una alternancia sonido/expiración y silencio/inspiración. Entrar en relación con éste mismo sonido producido por un instrumento de bordón (por ejemplo: monocordio, tampura, arco musical , cuenco, didgeridoo, etc.) o por una voz, nos hace vivir una experiencia de resonancia muy evocadora: la sensación de estar en concordancia nos permite explorar niveles cada vez mas sutiles de escucha de diversas sonoridades contenidas en una única y misma nota. En este contexto, una persona que, por decirlo de alguna manera 'desafina', con un poco de paciencia y perseverancia podrá darse cuenta de este fenómeno físico de resonancia: ¿En que momento estoy en fusión sonora con el bordón y en que momento esta sensación desaparece ?
Dirigiéndose de esta manera a la búsqueda de una escucha interior el canto de una sola nota puede dar lugar a una experiencia fundadora que, precisamente por esta restricción, puede convertirse en en un camino hacia la profundización de la escucha de uno mismo. De esta manera reunimos nuestra energía para ponerla al servicio de nuestro resentir, ya que mientras emitimos estos sonidos simples podemos tomar consciencia de la capacidad vibratoria de nuestro cuerpo /instrumento. Esto también puede poner en evidencia las tensiones respiratorias y musculares que amenudo son la consecuencia de las barreras mentales que nos creamos.
Según la vocal que estemos cantando, podemos percibir como cambia la resonancia en nuestro cuerpo. Saboreando lentamente el pasaje de una vocal a otra ( por ejemplo emitiendo lentamente la sílaba sagrada de 'OM': (a-o-u-m) sobre una nota tenida de registro medio/grave, es posible percibir sonidos agudos que se desvelan en función de los movimientos en la cavidad bucal.
son los sonidos naturales
que forman parte de la nota:
los armónicos
Desarrollando la escucha y la emisión dirigida de estas vibraciones sutiles, la calidad de resonancia en el cuerpo puede ser reforzada. En el estado de fusión sonora con otra persona o en un grupo cantando juntos de esta manera un fenómeno paradójico puede manifestarse: La escucha exterior de la propia voz se pierde ('no nos oímos' en el sentido de que no podemos disociar nuestra voz del sonido conjunto de todas las voces) . En cambio simultaneamente podemos sentir una "escucha vibratoria" en la que cuerpo, sonido, y respiración forman un todo interdependiente y en la que incluso la separación 'voz/escucha' puede disolverse. En contraste con este fenómeno de fusión (con=fusión) y quedándonos en el trabajo sobre el bordón, puede ser interesante introducir sonidos con los cuales tenemos una relación personal e íntima: el sonido discernible de nuestro nombre. Oír y emitir nuestro nombre cantándolo de esta manera puede anunciar una reconciliación consigo mismo a través de la voz y gracias a ella.
Existe una manera de proyectarnos lejos de nosotros mismos en le tentativa de satisfacer un ideal de voz. También tenemos la posibilidad de volver a la voz encarnada en una actitud de aceptación y reconocimiento de nosotros mismos.
Articulo de Thomas Clements extraído de la revista europea de Somatoterapia "Somato" Estrasburgo , Octubre 1998
Traduccion : Alicia Ortuño
No hay comentarios:
Publicar un comentario