Mayo 30, 2014
Hay un dato central que define la posición estratégica de Rusia en relación a la guerra fría con EEUU y las potencias occidentales: Rusia es uno de los mayores productores de petróleo y gas del mundo y Europa depende de la provisión de energía rusa.
Rusia posee una red de 50.000 kilómetros de oleoductos (Transneft) y gasoductos (Gazprom) de titularidad pública. La mayor parte va a Europa, que tiene una dependencia del petróleo y del gas ruso que la Agencia Internacional de la Energía (AIE) sitúa en un 60% y podría llegar hasta el 80% en 2035. Entre sus mayores clientes están Alemania (un 40% del gas y petróleo que consumen los germanos, sus industrias y centrales térmicas llega de Siberia) y China . Sin olvidar los Estados vecinos a la Federación Rusa, algunos de los cuales formaron parte de la URSS (Georgia, Bielorrusia, las repúblicas bálticas o Ucrania) o del ex bloque soviético (Polonia, Bulgaria, Moldavia, República Checa, Eslovenia), con una asfixiante dependencia de su gas entre el 70% y el 100%. Alemania paga a Rusia una factura anual de 40.000 millones de euros por esa energía (que en gran parte circula por tuberías que cruzan el conflictivo territorio ucranio) y es su principal socio comercial.