No es fácil establecer el marco en el que insertar la figura de Jiddu Krishnamurti, ¿filósofo?, ¿pensador?, ¿maestro espiritual?, o todo ello y como consecuencia un auténtico revolucionario de la mente humana.
Sin embargo, su pensamiento, divulgado en miles de charlas dadas por todo el mundo y en decenas de libros traducidos a numerosas lenguas, rechaza de plano la formulación de una doctrina y, por tanto, de una escuela.
Krishnamurti es el maestro que no quiere reconocerse como tal, pues como él mismo afirmó innumerables veces, ese concepto de magisterio implica de alguna manera el seguimiento, la obediencia por parte del que se considera discipulo; y todo ello renunciaría a la coartación de la libertad. Un mal al que se opone ardientemente
” No crean en mis palabras porque yo las diga… investiguen todo lo que afirmo, compruébenlo por ustedes mismos.” Una buena muestra de amplitud de criterio y de humildad.
“No es saludable estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma” (“It is no measure of health to be well adjusted to a profoundly sick society”) J. Krishnamurti
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