La dinastía aristocrática de Santos humilla a la izquierda
Esa izquierda daba la impresión de ser madura e inteligente cuando se escuchaba al senador Robledo, vacía y grosera cuando se oía a Iván Cepeda, mesurada cuando hablaba Clara López, confusa cuando discurseaba Navarro, oligarca y cínica cuando aparecían Iván Márquez y Santrich, inculta y marrullera cuando siseaba Piedad Córdoba, y sangrienta cuando se mostraban Timochenko y Pablo Catatumbo; pero todos estaban unidos en el convencimiento de que su misión en el país del cuento, era oponerse al régimen oficial de la aristocracia.
Jamás les hubiera pasado por la cabeza que un día deberían arriar sus banderas ideológicas para conveniencia de su peor antagonista, Juan Manuel Santos, el último de la saga dinástica que gobierna al país desde hace 200 años, cuya astucia finalmente los arrolló, porque previendo sus urnas medio vacías, les ofreció una alianza insólita y sin precedentes, en la cual las FARC aparecen como salvadoras de Colombia y obviamente de su reelección, y los puso a comer de su mano.
La democracia representativa y constitucional del país, es en verdad una democracia aristocrática y hereditaria, que pertenece a los nietos, primos, hijos, aliados y parientes de las Ibáñez de Ocaña, quienes han hecho elegir, década tras década en las dos últimas centurias, no menos de 30 presidentes y un centenar de congresistas, amén de ministros y embajadores del Estado, que ahora se unen en torno al primo J.M. Santos.
La historia de la familia comenzó el 23 de diciembre de 1812 en Barrancas, cerca de Cartagena, cuando el coronel Bolívar, de 29 años, recién expulsado de Venezuela, declara con 70 hombres la guerra a muerte a los españoles y baja por el Río Magdalena hasta Ocaña donde obtiene su primer recibimiento de guerrero y su primera corona de laurel de manos de la hermosa Nicolasa Ibáñez, quien preparaba matrimonio con el realista Antonio José Caro, puesto preso por Bolívar. El Libertador se enamora de ella y un mes después, antes de partir, libera a Caro para que puedan desposarse y de allí en adelante viene el rosario de presidentes de la familia.
Su hijo José Eusebio funda el partido conservador y es padre del presidente Miguel Antonio Caro; Su hija Margarita, casa con el presidente Carlos Holguín Mallarino, cuya hija a su vez casa con Roberto Urdaneta, presidente en 1951, Su bisnieto Rafael Pardo, candidato presidencial en 2010, renuncia al Ministerio de Trabajo para apoyar la reelección de su primo J. M. Santos.
La hermana de Nicolasa, Bernardina, tiene una hija de Miguel Saturnino Uribe Santos, ascendiente de los presidentes Eduardo y Juan Manuel Santos. Dicha hija, Carmen Uribe, casa con Karl Michelsen y de allí vienen los presidentes Alfonso López Pumarejo, Alfonso López Michelsen y su bisnieta Clara López Obregón, candidata a la presidencia en 2010 y 2014, quien desde el Polo anunció su respaldo al primo J. M. Santos.
Dos hijas de Miguel Saturnino Uribe, hermanas medias de Carmen Ibáñez: Eloísa y Francisca Uribe, casaron con Manuel Samper Agudelo, tío abuelo del presidente Ernesto Samper Pizano, quien también iza banderas en favor del primo J.M. Santos
La familia se distribuyó convenientemente en el conservatismo con Miguel Santamaría Dávila, Diego Pardo Koppel y muchos más; en el liberalismo con María Mercedes Cuellar, precandidata presidencial en 1998, con la canciller María Ángela Holguín y muchos más; en la izquierda con Clara López, y más a la izquierda con Jaime Bateman, fundador del M19, grupo que estratégicamente cogobierna el país. Y en los medios los Santos, Pablo Laserna Philips, Daniel Samper Ospina y Antonio Caballero Holguín. Desde todos los flancos partidistas y de comunicación fortalecen al primo J.M. Santos
Maquiavelo es un pinche idealista ante el presidente, que maneja mejor que las FARC el principio leninista de la combinación de todas las formas de lucha para obtener y conservar el poder. Les reconoce el conflicto armado y así no serán terroristas sino grupo beligerante, y les promete todo lo que quieran, incluso aceptar que el estado es el culpable de toda su violencia, les empeñará el país, les girará el cheque en blanco de la democracia. Si es reelegido ya no le servirán, les quitará el hotel cinco estrellas, el yate, los habanos y el ron y los devolverá al monte. Les pagará con la misma moneda con que pagó a Uribe, que en el 2010 fue quien lo eligió, como espera que en el 2014 lo reelija la guerrilla.
Sin embargo, y a pesar de Darío Arismendi, Vicky Dávila, Rodrigo Pardo y los grandes medios que hacen gárgaras de alabanza, a pesar de la publicidad oficial y a pesar de la mermelada en regalías de cifras millonarias, la última encuesta revela ventaja de Zuluaga sobre Santos, y es obvio, porque ofendió a las víctimas de las FARC, a los padres de familia cuyos hijos defienden la patria, a los militares, a los campesinos violentados, a los amigos de la paz de verdad, a la gente honesta y a la gente leal que repudia a los Judas. Siempre se ha dicho que son más los buenos que los malos, lo que pasa es que los malos hacen mucha bulla.
La izquierda queda mal con ella misma, vendiendo sus argumentos a la aristocracia. Ahí está Petro, que canjeó puesto por votos, y dejó de ser alcalde un día sí y otro no, a cambio de pedir apoyo para Santos, pero su gente lo derrotó en su propia plaza. No lo seguían por bonito, sino por el ideario que pidió traicionar. Ahí está Clara López, admirada y votada por casi dos millones de personas que hoy están confundidas al oírla respaldar al primo, a su casta, al enemigo.
Quedan en solitario izquierdistas, como el senador Robledo, que mantiene la coherencia entre su pensar y su accionar, y lo expresa en el siguiente comunicado:
“Ayer 4 de junio la doctora Clara López Anunció que apoyaría la reelección de Juan Manuel Santos, aunque respeto su opinión, no la comparto. Durante los cuatro años de gobierno de J. M. Santos he visto un deterioro escandaloso en el sistema de salud, en el sistema educativo y en general en todos los problemas que aquejan a Colombia; ningún partido de la Unidad Nacional, ni mucho menos J. M. Santos, representan los ideales del Polo Democrático Alternativo; por eso yo invito a que el próximo 15 de junio no salgan a votar por Juan Manuel Santos; nuestra lealtad es hacia el pueblo colombiano y no hacia ningún candidato presidencial.”
Santos es el nuevo ídolo de anarquistas, izquierdistas, socialistas, petristas, conservadores burócratas, mamertos y polistas que hace un mes lo detestaban y que hoy humillan sus banderas para hacerle campaña
@mariojpachecog
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