lunes, 10 de marzo de 2014

RUSIA EN AMÉRICA LATINA: Un Aliado Peligroso


Vladimir Putin y Nicolás Msduro reafirman su alianza
estratégica, tras el fallecimiento de Hugo Chávez
Fuente: La Patilla
Rusia en América Latina: Un aliado peligroso
¡Abajo el imperialismo yankee! ¡Viva el imperialismo ruso!

Javier Garay | marzo 7, 2014 a las 08:35
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Entre la inestabilidad del régimen venezolano y la degradación de la situación en Ucrania, una noticia pasó desapercibida: Rusia estaría negociando acuerdos con Venezuela, Nicaragua y Cuba para instalar bases militares en sus territorios.

Del lado latinoamericano, este hecho demuestra la inconsistencia de los principios que defienden algunos de sus gobiernos. En 2010, la decisión de Colombia de negociar un acuerdo militar con los Estados Unidos generó una grave crisis diplomática, a pesar de que la decisión solo hubiera permitido la presencia de estadounidenses en algunas bases militares colombianas. En ese caso, no se contemplaba que Estados Unidos creara nuevas bases ni manejara las ya existentes; a diferencia del acuerdo con Rusia, que sí incluiría estos aspectos.

Podría argumentarse que las circunstancias han cambiado; pero esto se pone en duda al recordar que hace tan solo unas semanas, en la intrascendente cumbre de la CELAC, los gobiernos declararon la región como zona de paz, algo que se contradiría de aceptar este acuerdo.

Lo que este hecho demuestra es que estos países no rechazan, por definición, la hegemonía o el imperialismo; sino que lo aceptan, dependiendo de dónde venga o de quién lo ejerza. Esta inconsistencia, a su vez, refleja la ideología en la que se basan estos gobiernos. En teoría, defienden un orden internacional multilateral, en el que los más débiles deben tener voz; pero en realidad, promueven uno basado en la guerra y el conflicto.

Por ello, aceptan y promueven el liderazgo de actores que no son deseables y tampoco posibles. Esto es evidente en el caso de Rusia. Un liderazgo de este país no es deseable desde ningún punto de vista, donde las restricciones a las libertades de sus ciudadanos se complementan con una pobre libertad económica. La lógica del ejercicio del poder en el país lleva a que, en su accionar internacional, prime la búsqueda de sus intereses nacionales (territoriales y de recursos) a través de la fuerza, una expresión no muy diferente a la del imperialismo en el que creen sus líderes de turno. En consecuencia, éste es un país que no tiene intención de subordinarse a unas reglas de juego comunes que permitan mantener la paz en el ámbito internacional.

Sin embargo, el liderazgo ruso en la región tampoco es posible. Algunos expertos consideran que Rusia tiene un futuro promisorio. Puede ser. No obstante, son tantas las condiciones que esos mismos expertos identifican como necesarias para que ésto suceda, que las posibilidades de desarrollo resultan siendo iguales a las de cualquier otro país del mundo que esté haciendo algunas cosas “bien”.

No obstante, estos expertos se basan, como es costumbre, en algunos agregados macroeconómicos y parten de la base de que los problemas del pasado fueron culpa de Occidente — es decir, Estados Unidos. Por ello, minimizan el hecho que la rusa sea una economía basada en recursos naturales, con altos niveles de corrupción y que estos fenómenos se deban, a su vez, a la falta de un contexto institucional que favorezca el florecimiento de un fuerte sector privado. No comprenden que, precisamente, el desarrollo no se genera porque otros ayuden o porque haya potencialidades en diferentes sectores, como el tecnológico; sino que esto es resultado de la existencia de un ambiente caracterizado por la libertad en todas sus dimensiones. Algo en lo que las autoridades rusas no creen.

Pero, además, porque el poder de Rusia en el ámbito internacional se basa en su capacidad militar. Si bien es cierto que éste le permitiría un fortalecimiento en el corto plazo, para ser el líder de un orden internacional requiere una base económica fuerte y de un atractivo en otros ámbitos — como el cultural o el político. Como demostró Ludwig Von Mises, para el ámbito doméstico, no se puede gobernar por siempre a través del uso de la fuerza. En algún punto también se requiere del apoyo de las mayorías o de unas minorías que le permitan mantenerse en el poder. Aunque no exista algo como un gobierno mundial, la verdad es que los líderes en este ámbito requieren, precisamente, más de los otros atributos que de la mera fuerza militar.

La inconsistencia, producto de ideologías tergiversadas, sería solo una anécdota; si América Latina — la supuesta región de la paz — no promoviera liderazgos de barro y no apoyara fenómenos que hoy, además de representar un retroceso en los valores que han permitido la evolución de la civilización actual, ponen en peligro su estabilidad a través de amenazas a la paz mundial. Pero, claro está, todo esto es poco importante para aquellos líderes cuya visión de paz es el fomento de la represión, el progreso de la pobreza y la estabilidad del totalitarismo.
Javier Leonardo Garay Vargas


Javier Garay es profesor en la Universidad Externado de Colombia. Escribió dos libros sobre asuntos internacionales tales como desarrollo, y luego de su tesis doctoral se concentró en el mismo tema. Síguelo en Twitter como @crittiko y a través de su blog personal, Crittiko.
http://esblog.panampost.com/javier-leonardo-garay-vargas/2014/03/07/un-aliado-peligroso-rusia-en-america-latina/

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