EN EL TLC, ESTADOS UNIDOS VA TRAS LA BIODIVERSIDAD
Estados Unidos busca romper las barreras legales que en Colombia le impiden patentar animales y plantas y, en general, cualquier ser vivo diferente a un microorganismo.
«Cada parte (cada país que firme el TLC) deberá permitir las patentes para las siguientes invenciones: a) plantas y animales, y b) procedimientos diagnósticos, terapéuticos y quirúrgicos para el tratamiento de humanos y animales».
La "negociación" del TLC continúa. La reunión de Atlanta (segunda ronda de negociaciones del TLC Andino con los Estados Unidos) va dejando claro lo que nos deparará el futuro próximo. La primera ronda estuvo rodeada de manifestaciones populares de protesta y de una creciente y visible inconformidad de la opinión pública. Los primeros pasos de las conversaciones han puesto de relieve que la confidencialidad y el secreto se constituyen en malos presagios para el futuro nacional como consecuencia de este tratado.
El gobierno ha declarado que las conversaciones serán confidenciales, es decir que no se informará a la opinión pública sobre su contenido, ni sobre las posiciones de Estados Unidos, ni las del equipo colombiano. El ministro Botero declaró que se conocerá la selección que jugará pero no lo que defenderá ni cómo lo defenderán. Se instaló un "cuarto de lectura" en el Ministerio de Comercio, en el cual algunas personas podrán consultar en pantalla -por tiempo limitado- algunos documentos, siempre y cuando se comprometan a no divulgar su contenido ni siquiera entre los sectores que representan. Si se suministra alguna información a alguien se limitará, en el mejor de los casos, al estado de la negociación en su respectivo sector, pues nadie tendría intereses legítimos para conocer el contenido integral del proceso. De esta forma lo sustancial de lo "negociado" se mantendrá en secreto hasta que se divulguen los resultados finales en la última ronda.
El 18 de mayo, durante la pasada ronda, los participantes en el "cuarto de al lado" se entretuvieron jugando maquinitas y divagando sobre qué asuntos podrían tratar para matar el tiempo.
De esta forma ha quedado desvirtuada toda la fraseología sobre la participación de la sociedad civil, de las regiones y del Parlamento. La relación de los negociadores con la población se limitará a lo que ha sido hasta el momento: la defensa por parte del gobierno, sin mayores estudios previos, de la conveniencia de la firma del tratado basada en una fe ciega en las bondades del libre comercio.
Como el resultado de los otros tratados suscritos por Estados Unidos ha sido calamitoso para países como México, el gobierno ha salido a replicar a los contradictores que para aprovechar el libre comercio se requiere una "agenda interna" complementaria, procediendo a nombrar -hace unos días- a un ilustre desconocido al frente de dicha "agenda". Esta no se contempló en el Plan de Desarrollo y el gobierno la está improvisando a la carrera, a pesar que -según la propaganda oficial- constituye la garantía de que el tratado beneficiará al país.
La inconformidad cunde entre los empresarios, los arroceros protestan, los algodoneros presagian una debacle, los palmeros desconfían, los productores de medicamentos y agroquímicos genéricos levantan la voz al filtrarse el borrador de la propuesta norteamericana en el tema de propiedad intelectual que aspira a "quedarse con todo". La población mira con desconfianza el tratado.
En la ronda de Atlanta se comenzarán a plasmar acuerdos sobre la arquitectura general del tratado, en la cual todos están identificados y que representa una estructura normativa lesiva para los intereses nacionales como lo demostraron los tratados con Chile y Centroamérica. El regateo sobre los detalles se dejará para el final.
Esta situación de falta de transparencia y la decisión de mantener el secreto, revelan la magnitud del atentado que se va a cometer y exigen la intervención de los organismos de control del Estado, la Procuraduría y la Contraloría, y el efectivo control del Parlamento.
Reclamamos que se divulgue el contenido del borrador norteamericano, de las posiciones del equipo negociador colombiano y se suprima la confidencialidad.
Trasnacionales buscan afianzar el monopolio mediante normas legales
Con base en la intervención del Senador Jorge Enrique Robledo en la Comisión Quinta del Senado
En materia de propiedad intelectual, el TLC también es un caballo de Troya. Valiéndose de presiones legales, beneficios económicos a pequeños sectores industriales del país y otras artimañas tipicas de los mercaderes, las empresas multinacionales ahondan su control y su monopolio.
No contentos con las ventajas que le garantiza la OMC, los Estados Unidos prosigue su cruzada. En el año 2003 logró concesiones de fondo del gobierno colombiano , una de ellas, el decreto 502 , mediante el cual le otorgó protección por cinco años a los datos de prueba, en beneficio de las empresas de capital extranjero, norma impugnada por Asinfar, la agremiación que reúne a los laboratorios nacionales. "En este litigio, la Cámara de la Industria para la Producción de Cultivos de la Andi, supuestamente el gran vocero del interés colombiano, no respaldó la posición de Asinfar, sino la de Afidro, que agrupa a las trasnacionales foráneas. Hechos como este son los que me permiten aseverar que nada bueno puede salir de la negociación de Cartagena".
Con la firma de un TLC, aspiran a más. Pretenden que el gobierno colombiano les aumente las gabelas a las trasnacionales norteamericanas en cuanto a plazos y registro de las patentes. Pretensión aún con más posibilidades de lograrse, si tenemos en cuenta que la inversión pública en ciencia y tecnología va cuesta a bajo: en el año 2003 solo representó el 0,23% del PIB. La inversión respectiva del Ministerio de Agricultura-incluidos Corpoica, ICA, Incora, INAT, DRI, INPA e Incoder-bajó de 101.190 millones de pesos en 2000 a poco más de 74 mil millones de pesos. Corpoica redujo la planta de investigadores de 516 en 1994 a 309 en 2004. El número de investigadores Ph.D bajó de 75 en 1994 a 29 en 2004. En inversión en actividades investigativas con respecto al PIB agropecuario entre 1976 y 1996, Colombia está incluso por debajo de países como Panamá.
No hay que olvidar que en la actualidad solo seis gigantescas corporaciones controlan el 70% del mercado mundial de plaguicidas y fármacos. Son ellas la DuPont de Estados Unidos, la Bayer de Alemania, la Monsanto de Estados Unidos, la Sygenta de Suiza, la Dow de Estados Unidos y la Basf de Alemania. Al ir venciéndose los términos para nuevas patentes, disminuyendo el margen de ganancia y aumentando en forma exorbitante los costos en investigación, las grandes compañías están buscando consolidar el monopolio por la vía de las normas legales. Cobra ahora mayor importancia el abogado que el químico, el inciso, que el desarrollo de la ciencia, como se viene poniendo en evidencia en las negociaciones que acaban de iniciarse en Cartagena.
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