(Por Julio Andrés Pagano)
La armonía, el color, la magia, la belleza y la energía del amor fluyen dentro de estas palabras para ayudarnos a recordar que la clave para volar no consiste únicamente en abrir el corazón para sentir, también implica cambiar la percepción para redescubrir nuestras alas y moverlas. Podemos elegir la manera de vivir. Hagamos de esta encarnación una experiencia fascinante. Hay una gloriosa Tierra que se puede vislumbrar si contemplamos la vida con los ojos del alma.
Como parte de un emocionante proceso evolutivo que internamente nos posibilita ascender, aceptamos limitarnos por la chatura de un enfoque consumista y desalmado que hoy nos lleva a comprender lo que representa la deshumanización llevada al extremo. ¿Qué podemos hacer para trascender esta realidad tan densa y fragmentada? Podemos cambiar. Podemos elevar la vibración y agradecerle a la mente, desde el corazón, por la transformadora lección brindada.
Aceptar que fuimos partícipes necesarios para cristalizar este escenario de locura, indiferencia y destrucción nos vuelve a empoderar, nos vuelve a iluminar. Nos permite despertar y ser cada día más sensibles, amorosos, compasivos y conscientes. Nada sucede por azar. Vinimos a este plano a religar, pero para poder hacerlo debíamos experimentar la intensidad de los extremos, que movilizan para que seamos la paz del punto medio donde reina, sabiamente, el equilibrio.
Es hora de empoderarnos y brillar. Es tiempo de inspirar humanizando. Todos tenemos el don de resignificar e internalizar lo que vivimos desde una perspectiva bien diferente, en donde las dificultades no se ven como piedras que nos impiden peregrinar, sino como escalones que nos ayudan a avanzar, pues dentro tienen enseñanzas que al desvelarlas nos elevan. De este modo la vida se presenta como una espiral ascendente, que creativamente nos impulsa a ir por más.
¿Qué estamos esperando? Expandamos nuestra visión. Honremos todo lo vivido, bendigamos lo aprendido y religuemos mente y corazón. Usemos la imaginación. Animémonos a volar, para disfrutar de la libertad del vuelo. Ya basta de seguir nutriendo a la angustia, la pena y el dolor. Vibremos alto. Volvamos a reír. Empecemos a colorear. Hagamos relumbrar nuestros caminos. Hay una gloriosa Tierra que se puede vislumbrar si contemplamos la vida con los ojos del alma.
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