Jaime Garzón, Humorista Colombiano vilmente asesinado por las AUC de Colombia |
Así que ambos candidatos a la Presidencia son URIBISTAS, SON HARINA DEL MISMO COSTAL, con la variante actual que al señor SANTOS, salvo casos individuales y excepcionales como el del respetable Senador Jorge Enrique Robledo, se le han unido impúdicamente todas las corrientes izquierdistas del país... (Todo sea por la jugosa MERMELADA)...
PROCESO DE PAZ: UN CHANTAJE IGNOMINIOSO (Extracto del libro: "EL PLAN MAESTRO")
2.1 CHANTAJE IGNOMINIOSO
sábado, 7 de diciembre de 2013
Cuando escuché por primera vez que la guerrilla negociaría “sin límite de tiempo” decidí que era más que hora de escribir este libro. Una vez que la decisión había sido tomada resolví también mirar un poco más de cerca los pros y los contras de las negociaciones y lamento decir que mi lista en relación con los primeros yace aún vacía. Los aspectos perjudiciales son tantos y de tal gravedad que más allá de la posibilidad de éxito del Plan Maestro es prácticamente imposible describir la enormidad del barranco y del absurdo hacia el cual nos está arrastrando a todos el Gobierno colombiano. Como dicen los Masai, orgullosa tribu de la sabana de África Central: “Nos están metiendo en la boca de león”.
Pero permítanme comenzar con el aspecto más ignominioso de todo el asunto. Me refiero al chantaje moral a través del cual Santos y su Gobierno han logrado dividir al país entre los que, según el mandatario, quieren y los que no quieren la paz. De esa manera cualquier crítica o comentario negativo acerca de “su” brumosa propuesta convierte a los que no están de acuerdo con el actual proceso de paz en “enemigos de la paz”. El mandatario ha llegado al punto de tildar a los que se oponen a su propuesta de “pobres”, un verdadero insulto a la democracia y a la libre opinión. Seamos claros: anhelar la paz no equivale de manera alguna a estar de acuerdo con el desacertado Proceso de Paz que se lleva a cabo en La Habana.
Mille viae ducunt homines per saecula Romam o “Todos los caminos llevan a Roma”. Aquellos que se han tomado el trabajo de verificar si esta famosa expresión coincide con la realidad de la época del Imperio Romano han llegado a la conclusión de que algunos de los caminos no cumplían con lo expuesto por el aforismo, constatando que estos no se dirigían a Roma sino a Aquilea, otra de las grandes ciudades del Imperio. El problema es que el infeliz que por acaso se equivocó de camino terminó en las manos de Atila el Bárbaro que arrasó con todo lo que encontró en la antigua urbe romana.
De la misma manera, para alcanzar la paz hay muchos caminos. Entre estos hay largos senderos pedregosos llenos de fango por los cuales es a veces inevitable pasar para poder sorprender a los romanos. Hay también otros más cortos vigilados de cerca por los centuriones y por ende inadecuados para un eventual ataque. Finalmente están los caminos equivocados que garantizan la derrota como los que conducen a Aquilea.
Ante tanta evidencia me temo verme en la obligación de inscribir al actual Proceso de Paz del Gobierno Santos en la tercera categoría. No hay la menor duda de que la abrumadora mayoría de colombianos anhela la paz. Ahora bien, tildar de guerreristas, derechistas o enemigos de la paz a los que están en desacuerdo con el camino escogido es inadmisible, irrespetuoso e impropio.
A los que están pensando que me refiero solo a Álvaro Uribe Vélez, se equivocan. Me refiero también a decenas de miles de colombianos que no están necesariamente de acuerdo con muchas de las posiciones del expresidente pero que tampoco creen que el actual Proceso de Paz constituya el camino adecuado para lograrla. Estos incluyen miembros de partidos de izquierda, organismos como la Cruz Roja Internacional y organizaciones anti-uribistas como Human Rights Watch. Otros más apoyan el proceso pero rechazan varias de las concesiones y abdicaciones que éste implica.
Tanteando a mi manera la opinión de algunos colombianos con respecto al proceso de Paz sostuve varias conversaciones con conductores de taxi, tenderos, meseros, lustradores de zapatos y otros colombianos que observan inertes lo que se decide en nombre de ellos en Cuba. Entre variadísimos comentarios y puntos de vista no faltó el que cuestionaba el que algunos se opusieran a los diálogos de paz porque la paz no era de su conveniencia. Mientras que no se puede negar que en toda guerra y en todo proceso de paz existen fuerzas ocultas, como la de los mercaderes de armas, que se benefician de la guerra, nada justifica el que el chantaje moral impuesto sobre la población colombiana nos considere a todos los que nos oponemos a esta desgracia como mercaderes de guerra. “La Paz” sí, pero por el camino indicado.
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