El supervolcán de Yellowstone, en el parque nacional del mismo nombre en EE.UU., es uno de los mayores del mundo. En ocasiones se hace notar con un flujo de lava, pero tiene el potencial de causar una auténtica devastación mundial. Una o dos veces cada millón de años entra en erupción violentamente, formando grandes calderas, cráteres que miden decenas de kilómetros de diámetro. Si una erupción de este tipo vuelve a ocurrir, y la mayoría de los científicos cree que así será, nos enfrentaremos a un panorama apocalíptico. El evento arrasaría los alrededores en un radio de cientos de kilómetros, cubriría el resto del país y Canadá con varias pulgadas de ceniza, destrozaría la agricultura y provocaría un enfriamiento global del clima durante al menos una década. Algo semejante no ha ocurrido todavía en la civilización moderna. ¿Puede suceder en los próximos años?
Ilya Bindeman, profesor de ciencias geológicas en la Universidad de Oregon, cree que podemos estar tranquilos. A su juicio, una erupción semejante no se va a producir a corto plazo, a menos no hasta dentro de un millón o dos millones de años, probablemente en Montana. La investigación sobre la actividad volcánica en dos viejas calderas, financiada por la National Science Foundation (NSF), sugiere que «Yellowstone se encuentra en un ciclo de muerte, en lugar de en un ciclo de aumento gradual», apunta.
Bindeman se refiere a un ciclo continuo que se produce dentro del llamado «punto caliente» de Yellowstone, un penacho del manto caliente que aflora bajo la superficie de la Tierra, cuando las cámaras magmáticas, que son grandes piscinas subterráneas de roca líquida, expulsan lava, se funden de nuevo e impulsan grandes erupciones muchos miles de años más tarde.
Se trata de un proceso complicado que implica también la posición de la placa de América del Norte, que se mueve a un ritmo de dos a cuatro centímetros al año, y su relación con el punto caliente, así como la continua interacción de la corteza de la Tierra con el basalto, una roca volcánica común derivada del manto.
Final del ciclo
El punto caliente de Yellowstone ha producido múltiples grupos de cráteres volcánicos, conocidas como calderas, durante los últimos 16 millones de años. «La actividad magmática actual en Yellowstone está en la mitad o al final del ciclo, ya que las tres erupciones que forman la caldera ya han sucedido», explica el investigador. Las tres erupciones más recientes, que ocurrieron hace 2 millones, 1,3 millones y 640.000 años, dieron lugar a una serie de calderas anidadas que forman lo que conocemos como el Parque Nacional de Yellowstone y sus alrededores inmediatos.
Bindeman también investiga los posibles efectos de la próxima erupción masiva en la atmósfera. «El gas de dióxido de azufre se libera en grandes cantidades, lo que resulta en un enfriamiento global y la destrucción del ozono, pero nadie sabe todavía el frío que va a provocar y cómo serán los efectos de la destrucción de la capa de ozono temporal», dice.
Para transmitir cuál fue la potencia de la última erupción de Yellowstone, y cómo será muy posiblemente la próxima, Bindeman cita dos ejemplos recientes, a efectos comparativos: La erupción de 1980 del monte Santa Helena en el estado de Washington, en la que murieron 57 personas y causó una gran destrucción, arrojó un kilómetro cúbico de material en el aire. Y la erupción del Pinatubo en Filipinas en 1991, en la que murieron cientos de personas y redujo durante varios años la temperatura del planeta, soltó diez kilómetros cúbicos. Una minucia. La última erupción de Yellowstone hace 640.000 años expulsó 1.000 kilómetros de material... y la próxima puede hacer lo mismo.
Una erupción poderosa no se ha producido en el mundo por lo menos en 74.000 años. La última fue en Toba, Indonesia.
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