"Nosotros tenemos la oportunidad de construir un puente Arco Iris hacia la edad de oro. Para hacer eso, debemos hacerlo juntos con todos los colores del Arco Iris, con todos los pueblos del mundo.
Nosotros que estamos viviendo sobre la Tierra hoy día, somos los Guerreros del Arco Iris que enfrentaremos el desafío de construir ese puente."
"Las tareas que les esperan a los Guerreros del Arco Iris serán muchas y mayúsculas. Habrá enormes montañas de ignorancia que será necesario vencer; se enfrentarán contra prejuicios y odio. Tendrán que ser dedicados, firmes en su fortaleza y tenaces de corazón. Porque en su camino hallarán mentes y corazones dispuestos a seguirlos en esta senda que le devolverá a la Madre Tierra toda su belleza y su plenitud. Ese día llegará pronto, ya no está lejos..."
Ese día llegará pronto, ya no está lejos. Llegará el día en que nos demos cuenta de que todo lo que somos, nuestra existencia misma, se la debemos a las gentes que han reservado su cultura y su herencia, a esas personas que han mantenido con vida los rituales, las historias, las leyendas y los mitos. Y será gracias a este conocimiento que ellos han preservado, como volveremos a estar otra vez en armonía con la Naturaleza, con la Madre Tierra y con la humanidad misma. Y descubriremos que este conocimiento es nuestra clave para la supervivencia.
Éstos serán Los Guerreros del Arco Iris y ésta es la razón que me impulsa a proteger la cultura, la herencia y los conocimientos de mis antepasados.
Anciana Cree ‘Ojos de Fuego’
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ANCIANA CREE ‘OJOS DE FUEGO’: Gracias, niña mía, claro que soy tu abuelita, claro que sí y has pasado en mi regazo tantas tardes, escuchando historias de nuestro pueblo Cree. Tantas… y hay una que es la Historia de los Guerreros del Arco Iris, que es muy conocida entre ustedes.
Lo que me gustaría, con tu consentimiento, es expresar mi sentir de Mujer Sabia, de Anciana Sagrada, porque me respeto a mi misma, me honro a mi misma. Reconozco mi propia divinidad en cada gesto de mi conciencia.
Ay, queridos hijos e hijas de esta humanidad doliente, ¡cuánto daño ha causado la codicia de la mente, separada del corazón.
Miran a su alrededor y no reciben más que imágenes de dolor, de sufrimiento de angustia, de padeceres infinitos, si no es por una causa es por otra, que les
impiden florecer como verdaderamente son.
En ese separarse del sentir, fueron agrediendo todo lo que tenían a su alrededor. Primero se agredieron a si mismos, al dejar de reconocerse en quienes son, para poner los ojos fuera de ustedes y aceptar lo externo como la verdadera y en ese afán, el Hombre Blanco principalmente, al que llamo Yo-ne-gi, se ha encargado de enarbolar la bandera de la destrucción.
Ríos muertos, aguas podridas, aires imposibles de respirar, selvas diezmadas, la mayor catástrofe ambiental de toda la Historia de la Tierra causada por ustedes mismos.
Estas palabras no son para generarles culpa, porque con la culpa no se consigue absolutamente nada. Aquí se trata de un llamado al corazón, un llamado a la reflexión interior para que detengan esa voracidad, esa depredación sobre ustedes mismos, sobre su entorno, sobre sus relaciones, sobre todo lo que manifiestan.
Devoran, devoran, devoran, devora, devoran…. Insaciablemente y no se dan cuenta de que están muertos por ello. Hoy la Humanidad es una Humanidad muerta porque no se reconoce en quien es, porque vive de la depredación, porque es su fascinación seguir avanzando por ese camino en aras de unas minucias, de unas monedas, de unos espejismos de grandeza, de abundancia que no son tales, que son miseria, para sí mismos y para los demás.
Sin embargo, no todos actúan de esa manera. Hay entre ustedes, algunos seres en esta Humanidad, que silenciosamente laten y sostienen el pulsar del sentir donde escuchan mi voz, donde escuchan la Voz de la Madre, donde buscan la respuesta a lo que necesitan, donde no depositan en la mente la guía de su vida, sino en el sentir del corazón.
Y entonces, TODO CAMBIA. Se hacen amigos inseparables de sí mismos, defensores de quienes son, se plantifican como árbol bien enraizado como diciendo: ‘este soy yo’. Yo soy quien yo soy y desde ahí se sostienen en los embates que el entorno les da, porque no toleran ver a alguien parado en la verdad.
Sin embargo va surgiendo un árbol aquí, otro allá, otro acullá, y en ese desierto que hoy es la Humanidad, hay árboles enhiestos que empiezan a florecer.
Años y años y años de enfrentarse a ese ambiente hostil y sin embargo, ahora es cuando comienzan a dar sus primeras flores y frutos.
Esos son los Guerreros del Arco Iris. Ellos llevan la fuerza de la Vida en su interior. La comulgan, la honran y también la honran en si mismos, honrándola en su entorno. Haciendo sabio uso de los recursos, alimentándose frugalmente en lo que necesitan, cuidando cada porción de lo que viene a su servicio porque perciben que están cuidándose a si mismos y porque además se saben guardianes conscientes de la Vida.
Esas flores que se abren cuando son fecundadas con el Amor, dan frutos bellos jugosos, repletos de semillas, que al caer al suelo, con el nutriente del Amor, en ese suelo yermo, ya marchito, ese nutriente, esos frutos alimentan a esas semillas que finalmente comienzan a crecer y que serán los árboles magníficos de esta Nueva Humanidad que comienza a surgir.
Son muchos los embates que reciben y que van a recibir, pero bien vale el embate para mantenerse en la presencia de quienes son. En esa manifestación única, divina, magnífica, que cada ser es en sí mismo y que TANTA maravilla tiene para compartir en su entorno, para llevar esa floración, para fecundarse y dar una descendencia de espíritu, de corazón, que nuevamente va a traer el Vergel a la Tierra.
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