lunes, 10 de febrero de 2014

Colombia: Orígenes del Terrorismo de Estado y Plan Colombia (DSN y DCBI)


Foto: El Pentágono
DSN y DCBI: Orígenes del Terrorismo de Estado y del Plan Colombia 

Por Allende La Paz
Domingo, 09 Febrero 2014 09:35

El ejercicio del Poder de las clases dominantes en Colombia -alianza de la gran burguesía con grandes terratenientes- ha tenido una característica violenta, al punto que algunos investigadores consideran que la violencia ha sido un elemento consustancial al modelo de acumulación capitalista en el período denominado de la Post-guerra (2a. Guerra Mundial) y un acelerador económico con la expoliación de amplios sectores del campesinado y el arrasamiento del movimiento obrero y popular.

En la base de esta política está la alianza y aceptación cipaya de los dictados de los gobiernos de los Estados Unidos. La oligarquía colombiana, ya desde la consolidación de la República posterior al triunfo de la guerra independentista liderada por el Libertador Simón Bolívar, se convierte en aliada incondicional de los Estados Unidos. Es la alianza del débil con el fuerte, con la consiguiente dependencia del primero al segundo.

Tal ‘alianza’ es vista por Noam Chomsky en la entrevista de Heinz Dietereich, titulada “Clinton inundó Colombia con armas”, en donde señala: “Colombia tiene una terrible historia de violencia, que ha durado más de un siglo. En los años 60, esa violencia tomó un nuevo rumbo debido a una fuerte intervención del gobierno de John F. Kennedy, con misiones de las fuerzas especiales estadounidenses que asesoraron a las fuerzas armadas colombianas.

"Eso fue parte del proyecto general de Kennedy de convertir a los ejércitos de América Latina en fuerzas de seguridad que controlaran a su propia población mediante la violencia. Se trataba del cambio de la estrategia de la defensa hemisférica (reminiscencia de la Segunda Guerra Mundial) de las fuerzas armadas latinoamericanas, hacia la seguridad interna, es decir, hacia la guerra
contra su propia población.

"En Colombia, la misión de las fuerzas especiales estadounidenses instruyó específicamente a las fuerzas militares colombianas a formar grupos de paramilitares, para llevar a cabo lo que llaman el "terror paramilitar" contra 'conocidos opositores comunistas (known communist proponents)'.

"Opositores comunistas es un término muy amplio que puede incluir campesinos organizados, líderes sindical es, activistas de los derechos humanos, intelectuales independientes, candidatos políticos, cualquier cosa; y esta política de organización del terror paramilitar, que incluía el entrenamiento respectivo, llevó a una nueva fase de violencia organizada del Estado: en parte a través de los militares y, en parte, a través de los paramilitares, y esto ha continuado desde
aquella fecha”. (1).

La Doctrina de Seguridad Nacional (DSN)
La violencia como paradigma para enfrentar los problemas de los países del ‘patio trasero’ de los Estados Unidos está referenciada en los manuales del ejército de los Estados Unidos y nos permiten entender por qué nos han sumido en esta ‘noche oscura’. La llamada Misión Yarbourough del ejército estadounidense (febrero/62) dejó directrices secretas, las cuales fueron adoptadas por el Estado Colombiano adelantando “una estrategia contrainsurgente paramilitar, ya desde antes de que surgieran las guerrillas de este ciclo (1964-65)” (2).

En 6 manuales (1962, 1963, 1969, 1979, 1982 , 19887) está definida esta estrategia:

“l. Lectura que se hace del “enemigo” como gestor de una alternativa de nacionalidad:

· El Manual de 1962 llama al enemigo “fuerza irregular”, identificándolo como
“manifestación externa de un movimiento de resistencia contra el gobierno local por parte de un grupo de la población” (pg.5). Además afirma que “El campo de batalla en la actualidad ya no tiene límites, puede incluir naciones enteras” (pg.34).

· El Manual de 1963 afirma que “El límite entre amigos y enemigos está en el seno mismo de la nación (...) se trata a menudo de una frontera ideológica inmaterial”(pg.32) y señalaba también que “El habitante, dentro de este campo de batalla, se encuentra en el centro del conflicto (...) es el elemento más estable. Quiéranlo o no, los dos campos están obligados a hacerlo partícipe en el combate; en cierta forma se ha convertido en un combatiente ” (pg. 34), afirmando más adelante que “Es entre los habitantes que se desarrollarán las operaciones de guerra; las actividades de la población se verán limitadas en todos los campos de acción ” (pg. 51).

· El Manual de 1969 afirma que la guerra revolucionaria en Colombia “pretende destruir el sistema que se ha dado nuestra nación” (pg. 194) y explica su surgimiento por “las desatenciones de los organismos oficiales para solucionar los diferentes problemas y necesidades de la población (que) se convierten en un ingrediente de inconformidad que es aprovechada por los grupos subversivos” (pg. 159). Por eso define las operaciones de contrainsurgencia como “acciones militares, políticas, sociales, económicas y sicológicas tomadas por un gobierno local para modificar y eliminar las causas de la insurgencia” (pg. 185).

· El Manual de 1987 ubica el “conflicto subversivo en Colombia” como “consecuencia de conflictos políticos y socio-económicos (que) ha provocado el choque entre las fuerzas del orden y grupos subversivos organizados, dirigidos por elementos colombianos, con apoyo de países y movimientos extranjeros, en amplias zonas del territorio nacional, con el objetivo único de tomar el poder y con participación activa de grupos campesinos, obreros y estudiantes” (pg. 10) Por eso plantea que la acción preventiva “debe ser integral, abarcando toda la gama de causas que produzcan el levantamiento; debe buscar el apoyo popular y conducirse dentro del más marcado nacionalismo” (pg. 29) (2).

Javier Giraldo M, nos dice en su investigación ‘Cronología de hechos reveladores del paramilitarismo como política de Estado: “En septiembre de 1962 el Comando del Ejército edita la traducción delManual FM-31-15 del Ejército Americano, titulado: "Operaciones contra las Fuerzas Irregulares". Allí se afirma:

"[a] Para disminuir el requerimiento de unidades militares, se ha visto que es de gran ayuda el empleo de policía civil, de unidades semi-militares y de individuos de la localidad que sean simpatizantes de la causa amiga. El empleo y control de tales fuerzas está sujeto a acuerdos nacionales y locales y a la apropiada investigación de ellas para llenar los requisitos de seguridad. Se hace una evaluación cuidadosa de sus capacidades y limitaciones para que presten completa efectividad.

[b]Cuando la política y la situación lo permiten, los individuos de la localidad de ambos sexos que han tenido experiencia o entrenamiento como soldados, policías o guerrilleros, deben ser organizados dentro de la policía auxiliar y dentro de las unidades de voluntarios de cada ciudad. Aquellos que no poseen tal experiencia pueden emplearse individualmente como trabajadores, informantes, agentes de propaganda, guardias, guías, rastreadores, intérpretes y traductores.

[c] Las fuerzas civiles usualmente necesitarán ayuda y apoyo de las fuerzas militares. La asistencia es normalmente necesaria en una capacidad de consejo para la organización, el entrenamiento y el planeamiento de las operaciones. El apoyo es normalmente necesario en el abastecimiento de armas, munición, alimentos, transporte y equipo de comunicaciones (...)

[g] Las unidades amigas de guerrilleros que han operado en la misma área de las unidades hostiles de guerrilleros, por lo general tienen voluntad para ayudar en el esfuerzo de contraguerrillas. Tales unidades pueden emplearse con efectividad en misiones de hostigamiento de las patrullas de combate. Además los miembros de las unidades amigas de guerrilleros pueden servir como rastreadoras, guías, intérpretes, traductores y agentes de espionaje y pueden manejar los puestos de observación y las estaciones de prevención. Cuando las unidades amigas de guerrilleros se emplean, pueden apoyarse logísticamente y deben subordinarse al Comandante de la Fuerza Militar quien mantiene el control y la comunicación suministrando una cuadrilla de enlace para que permanezca con ellas y controlando el apoyo suministrado. Los destacamentos operacionales de las fuerzas especiales son ideales para este propósito". (No.31, pg. 75 a 77). La nota introductoria del Comando del Ejército afirma que dicho Manual es "para la preparación e instrucción de los miembros de la Fuerza" y para que esta obra "sea estudiada y aplicada en lo que dice en relación a la táctica y la técnica de las armas empleadas y adaptando los principios a nuestra organización". (3).

De esta caracterización es muy fácil a la generalización y adopción de la visión de que la población civil, el campesino, el estudiante, las ‘masas’, son combatientes y participan –‘quiéranlo o no’- en el conflicto y de allí nace precisamente la imposición del militarismo (la ‘noche oscura’) a la sociedad colombiana.

La "noche oscura" fue iniciada por la Oligarquía liberal y conservadora antes del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, y alcanza su punto de máxima efervescencia después de éste, con saldo de más de 300.000 muertes y un millón de desplazados forzados internos, período que los historiadores llaman La Violencia, el cual culmina con la conformación del Frente Nacional, incorporando una estructura excluyente aún más (si cabe la acepción) que reprodujo el mismo modelo de ejercicio del Poder en lo económico, en lo político, en lo social y: "(...) forjaron además la estructura de una cultura política intolerante y sectaria que fue estimulada y desarrollada posteriormente por quienes el influjo de la guerra fría contrabandearon desde norteamérica la concepción de la seguridad nacional" (4).

Esta "violencia de las estructuras" (violencia entendida como existencia de estructuras económicas, culturales, sociales, jurídicas y políticas, que causan opresión del ser humano impidiendo su liberación y total realización), que toma la forma de violencia armada bipartidista, fue periodizada por historiadores como “La Violencia” o la Gran Violencia:

a. 1946-1949: Violencia predominantemente urbana, prolongación de la crisis política partidista entre liberales y conservadores.

b. 1949-1953: Extensión de la violencia a regiones rurales, especie de "guerra civil" entre guerrillas liberales y el aparato represivo conservador. Insinúa lucha de clases.

c. 1953-1957: Actores que se escinden -al resolverse las rivalidades partidistas por el Frente Nacional- entre el bandolerismo y vandalismo, por un lado, y una cierta lucha social, por el otro.

d. 1957-1964: La violencia disminuye en intensidad, pero se incuban formas específicas de lucha social y proyectos políticos de clase, ejemplo: autodefensas campesinas de Marquetalia, Río Chiquito, El Pato, Guayabero.

La oligarquía y los terratenientes colombianos imbuídos de una particular interpretación de ver el mundo dividido entre capitalismo-comunismo, oriente- occidente, cristiandad-ateísmo; aplican las concepciones de la Doctrina de Seguridad Nacional con todo rigor, identificando un "enemigo interno" contra quien es necesario desarrollar la guerra total. Para tal fin cuentan con unas Fuerzas Militares y agencias de seguridad del Estado, que asimilando como buen alumno la doctrina extranjera, la hacen suya y la desarrollan y ubican toda protesta, toda organización popular, todo partido o movimiento político adversario del gobierno, a un enemigo al que hay que aplastar.

Es de señalar que la DSN nace posterior a la Segunda Guerra Mundial y fue la sistematización de teorías y experiencias relacionadas con la geopolítica y la ‘guerra’ se asumió como la integración de las distintas esferas de la acción militar, económica, sicológica e ideológica; así surge el concepto geopolítico de “guerra total” que ya había sido considerado por Hitler. (5).

Sobre el origen de la DSN nos dice Velásquez Rivera: “El origen de la DSN está en la geopolítica que irrumpe en la fase imperialista del capitalismo en expansión, que se basa en las categorías positivistas del “espacio vital” y en una explicación organicista de la sociedad. (…) La Doctrina de la Seguridad Nacional se asentó en dos postulados básicos: la bipolaridad y la guerra generalizada. Tal bipolaridad se entendió como la división del mundo en dos grandes fuerzas opuestas: la del bien y la del mal. Su credo consistió en afirmar la existencia de una guerra permanente entre el occidente cristiano y el oriente comunista. (…) La DSN fundamentó su filosofía en que todo individuo era un amigo o un enemigo.” (5).

En aplicación de dicha doctrina, siguiendo los lineamientos del Plan LASO (Latin American Security Operation), el Presidente Guillermo León Valencia ordena el ataque con más de 16.000 soldados apoyados por la aviación, de la zona de Marquetalia (Tolima), habitada por 48 campesinos que se vieron obligados nuevamente a empuñar las armas para defender sus vidas y sus familias. Arranca así una segunda periodización de la violencia, la cual continúa hasta nuestros días.

Doctrina del Conflicto de Baja Intensidad (DCBI)

La derrota que infringió el heroico pueblo Vietnamita a los EE.UU., hizo considerar y analizar la Doctrina de Seguridad Nacional, produciéndose su actualización en los Documentos Santa Fé I y II, III y IV, y en la Doctrina del Conflicto de Baja Intensidad, llamada también “Guerras Pequeñas o Menores” y “Violencia de Baja Intensidad”, “Contingencias Limitadas” o “Conflictos Regionales”.

Ello está claro al leer a Isabel Jaramillo: “Si algo se aprendió en Vietnam y de los movimientos de liberación nacional, es el valor del "fiming", la persistencia, el fin del cortoplascismo y la necesidad de la guerra en todos los frentes, y la unidad política. EE.UU. ya no podía enfrentar a un mundo subdesarrollado "amenazante" sin perfeccionar su estrategia de dominación en la medida en que necesite del control imperial". (6)

Concepción que es ampliada al decir: "La concepción estratégica del "conflicto de baja intensidad" se origina -desde el punto de vista de los estrategas norteamericanos- en un problema fundamental: el cambio social y/o la revolución en el mundo subdesarrollado que erosiona y amenaza los intereses nacionales de EE.UU. Es necesario enfrentar la dinámica del cambio social y de la revolución de una forma más efectiva y evitar nuevas explosiones sociales y en este contexto, la guerra no debe aparecer como tal (...)" (7).

El Estado Mayor Conjunto de los Estados Unidos (EE.UU.) define el Conflicto de Baja Intensidad (C.B.I.) como: "Una lucha político-militar limitada para lograr objetivos políticos, sociales, económicos o psicológicos. Frecuentemente es prolongado y va desde presiones diplomáticas, económicas y psicológicas hasta terrorismo e insurgencia. El conflicto de baja intensidad generalmente está confinado a un área geográfica y frecuentemente se caracteriza por limitaciones en el armamento, tácticas y nivel de violencia." (8).

Este modelo está claramente diseñado para países como Colombia. Veamos que plantean en su MODELO "SEGURIDAD Y DEMOCRACIA" para una Democracia que se quiere proteger, afectada por un movimiento revolucionario que se quiere eliminar. Citamos textualmente de Isabel Jaramillo:

1. "GOBIERNO DEMOCRATICO: Legitimarlo por medio de elecciones, si era dictatorial y si ya cumplió con su papel. Permitir el funcionamiento y continuidad de democracia (restringida) con gran hincapié en la mecánica electoral.

2. Medidas reformistas que implican el manejo de los movimientos sociales y de las masas. Trabajo ideológico, aplicación de operaciones psicológicas, acción cívica, "construcción de la nación".

3. Vinculación cada vez más estrecha entre el capital nacional y transnacional y aplicación de modelos económicos impuestos por EE.UU.

4. Aparato militar represivo y contrainsurgente fortalecido. Se reestructuran en pequeñas unidades móviles de rápido despliegue con asesoría y asistencia de EE.UU. Se incrementan las operaciones CIA. De acuerdo con el concepto de "simetría", se aplica éste en función de la insurrección (real o posible), de la "defensa interna".

5. Aprovechar, estimular o crear -flexiblemente según el caso - contradicciones en el seno del gobierno y/o el movimiento revolucionario aprovechando que éstos son - en general- coaliciones de fuerzas muy heterogéneas, con diversidad de posiciones políticas, ideológicas, enfoques, etc, en torno a las tácticas y estrategias a aplicar en cada momento de lucha. En este sentido la labor de inteligencia es vital y está orientada a estimular la desunión y la división que permite la victoria o neutralización.

6. Utilización de la diplomacia, negociaciones regionales de paz, y diálogo con la guerrilla -aunque la aceptación del diálogo por parte del gobierno significa que el movimiento revolucionario se ha ganado un espacio político -para erosionar las posiciones progresistas y/o revolucionarias "desde dentro", intentar desmovilizar a las masas y ganar tiempo (...) A esto se agregan medidas reformistas por parte del gobierno de forma de intentar restarle masa al movimiento revolucionario y/o progresista, acompañado de una fuerte propaganda para demostrar que ésta no es una alternativa política real: se trata de deslegitimarlos como opción.
7. Destrucción del movimiento revolucionario por medio del ejército que desarrollará campañas de contrainsurgencia en beneficio de la "seguridad interna". También se utiliza el narcotráfico como variable interna y externa. (...). Ejército mercenario y un frente político ("luchadores por la libertad", etc) destinado a desarticular al movimiento revolucionario, hacerlo inviable como alternativa política al mismo tiempo legitimar la opción contrarrevolucionaria. Los dos elementos anteriores estarán adornados de una profusa retórica en torno de los D.H. y actividades propagandísticas en este frente (...)" (9) (Resaltados nuestro)

La aplicación de estas Doctrinas ha sido realizada "al pie de la letra” como veremos más adelante. El derrumbamiento de la URSS y de los países de Europa del este, deja sin piso la visión de la bipolaridad del mundo y el enfrentamiento capitalismo-comunismo, lo que lleva a los EE.UU, a revisar o actualizar sus doctrinas a fin de seguir manteniendo su posición imperial. La punta de lanza a usar es el tráfico de drogas, que se convierte en el argumento central para la intervención directa y/o indirecta en los países del tercer mundo. Esto fue ya analizado por Isabel Jaramillo quien consigna: “...La campaña internacional contra el terrorismo y la droga, permite a la administración (de EE.UU.) actuar con relativa impunidad -en el marco de argumentos ético-morales-en el terreno de la política exterior. Al mismo tiempo, al vincular a movimientos progresistas y/o revolucionarios con el terrorismo y el tráfico de drogas, EE.UU puede golpear a éstos en sus propios países sin aparecer interviniendo en los asuntos internos de los mismos". (10)

En este orden de ideas, se inscriben los esfuerzos de vincular la guerrilla con el narcotráfico (recordar al narco-embajador Lewis Tambs quien acuñó la palabra narco-guerrilla, las estridencias de los generales acusando diariamente a la guerrilla de narcotráfico, etc) y la intromisión grosera de los embajadores gringos Myles Frechette, Paterson y Woods, exigiendo aprobación de leyes antinarcos, imposición de la extradición, firma de tratados antisoberanía nacional (TLC, ALCA, etc), aplicación del Plan Colombia, fumigaciones, etc.

Documentos Santa Fé

Las políticas de Estados Unidos hacia Latinoamérica han ido teniendo un desarrollo definitorio a los ojos de cualquier observador. Si en la década de los 50 fue de ‘contención’; en la década de los 60 fue de ‘contrainsurgencia ‘pura’; a partir de la década de los 80 fue de desarrollo del Conflicto de Baja Intensidad (CBI), conocida en el mundo como Doctrina Reagan, la cual contemplaba la ‘contrarrevolución mundial’.

En la creación de estas doctrinas juegan un papel fundamental un grupo de estrategas militares, ‘cristianos renacidos’, quienes conformaron el Comité de Santa Fé, los cuales elaboran Documentos que son aplicados por los gobernantes estadounidenses, y recogen las experiencias derivadas de la aplicación de la DSN. Ellos contemplan el CBI como una guerra político-militar que no distingue fronteras y no distingue entre civiles y militares, y considera además que todas las armas son válidas, incluyendo la ayuda económica y la asisitencia humanitaria. En este orden de ideas, es neesario señalar que contemplan la utilización de ‘armas biológicas’ como la introducción de microorganismos causantes del dengue hemorrágico en Cuba, o la aspersión de leismanias para provocar Leishmaniasis en los guerrilleros en Colombia, o la utilización del Hongo Fusarium sp para ‘atacar’ los cultivos de planta de coca. (5).

Desde 1981 ha producido los Documentos Santa Fé I (1981), II (1988), y IV (2004). Ya en el Documento Santa Fé II se habla del CBI como una combinación de ‘formas de lucha’ que contempla operaciones militares propiamente dichas, utilizando el terror sistemático contra las poblaciones, operaciones psicológicas, desinformación, y subversión religiosa y cultural. En este marco se desarrollan la proliferación de sectas religiosas –estudiosas de la Biblia, cada una con su particular intepretación- y la invasión de estas a los países latinoamericas –del cual no escapó Colombia-. Sectas tales como la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días, la Oración Fuerte al Espíritu Santo (comprometida en narcotráfico), la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia, la Iglesia Trinitaria, los Testigos de Jehová, la Misión Panamericana de Colombia y la nefasta Tradición, Familia y Propiedad.

El Documento Santa Fé I menciona a Cuba, México, Brasil y Panamá como países ‘neurálgicos’ para los Estados Unidos. Ya en el Santa Fé II se incluye a Colombia y se afirma que existe una ‘doble amenaza a su seguridad’ provenientes de la insurgencia armada y la amenaza del ‘narcotráfico’. Contemplaban en dicho Documento que la década de los 90 sería crucial pata las instituciones colombianas y vislumbraban que la guerrilla ‘podría estar en condiciones de disputar el poder’.

En el Documento IV además de continuar las consideraciones anteriores, manifiesta la ‘preocupación’ de los ideólogos militares estadounidenses por la que ellos llaman creciente influencia y presencia de China en Latinoamérica y la ‘amenaza’ de los países islámicos. La DSN imbuyó a las Fuerzas Armadas de los países Latinoamericanos de ‘principios’ para el servicio a los intereses estadounidenses y no a los intereses nacionales de sus propios países. La aplicación práctica de la doctrina de Seguridad Nacional y sus desarrollos se traduce en la sistemática y persistencia violación de los D.H. por parte de las fuerzas represivas del Estado Colombiano; violaciones que han tomado un carácter dramático en las últimas décadas y ha adquirido características escandalosas desde el inicio del Plan Colombia.

(1) Chomsky N. Clinton inundó Colombia con armas.
(2) Noche y Niebla. La doctrina contrainsurgente del Estado clombiano y la población
civil. www.arlac.be/paramilitarismo/html/pdf/deuda01.pdf
(3) Giraldo M. Javier. Cronología de hechos reveladores del Paramilitarismo como
política de Estado.
(4) Alfonso Cano. Los diálogos por la paz. Ed. Anónima, 1992. p. 112.
(5) Velásquez Rivera E. Historia de la Doctrina de Seguridad Nacional.
(6) Isabel Jaramillo. El conflicto de baja intensidad. Modelo para armar. Ed. Suramérica,
Bogotá 1988. p. 58.
(7) Ibidem, p. 59.
(8) Ibidem, p. 64.
(9) Ibidem, p. 68-73.
(10) Ibidem, p. 62.

Tomado del Libro Plan Colombia y Conflicto Interno Colombiano de Allende La Paz

http://anncol.eu/index.php/opinion/allende-de-paz/5908-dsn-y-dcbi-origenes-del-terrorismo-de-estado-y-del-plan-colombia

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