viernes, 21 de marzo de 2014

Expansionismo Ruso: Crimea y el riesgo de un efecto dominó en otras repúblicas exsoviéticas


Crimea y el riesgo de un efecto dominó en otras repúblicas exsoviéticas 

18 de marzo de 2014
La situación en Crimea no sólo evidencia lo que algunos consideran son renovadas ambiciones expansionistas de la Rusia de Vladimir Putin. También despierta temor en los vecinos de Moscú en Europa del Este y recuerda aquellos conflictos "congelados" en el tiempo originados con la disolución de la Unión Soviética en 1991.

La inminente anexión relámpago de Crimea, menos de un mes de la deposición del presidente ucraniano Viktor Yanúkovich, se inició cuando este aliado de Moscú cayó en febrero tras violentas protestas en su contra que comenzaron en noviembre.

La razón de fondo de aquella movilización fue el rechazo de Yanúkovich a profundizar los lazos con la Unión Europea a cambio de extender su acercamiento a Rusia.
La ex secretaria de Estado de Estados Unidos Madeleine Albright asegura que Putin busca recrear la Unión Soviética. Para otros, se trata de apuntalar una Unión Euroasiática para contener la zona de influencia de Europa y Estados Unidos.

Desde que Putin llegó al poder en el año 2000, su meta ha sido volver a convertir a Moscú en un gran poder global. No ha ocultado su nostalgia por la Unión Soviética (cuya disolución fue "la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX", según él) y no ha dudado en defender su zona de influencia.

"Después de varias rondas de ampliaciones de la OTAN, después de que EE.UU. desarrolló amplias relaciones con otros países de la Unión Soviética, Rusia considera que tiene todas las razones para responder y ampliar su esfera de intereses privilegiados, sobre todo en el territorio de la Unión Soviética", Eugen Rumer, un ex oficial de inteligencia nacional de EE.UU. para Rusia y Eurasia

"La idea no es recrear la Unión Soviética, sino rodear a Rusia con una serie de satélites sumisos y no hay mayor premio en esa búsqueda que Ucrania", 

le dijo a la agencia Bloomberg Eugen Rumer, un ex oficial de inteligencia nacional de EE.UU. para Rusia y Eurasia, quien trabaja en Fondo Carnegie para la Paz Internacional.

Tras la anexión de Crimea, Moscú, explica Marc Weller, profesor de Derecho Internacional de la Universidad de Cambridge, puede quedar "satisfecho con ese status quo".

Crimea, apunta, se sumaría a "la lista de conflictos congelados en Europa del Este".

clicLea también: La crisis hace resurgir los ecos de la Guerra Fría

Pero la inestabilidad generada por los antecedentes de los territorios de Osetia del Sur y Abjasia, considera el profesor Weller, hacen imperativo lograr una solución definitiva para Crimea.
Problemas en el Cáucaso




El 97% de los votantes en Crimea optaron por unirse a Rusia el domingo en un referendo.
Osetia del Sur y Abjasia, cuya independencia de facto tiene el apoyo de Rusia, son territorios reclamados por Georgia.

En 2008, Moscú aseguró que debía defender a la mayoría rusa en Osetia del Sur como justificación del ataque contra las fuerzas georgianas que habían intentado recuperar el control en esa región separatista.

El ejército ruso también se desplegó en Abjasia y obligó a las tropas georgianas a retirarse.

Bajo un argumento similar, Rusia intervino recientemente en Crimea. Y al igual que en Georgia, Moscú resiente el interés de la Unión Europea en Ucrania.

Sin embargo, seis años después de aquel conflicto, la situación en la zona sigue siendo inestable.

El plan de paz patrocinado por la UE para Abjasia y Osetia del Sur, negociado por el expresidente francés, Nicolas Sarkozy, en agosto de 2008, equivalió a poco más que la ratificación de los resultados de la invasión de las dos provincias de Georgia por Rusia, explica Weller.

Dos años antes de aquel conflicto, en noviembre de 2006, se había celebrado un referendo en Osetia del Sur que algunos comparan con el de Crimea.

Su resultado fue un apoyo abrumador para un Estado independiente. Sin embargo, apenas Rusia, Venezuela, Nicaragua, Nauru y Tuvalu lo reconocieron.
Transnistria

Otro caso que puede tener paralelismos con la actual crisis de Crimea es el del enclave de Transnistria, un territorio separatista ubicado entre Moldavia y Ucrania.

Transnistria, en la práctica, se separó de Moldavia y cuenta con una mayoría de población ruso parlante y con un 40% de origen moldavo.

Hay reportes de que las autoridades allí ya pidieron este lunes al Parlamento ruso unirse a la Federación Rusa.



Moldavia sufrió la suspensión de exportación de vino a Rusia.
La comunidad internacional no reconoce su condición de Estado autoproclamado, y el territorio, que se mantiene en un tenso enfrentamiento con Moldavia, se retrata a menudo como una oscura zona plagada de delincuencia, contrabando y crimen organizado.

En un referendo realizado en septiembre de 2006, no reconocido por Moldavia ni la comunidad internacional, la región reafirmó su demanda de independencia y respaldó un plan para unirse a Rusia.

Transnistria tiene su propia moneda, Constitución, Parlamento, bandera e himno. Y Rusia tiene allí, al igual que en Crimea, un contingente de tropas: 1.500 soldados.

Y como en Ucrania, a quien Rusia dos veces en los últimos años le cortó el suministro de gas, Rusia aprieta las tuercas donde más duele: la economía.

Moldavia es el país más pobre de Europa. Y su economía depende en buena medida de la exportación de vino, así que cuando se empezó a acercar a Occidente, Moscú –su principal mercado– impuso una prohibición a la importación del vino moldavo.

Moldavia es uno de los países que la UE quiere integrar en la Asociación Oriental, el programa del bloque para forjar un acercamiento con algunas ex repúblicas soviéticas del este de Europa, como Bielorrusia, Azerbaiyán, Armenia, Georgia y Ucrania.

Fue la unión que Yanukóvich rechazó repentinamente el año pasado, desatando las protestas en su contra.

Estados Unidos también va a la carga. Días atrás el senador republicano John McCain sugirió que se acelere el ingreso de Moldavia y de Georgia a la OTAN, aunque Moldavia no ha solicitado sumarse a la alianza.
Presencia rusa en el Báltico
"Gracias a Dios que ya tenemos más de diez años en la OTAN (...). Rusia está tratando de restablecer las fronteras que teníamos después de la Segunda Guerra Mundial", Dalia Grybauskaite, presidenta de Lituania

Desde Estonia, Letonia y Lituania, las tres repúblicas bálticas que pertenecieron a la URSS durante 51 años, se siguen los acontecimientos en Crimea con atención.

En 2004, estos países se unieron a la UE y a la OTAN. La frontera de la Organización del Tratado del Atlántico Norte llegó entonces a las puertas mismas de Rusia, una afrenta para Putin.

La presencia de una gran minoría étnica rusa es un tema delicado para los países bálticos, que dependen en buena medida del gas ruso.

En Estonia, los rusos representan hasta un tercio de la población, y muchos se quejan de discriminación. Alrededor de un cuarto de la población de Letonia es de habla rusa y los derechos de este sector de la sociedad han sido un tema espinoso desde la independencia.

A su llegada a una cumbre de emergencia de la UE la semana pasada, la presidenta lituana Dalia Grybauskaite dijo: "Gracias a Dios que ya tenemos más de diez años en la OTAN".

"Rusia está tratando de restablecer las fronteras que teníamos después de la Segunda Guerra Mundial", agregó al asegurar que luego de Ucrania vendría Moldavia, los países bálticos y Polonia.

Washington envió refuerzos militares a los países bálticos y a Polonia y el vicepresidente Joe Biden visita esta semana Lituania y Polonia para discutir con sus aliados la crisis en Ucrania e intentar calmar los nervios.
Temor polaco

El vicepresidente estadounidense, Joe Biden, llegó a Polonia para tranquilizar a sus aliados.
También en Polonia hay una sensación generalizada de inseguridad. En un sondeo días atrás, el 59% de los encuestados aseguró que la política exterior de Rusia presenta una amenaza para la seguridad de Polonia.

"Me siento amenazado por Rusia porque estamos al lado. Ucrania fue primero, a continuación, los países bálticos y luego (el presidente de Rusia) Putin hará algo malo aquí", le dijo Michal, un bibliotecario de 30 años, a la BBC.

"Creo que hay una sensación de que ciertos límites se han cruzado, que los precedentes se han creado y que debido a eso no está claro dónde va a parar Putin", le dijo a la BBC el director del Instituto Polaco de Asuntos Internacionales, Marcin Zaborowski.
¿Avance en Ucrania?
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Más allá de Crimea, una región transferida por Moscú a Ucrania –entonces parte de la Unión Soviética– en 1954, en las ciudades ucranianas de Donestk y Kharkiv, donde también hay una gran población de etnia rusa, se están haciendo llamados públicos para que se hagan referendos al estilo del de Crimea para adherirse a Rusia.

"Si se realizan referendos relámpago, ¿se desplegarán hacia esas zonas los soldados rusos que ahora se congregan en las fronteras del este de Ucrania en nombre de la protección de rusos étnicos frente a los 'provocadores' de Kiev, como en Crimea?", se pregunta en The New Yorker el periodista Jon Lee Anderson.

"Putin –agrega– se ha reservado el derecho de intervenir en su favor. Si las fronteras de Ucrania cambian una vez más, ¿qué pasa después?".

Algunos medios rusos se han empezado a referir a una amplia zona del sur de Ucrania como Novorossiya o Nueva Rusia. Años atrás, en 2008, Putin le dijo a los líderes de la OTAN que en esa zona había "sólo rusos".

El Eurasia Group, considera que hay un 40% de probabilidades de que Rusia invada el este de Ucrania.

Putin aseguró este martes que ésa no era su intención: "No crean a aquellos que les asustan con eso de que después de Crimea seguirán otras regiones. Rusia no busca dividir a Ucrania. No tenemos necesidad de ello".

Sin embargo, cualquier nuevo avance ruso no haría más que elevar la tensión, aumentar los ecos de un nuevo tipo de Guerra Fría y dejaría a Occidente en la encrucijada de cómo responder.

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