Los cielos de China se cubrieron anoche de fuegos artificiales para celebrar la llegada de un nuevo año, el Año del Caballo. El séptimo animal de los 12 que componen el zodíaco chino es asociado tradicionalmente con lealtad y energía, y es considerado el segundo más popular después del dragón.
Millones de familias se reunieron para celebrar la más importante de las festividades de la cultura china, que genera cada año el mayor desplazamiento de gente del mundo. Los responsables de transporte estiman que estos días se producirán unos 3.620 millones de viajes. Trenes, autobuses y aeropuertos han funcionado al límite para dar servicio a los 245 millones de emigrantes internos existentes en China, y que en estas fechas regresan a sus pueblos y lugares de origen.
En muchos casos, se trata de la única ocasión en el año que vuelven a sus casas para ver a sus padres o sus hijos, quienes, a menudo, son criados por los abuelos mientras ellos trabajan en las grandes ciudades o en las fábricas de las provincias costeras, las más desarrolladas del país.
Durante siete días, a partir de hoy, la actividad económica y política del país estará prácticamente paralizada. Muchos negocios en Pekín han echado el cierre y las calles están semivacías, faltas de la mayoría de los trabajadores emigrantes, que representan un tercio de los 20 millones de almas de la municipalidad.
El Año del Caballo es visto, generalmente, como un periodo de buen augurio y favorable para los negocios, pero los expertos en fengshui –el arte de la geomancia chino- creen que en esta ocasión será agitado, ya que es el Año del Caballo de Madera (incorpora el elemento fuego). Algunos prevén un buen comportamiento de las economías asiáticas y fuertes ganancias de las acciones bursátiles ligadas a la madera. Otros dicen que traerá una ralentización en la región, altas temperaturas, conflictos y desastres relacionados con el fuego.
Las fiestas de Año Nuevo chino –o Festival de la Primavera- son tiempo de familia, amigos, regalos y grandes comidas, en las que no faltan las empanadillas y los pastelitos de arroz. También es momento de acudir a ferias y verbenas populares y visitar los templos budistas y taoístas para pedir a los dioses buena suerte en el próximo año. La fecha varía en función del calendario lunar.
Muchos chinos, sin embargo, se niegan a regresar a casa para evitar presiones económicas y familiares, y optan por quedarse trabajando o irse de viaje de turismo. Esto se debe, por un lado, a la costumbre de tener que entregar sobres con dinero –los llamados hongbao (sobres rojos)- a familiares y amigos menores o que no trabajan, lo que puede comerse una buena parte de los ahorros logrados con tanto esfuerzo durante el año; y, por otro -en el caso de chicas y chicos en edad de casarse-, para huir del bombardeo de críticas y preguntas sobre las razones por las que no tienen o no han llevado a casa a su novio /novia.
Mientras escribo estas líneas, los estallidos de los petardos resuenan en el exterior bajo un cielo espeso, gris y contaminado. Pero este año, el despliegue pirotécnico –destinado a traer buena suerte y ahuyentar a los espíritus malignos- es menor que otras veces. Los habitantes de Pekín han reducido las tracas sonoras y visuales a instancias del Gobierno para limitar la contaminación, que ha alcanzado en las últimas semanas una vez más niveles muy peligrosos.
Las ventas de fuegos artificiales en la capital han bajado, debido a la menor demanda y el recorte de un 12% del número de puestos de venta decretado por las autoridades municipales.
Pero no solo ha descendido la demanda de petardos. La campaña de lucha contra la corrupción y el gasto superfluo en la Administración puesta en marcha por el presidente chino, Xi Jinping, ha afectado a los artículos de lujo, tradicionalmente regalados en estas fechas.
Las galas de Año Nuevo de los canales estatales han bajado también su protagonismo o han sido canceladas. La de laCCTV -uno de los programas de más audiencia del mundo (750 millones de personas en 2013)- tuvo anoche, a pesar de ello, un buen despliegue de famosos, incluidos el popular director de cine Feng Xiaogang y la actriz francesa Sophie Marceau, que interpretó la canción de Edith Piaf La vie en rose a dúo con la estrella del pop Liu Huan. La estrella del rock Cui Jian –conocido por su papel durante las protestas a favor de la democracia de Tiananmen (1989)- se cayó, sin embargo, del cartel después de que rechazara “cambiar las letras” de sus canciones, según el periódico Noticias de Pekín.
El Año Nuevo Lunar –el nombre más correcto de la festividad- marca el inicio del Festival de la Primavera. Las celebraciones van desde su víspera hasta el decimoquinto día (Festival de los Farolillos), que este año coincide con el día de San Valentín –el de los enamorados-, una fecha cada vez más celebrada por los jóvenes chinos, restaurantes y centros comerciales.
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