Caricatura de Vladdo a raíz de las palabras del Primer Mandatario.
Foto: Vladdo
Santos Tiene Razón: "El Tal Paro Nacional Agrario No Existe"
Por @simon_posada el 26 de Agosto 2013 10:39 PM
Pocas personas lo habían intuido, y en verdad yo
nunca hubiera creído que un político colombiano fuera capaz de llegar a tal
grado de lucidez para darse cuenta de la verdad: "El Tal Paro Nacional Agrario No Existe", dijo el presidente Juan Manuel Santos hace unos días.
De aquí, entonces, uno puede empezar a interpretar varias cosas: si el paro no
existe, entonces tampoco existen los cuatro muertos que han dejado los bloqueos
de los últimos siete días, y tampoco existen esos jóvenes que han sido
golpeados por el Esmad y, mucho menos, el Esmad y los campesinos. Es más,
tampoco existe el presidente que salió a decir que el paro no existe. Y aún
peor: no existe el país que gobierna ese presidente que no existe.
Esa es la gran conclusión de las sabias
palabras del presidente que no existe: Colombia, entonces, no existe y nunca ha
existido y, la verdad, todos lo intuíamos, pero ninguno se atrevió a decirlo.
Cuando el profesor Antanas Mockus mostró el culo frente a los estudiantes la
Universidad Nacional de Colombia, yo pensé "esto no puede ser
cierto". Ese mismo pensamiento surcó mi cabeza cuando una reina dijo
"am felicin in cartageninjilton", cuando otra más dijo que
"hombre con hombre, mujer con mujer, del mismo modo en sentido contrario"
y cuando Gerlein dijo que el sexo entre hombres era excremental.
Tampoco puede ser cierto que un país
tenga dos mares y el pescado sea tan caro. Y que la capital haya sido
construida en un páramo a cientos de kilómetros del mar porque creyeron que
cerca de aquí, de este pantanero, había una ciudad de oro. Y que en
Barranquilla la gente pueda morir ahogada porque hay arroyos que pasan por
encima del pavimento, como si se tratara de un pueblo en mitad de la selva. Y
que en un pueblo de Córdoba todos sus habitantes le arrojen basura y animales
muertos a las casas de las parejas que se acaban de reconciliar. Y que en
Segovia, Antioquia, las casas tengan túneles en mitad de la cocina para que sus
habitantes puedan sacar oro de las entrañas de la tierra. Y que los habitantes
de un pueblo en el Cesar estén esperando la herencia de un astillero italiano.
Y que el Valle del Sibundoy, en el Putumayo, sea el sitio con mayor
concentración de alucinógenos en el planeta. Y que el expresidente Uribe haya
negado que aquí hay un conflicto armado, a pesar de que durante 55 años han
muerto casi 11 personas por día. Y que la policía quiebre los vidrios de las
casas que debería cuidar. Y que cada semana la virgen aparezca en hojas de
plátano, arepas, paredes, peces y hasta toallas higiénicas -esto no lo he visto
en prensa, pero es posible que haya ocurrido-. Y que los campesinos ya no
puedan usar las semillas que se han acostumbrado a guardar por los siglos de
los siglos, sino que deben comprarlas a un importador. Y que dos sacerdotes le
hayan pagado a unos sicarios para que los matara, porque Dios no les iba a
perdonar el suicidio.
Colombia, entonces, no existe. Por algo
debe ser que los estadounidenses dicen que Sofía Vergara es de Columbia, sí, la
Universidad de Columbia, porque Colombia no existe y no nos habíamos dado
cuenta. Colombia debe ser un cuento de ese tal García Márquez, un escritor tan
bueno que no puede ser cierto que haya nacido aquí, en un país que dicen que es
muy rico en recursos naturales, pero en el que ocho millones de personas sufren
de hambre -según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y
la Alimentación (FAO)-.
Esta pesadilla llamada Colombia sólo
puede existir en la ficción. "Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza de polvo y tiempo y sueño y
agonía?", dijo Borges. Santos es, entonces, el personaje que logró ser
consciente de su autor, como si el Quijote, en algún momento del libro, hubiera
descubierto a Cervantes y lo embistiera con su lanza. Pero, en este caso,
Santos embistió con su lanza y, sin darse cuenta, se la clavó él mismo. En el
culo. (Recibido en mi correo).
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