Texto de Ampa Galduf/arquehistoria
La última audiencia pública en la que el Papa ya emérito, Benedicto XVI, se despidió de todos sus fieles ha tenido lugar, como no podía ser de otro modo, en la majestuosa plaza de San Pedro en Roma, epicentro Vaticano donde la Iglesia Católica celebra sus más solemnes liturgias ante el gran templo de la Cristiandad, la Basílica de San Pedro. Una explanada proyectada por Bernini entre 1656 y 1667, del modo más evidente, para exaltar el poder pontificio y para acoger grandes congregaciones de fieles.
Resulta paradójico que uno de los iconos más destacados en la estampa de esta monumental plaza romana, epicentro espiritual de la cristiandad y símbolo del poder papal sea de un claro origen pagano. Hablamos del gigantesco obelisco, situado en el corazón de la misma.
El obelisco Vaticano es el único que se conserva intacto en la capital romana que no ha caído desde los tiempos de la antigua Roma, cuando se hallaba en medio del Circo Maximo. En el siglo XVI , fue recolocado siendo trasladado tan sólo unos metros y desde entonces, se erige imperturbable al tiempo, en el centro de lo que hoy forma la plaza de San Pedro de Roma.
El obelisco Vaticano es reconocido como un gran “testigo mudo” recuerdo, algo difuso ya, del martirio de muchos santos de cristiandad, en especial el del príncipe de los apóstoles quien se encuentra enterrado bajo la Basílica.
EL OBELISCO DE LA PLAZA DE SAN PEDRO
La fiebre egipcia del s.XIX desatada por Napoleón, cuyos descubrimientos en la tierra de los faraones maravillaron al mundo occidental, hicieron que a lo largo de este siglo se idearan curiosas formas de transporte para trasladar antiguos obeliscos egipcios hacia Europa o los Estados Unidos. Muchos lugares del mundo lucharon por tener un antiquísimo obelisco egipcio en alguna de sus plazas. Aunque, esta especie de furor por importar objetos egipcios ya venía de lejos.
Después del Renacimiento, ya se produjo cierto tráfico a través del Mediterráneo de toda clase de objetos egipcios, que se habían puesto de moda, camino de palacios y calles de media Europa.
Pero mucho antes, en tiempos del Imperio, los romanos (tras la conquista de Egipto) habían heredado de los Tolomeos el gusto por los obeliscos para embellecer sus conjuntos monumentales, siendo innumerables las grandes agujas de granito que arrancaron de los templos egipcios para trasportarlas a Roma. Uno de estos obeliscos egipcios, fue mandado trasladar a Roma, hacia el año 40 d.C, por el emperador Calígula para ser instalado en su circo, el Circo de Caligula, posteriormente conocido como el Circo de Nerón en cuyas arenas, según las fuentes escritas, sufrió martirio el apóstol Pedro.
HISTORIA DEL OBELISCO DEL VATICANO
El obelisco de la Plaza de San Pedro es el segundo más alto de Roma, después del de Letran, y es el único que permanece intacto en el tiempo y de una sola pieza. Su origen a día de hoy sigue siendo incierto ya que es uno de los pocos obeliscos egipcios que no tiene inscripciones jeroglíficas.
Se cree que originalmente fue ordenado construir por algunos de los faraones egipcios de la quinta dinastía, más de mil años antes de Cristo. Se ha apuntado a que, probablemente, fuera erigido en Heliopolis,-antigua capital del Bajo Egipto-, con granito procedente de la cantera de Asuán. Después, la ciudad del antiguo Egipto, sufrió varias invasiones persas y tras la fundación de la nuevaAlejandría habría decaído quedando progresivamente deshabitada. Ya en los primeros siglos de nuestra era, la mayor parte de los monumentos que habían embellecido la antigua Heliópolis, como el gran obelisco del que hablamos, fueron trasladados a Alejandría.Es sabido que una vez en Alejandria, el emperador Augusto ordenó que el obelisco fuera erigido en el Foro Juliano de la nueva ciudad convertida en centro cultural del mundo antiguo.
CALÍGULA SE TRAJO EL OBELISCO A ROMA
Después el emperado romano Calígula, en su obsesión por los farónicos proyectos navales, hacia el año 40 d.C se fijó en la gran mole pétrea e hizo trasladarla en barco hasta Roma con el objeto de instalar la agua egipcia en su propio Circo, y dedicarlo al dios sol y a la memoria de sus antecesores Augusto y Tiberio. Después, en tiempos del emperador que prendió Roma, el circo de Calígula pasaría a convertirse en el Circo de Nerón y Maximus, el primer y mayor circo de Roma.
INGENIERIA MEDIEVAL PARA REUBICAR EL OBELISCO
No fue hasta 1585 cuando un Papa, Sixto V, en su propósito de embellecer Roma encomienda al genial arquitecto italiano Domenico Fontana (1543-1607) cambiar la ubicación del obelisco desde el antiguo
El proyecto de Fontana básicamente consistió en encofrar el obelisco utilizando una estructura de madera, desmontarlo y transportarlo sobre una base de troncos. Después la pesada aguja fue levantada en su nueva ubicación mediante un sistema de poleas para lo que los hombres necesitaron todo un año. La operación fue un éxito. La fantástica proeza habia conseguido reubicar el obelisco egipcio de 327 toneladas de peso a la Plaza San Pedro, frente a la Basílica Vaticana, donde se encuentra erguido desde el 10 de Septiembre de 1586. Fue una muestra de ingeniería teniendo en cuenta los medios de la época, para la que se emplearon 900 hombres, 75 caballos, innumerables poleas y centenares de metros de cuerda.
Los métodos de Fontana para levantar el obelisco se encuentran descritos en su trabajo “Del modo tenuto nel transportare l´obelisco Vaticano” que han llegado hasta nosotros en perfectas condiciones.
El arquitecto también construyó la Biblioteca Vaticana y sus trabajos que se encuentran documentados en numerosos frescos de la misma.
AGUA A LAS CUERDAS!!
Cuenta la tradición oral que durante aquella dura jornada de esfuerzo fue muy necesario mantener la concentración. Los hombres tenían orden de mantener silencio absoluto bajo amenaza de muerte a quien se atreviera a romper el silencio. Los obreros comenzaron a izar la descomunal piedra de granito, pero debido a la fricción y en el momento de mayor peso, de las cuerdas saltaron chispas y comenzaron a ceder. De repente, se escuchó entre el sudor frío y callado de la plaza el grito de un marinero genovés, Benedetto Bresca, quien se atrevió a romper el silencio :
‘Daghe l’aiga ae corde‘, es decir ‘agua a las cuerdas’...
Bresca sabía que las cuerdas de cáñamo se rompen si no se las enfría. El valiente marinero se arriesgó desafiando su propia muerte, levantando su voz. Así fue como las sogas se encogieron y se pudo levantar al fin, el pesado obelisco.
Según el egiptólogo Labib Jabachi, en el Circo de Neron innumerables Cristianos, incluido el propio San Pedro fueron cruelmente asesinados y esa es la razon por la cual se encuentra aun alli, el gran obelisco, en memoria de su martirio ya que junto a él se cree que fue crucificado el apóstol. La aguja del Vaticano aparece en todos los dibujos y grabados relativos a las peregrinaciones a la famosa basílica.
LOS HUESOS DE JULIO CESAR
En la Edad Media, existió otra leyenda sobre , la esfera de bronce situada en lo más alto del obelisco contenía en su interior los restos del gran Julio César, pero durante los trabajos de recolocación en la plaza del Vaticano se inspeccionó a fondo, sin encontrar nada, por lo que el Papa Sixto V, lo reemplazó por una cruz de bronce de Cristo que se asienta sobre una estrella, a la que posteriormente en 1740, se le abrió una cavidad para colocar en su interior ciertas reliquias. Posteriormente en 1818 fueron instalados los leones que decoran la base.
ROMA LA CIUDAD DE LOS OBELISCOS EGIPCIOS
Detalle del Obelisco egipcio Lateran más alto de Roma y el obelisco del Antiguo Egipto más alto de los que queda en pie.
Roma es la ciudad que cuenta con mayor número de obeliscos egipcios del mundo, un total de trece, aunque la historia de cada uno ellos sea algo difusa. Muchos de esos obeliscos que quedan en Roma fueron parcialmente destruidos a consecuencia de los saqueos e incendios de los barbaros, y esperaban el dia de su restauración. Los distintos papas, a lo largo de la historia, trataron de reunir los fragmentos de esos obeliscos, que aunque ya no son de una pieza, se colocaron en las plazas de Roma con una nueva utilidad estetica, que no habian tenido hasta entonces.
Los obeliscos romanos ocupan hoy, por lo común, el centro de una plaza y suplen la carencia de estatuas o fuentes monumentales. En el caso de la Plaza y de la Basílica San Pedro, Bernini tuvo que reducir su escalinata sólo a la parte central ya que que era tan larga como la misma fachada de la Iglesia. Hizo demoler la escalera preexistente, excavó el terreno y bajó todo lo que pudo el suelo para que fuera equivalente al del obelisco.
La famosa Plaza de la Concordia en París es una copia de esta plaza ya que tanto el obelisco como las fuentes y su distribución son idénticas a las de San Pedro.
Otra gran ciudad que además de Alejandría y de Roma, fue destino del traslado de estos grandes obeliscos desde los antiguos templos faraónicos, fue Constantinopla, la nueva Roma edificada por Constantino en el Bósforo.
Como último dato, decir que este obelisco es también un reloj de sol. En el 1817 se pusieron varios discos de mármol en el suelo de la plaza formando la rosa de los vientos y una meridiana.
Como colosal testigo mudo, sigue erguida, en el mismo centro de la Plaza romana, la magnífica agua egipcia donde antaño estaban las arenas y las gradas del circo, para impresionar a los que desde tiempos antiguos visitaran los lugares santos de la Ciudad Eterna.
Más de 4000 años de historia se encierran en el Obelisco Vaticano que hoy decora la Plaza de San Pedro, uno de los lugares claves de la Cristiandad y más visitados del mundo que sigue siendo testigo mudo de los acontecimientos de la humanidad y que recibirá al nuevo Papa del s.XXI.
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