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La Leyenda de la Coca (La Profecía)
Los sabios hombres
que miran más allá del resto de su pueblo
cuando llegan los malos tiempos,
el invierno,
son recogidos por Dios
como semillas buenas
para sembrar en ellos.
Y a través de ellos en los hombres,
los alimentos que corresponden
a la nueva era a vivirse.
Alimentos para el cuerpo y para el espíritu.
Pues el espíritu se nutre
de conocimiento, de conciencia.
Así cuando el conquistador del norte
envuelto en sus hierros,
vino a conquistar un ser,
un pueblo nacido en el Ande,
en las montañas
templos naturales a Dios,
un escogido entre los sacerdotes
en un atardecer rojo sangre
escuchó la voz interna de EL
que habla así:
Amo mucho a mi hijo, a tu pueblo
porque obedeció mi mandato
y se mantuvo puro.
También por eso lo doté
de mucha sabiduría;
pero ahora el resto
de mi rebaño allende tu mundo
ha llegado.
No solo en cuerpo,
también en espíritu.
Por eso tus hermanos
están peleando entre ellos.
Los buscadores de oro ya están aquí
para oprimir el corazón
y clavar sus espinos de hierro en la carne.
Pero no debes olvidar que el dolor
es el receptáculo de la felicidad,
ella penetra en el corazón
por el camino que ha abierto el dolor.
Los tiempos que tocan vivir son esos.
Cavarás en el corazón de la tierra tu camino
como el gusano hace para sacar el oro y la plata
(dioses de barro que ha construido el hombre).
Pero en el fondo de esa búsqueda hallarás
las tinieblas y te perderás en ellas
y eso te hará ansiar la luz que quedo atrás.
Así mientras más desciendan
más ansias tendrán de subir
y podrán llegar a mi.
La pureza de tu corazón me ha conmovido
y por eso, para luchar contra la tiniebla
que yace en el fondo de la Pachamama
para soportar el frío, el hambre
y la tristeza de los corazones
separados de tu padre,
te daré un regalo para tus hermanos.
Sube a aquel alto cerro
donde encontrarás una pequeña planta,
pero de mucha fuerza.
Guarden con amor sus hojas
y cuando sientan dolor en su corazón,
hambre en su carne
y oscuridad en su mente…
llévenlas a su boca
y con dulzura extraigan su espíritu
que es parte del mío.
Obtendrán amor para su dolor
alimento para su cuerpo
y luz para su mente.
Y aún más…
observa el baile de esas hojas
con el viento y obtendrás respuestas
para tus preguntas.
Pero si tu verdugo llegado del norte,
el conquistador blanco,
el buscador de oro la tocara,
sólo encontrará en ella
veneno para su cuerpo
y locura para su mente.
Porque su corazón está tan endurecido
como su espada y su vestido de hierro.
Y cuando la COCA,
que es así como la llamarás,
intente ablandarlo,
sólo logrará romperlo
como los cristales de hielo
formados de las blandas nubes
que destruyen las rocas
y demuelen las montañas.
Antonio Díaz Villamíl
(Libre adaptación de Jorge Hurtado)
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