Purga Integral
Ese estar conectados es lo que nos permite vivir, dar sentido a lo que hacemos, tener identidad y seguridad, coordinar adecuadamente la realidad con los nombres que se dan a las cosas. Es lo que nos permite estar al tanto de nuestro cuerpo, de su buen funcionamiento, de la manera adecuada de alimentarlo y ejercitarlo; –o sea, estar sanos; cuando nos enfermamos es que estamos desconectados, primero, de nosotros mismos–. Nos permite también reconocer nuestro momento histórico: dónde estamos, qué tiempo vivimos, qué configuración tiene la sociedad en que estamos insertos, y qué hacemos allí nosotros; cómo estamos puestos en el aquí y ahora. Y también, sentir, experimentar, la conexión con aquella realidad cósmica que nos rebasa en su comprensión.
Cuando vivimos la conexión, cuando la experimentamos, podemos decir que tenemos alma ó ánima: ánimo de vivir y de hacer nuestra tarea. Cuando nuestra alma se apaga, o se pierde, estamos enfermos. La conexión es un estado de plenitud, de satisfacción, de iniciativa, de creatividad, de productividad, de alegría de vivir.
El yagé es esa “tecnología” –creada ancestralmente por la cultura médica originaria del Putumayo– que nos permite vivificar esa conexión, o recuperarla cuando se ha perdido. La preparación del brebaje, el ritual de su ofrecimiento, los cantos en lengua arcaica, las interpretaciones musicales, las danzas, las invocaciones y sahumerios; los colores, plumas y vestimentas; toda esa “procesión polifónica y multicolor”, son los componentes de esa tecnología, son el saber que los médicos indios han recibido de sus Mayores, y que constituye el marco de referencia para nosotros los “occidentales”, o no-indios, que nos permite elaborar los términos simbólicos de nuestra propia conexión.
Eso es la purga: abandonar elementos simbólicos o “nominativos” (denominaciones, palabras, conceptos, enfoques, puntos de vista, principios) que no son útiles, que nos desconectan, por otros, adecuados a nuestra realidad, a nuestra vida y a nuestra tarea. Es sentir, experimentar lo que hay más allá de las palabras, aquello que es inefable, sin palabras, y que para conocerlo hay que vivirlo.
Este es el marco comprensivo con el que se propone el espacio de utilización de este recurso de la medicina tradicional indígena denominado Seminario-Taller-Ritual “Yagé Terapéutico”.
La manera como entendemos y practicamos la medicina del yagé esintegral: todo el ser humano, incluido su espíritu, y no solo una de sus partes. Entendemos también lo terapéutico en un sentido amplio: la purga con yagé no solo sirve para sanar –limpiar, expulsar lo que nos enferma–, sino para prevenir –vigorizar, fortalecer nuestro ser–. Pero más allá de sanaciones momentáneas o superficiales, para tener salud de manera permanente es necesario cambiar algo de nuestra vida que no funciona o que está mal. ¿Qué? Por ejemplo, hábitos alimenticios, costumbres insanas, actitudes negativas… etc. Todas las propuestas actuales de desarrollo humano, de evolución personal, de crecimiento espiritual que hacen terapeutas de todo tipo –médicos, psicólogos, incluso guías espirituales– hacen énfasis en eso:para tener una vida saludable es necesario cambiar. Pero ¿cómo pasar de las palabras a los hechos? ¿cómo darnos cuenta nosotros mismos de la necesidad de ese cambio? La experiencia de purga con yagé nos proporciona la oportunidad de cambiar nuestro punto de vista respecto de nosotros mismos, y por eso, de salir de esquemas, de ideas, de fijaciones y de interpretaciones inadecuadas sobre nuestras vidas, lo que nos facilita por tanto vislumbrar más claramente las decisiones de cambio. Esta es la diferencia –la contundencia– de esta terapia frente a otras. |
|
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario