Se trata de la compra masiva de tierras en países como Brasil, Argentina, Costa Rica, países centroamericanos y africanos, incluyendo asiáticos y en general en países donde la tierra aún hace parte de sus políticas feudales y están a disposición del mejor postor.
En efecto, los países industrializados ven con preocupación la falta y el encarecimiento continuo de las carburantes fósiles para el mantenimiento de su industria automotriz que en países como Estados Unidos, China, Japón y los países europeos representa altos porcentajes de empleo de mano de obra, generación de divisas y garantiza, en el caso europeo, el Estado del Bienestar, ahora en caída libre debido a la crisis económica mundial.
Muchos países desarrollados son rehenes de países productores de petróleo que escapan a sus tentáculos de dominio geopolítico. Los propios Estados Unidos encabezan esta clase de países rehenes igual que China, la hoy llamada primera potencia mundial. De tal manera que una de las soluciones son los biocarburantes.
El descubrimiento de que los carburantes no sólo se obtienen de materiales fósiles, sino de los cereales también, ha dado origen a una apresurada geocoloniazación de consecuencias aún imprevisibles en el mundo subdesarrollado. Los países árabes petroleros, norteamericanos, los europeos y los “tigres” asiáticos, se han lanzado con una sed insaciable a la compra de tierras en la mayoría de los países pobres.África es uno de los continentes más amenazados con esta nueva colonización.
Las tierras para cultivo de cereales, granos y productos agrícolas que pueden ser utilizados para la elaboración de biocarburantes no es suficiente en sus países. Acaso puedan producir lo suficiente para el consumo humano. De tal manera que no les ha quedado otro camino que recurrir a la compra de tierras allende sus fronteras.
Argentina, uno de los países latinoamericanos, junto a Costa Rica, que más tierra han vendido a los chinos y a los Emiratos Arabes, han tenido que reconocer que este es un problema grave de soberanía y han empezado a legislar para prohibir esta clase de negocio entre países ricos y países pobres.
Según denuncia Le Monde Diplomateque en Español, hay países en África en donde un tercio de su territorio ya está en manos de los nuevos neocolizadores del mundo.
Las legislaciones nacionales aun no incluyen en sus articulados la protección de sus tierras ante la demanda masiva internacional para preservar sus territorios de estas acciones, que en la práctica representa ni más ni menos una nueva forma de colonización.
Algunos países preveían que la llegada de capital extranjero para el cultivo de las tierras vendidas y el posterior procesamiento para la producción del biocarburante sería rentable para sus economías. Pero las cosas no van por ese camino. Cientos de miles de técnicos, ingenieros, directivos y mano de obra no calificada procedentes de China están invadiendo el continente africano y parte de los países latinoamericanos que han caído en esta nueva forma de dependencia. Mano de obra calificada y descalificada que operan bajo las legislaciones de sus países de origen. Por el momento no existen normas que regulen los procesos de producción, tanto en lo laboral como en lo relacionado con el medio ambiente.
Colombia, junto a Venezuela, Bolivia y Ecuador, no están por el momento en la mira de los inversionistas mundiales. Y Colombia en especial. El motivo, la violencia generalizada en el campo colombiano. La guerra se han convertido, quiéranlo o no, en un muro de contención de la geocolonización. El enfrentamiento militar y la violencia política que genera millones y millones de desplazados y el acaparamiento de la tierra por parte de los vencedores como botín de guerra, no es garantía para los inversores extranjeros. De allí la enorme importancia de derrotar a los actores armados en nuestro país para dar paso a las políticas entreguistas que se han practicado sin escrúpulos en Colombia desde hace muchos años.
El campo colombiano no está preparado para estas prácticas. Y si por el momento el conflicto armado a detenido este fenómeno globalizado, tendremos que acabarlo tarde o temprano, y para ese momento, quienes tienen la responsabilidad de generar conciencia política, deberán haber hecho lo suficiente para que sin conflicto armado Colombia escape a esta nueva amenaza internacional.
El mundo tiene sed de carburantes. Hay que producirlos no importa la hambruna que puedan generar en el planeta. El parque automotor tiene prioridad sobre los humanos. Producir cereales para elaborar combustible para los ricos tiene futuro, genera riqueza, produce poder. Ya se las ingeniarán para comprar las tierras colombianas y habrá siempre las manos “generosas” con el capital internacional para entrar en la nueva forma de dependencia que ha generado la industrialización mundial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario