domingo, 19 de febrero de 2012

Arqueología Acústica: Sitios y Sonidos de la Prehistoria

Arqueología acústica: Sitios y sonidos de la prehistoria

¿Nuestros antepasados construyeron para las orejas, además de para los ojos? Trevor Cox lanza sus controvertidas afirmaciones de arqueología acústica.


«El viento, jugando con el edificio va silbando su melodía, igual que la nota de una gigantesca arpa de una sola cuerda. Ningún otro sonido viene de allí ... En lo alto, algo hace que el cielo se oculte, algo que parece un gran arquitrabe uniendo los pilares horizontalmente. Con cuidado penetraron por debajo y entremedio, las superficies devolvían el eco de un suave murmullo, aunque ellos estuviesen aún alejados de las puertas ... »

ESTA atmosférica descripción de un "templo de los vientos", proviene del clímax dramático de la novela de Thomas Hardy “Tess of the d'Urbervilles”. El escenario es Stonehenge, posiblemente el monumento prehistórico más famoso de todos. La imposición de su anillo de piedras es visible a varios kilómetros sobre la llanura de Salisbury al sur de Inglaterra. En el día del solsticio de verano, su periferia "Heelstone" se pone exactamente en línea con los rayos del sol naciente. Un ejemplo más del perfecto impacto visual que sería difícil de encontrar en cualquier otro antiguo monumento.

¿Echamos a faltar algo que tanto Hardy como nuestros antepasados prehistóricos sí habían entendido? Algunos arqueólogos han empezado a pensar así. Ellos arguyen que los efectos de sonido eran importantes, incluso decisivos, un factor a tener en cuenta para saber cómo los primeros humanos eligieron y construyeron sus viviendas y los lugares sagrados para su ubicación. Cuevas que cantan, templos mayas que gorjean, túmulos funerarios que tararéan: todos se rinden a la evidencia de lo auditivo, no sólo a lo visual, es lo que determina las normas de construcción del pasado. Pero, ¿qué es la ciencia del sonido?

Al evaluar las declaraciones de la "arqueología acústica", uno se encuentra rápidamente con un problema fundamental: el sonido se efímero. Los fragmentos de cerámica, monedas, huesos y pedazos de edificios pueden sobrevivir durante siglos, esperando ser analizados, interpretados y hasta reinterpretados. Los sonidos del pasado, sin embargo, hace tiempo se apagaron. Cuando los registros históricos hacen mención a la intención de acústica en el diseño de estructuras, estas declaraciones se basan a menudo en una medición defectuosa. Volviendo a la prehistoria, de la que no tenemos el lujo de saber lo que pensaban nuestros antepasados y, a menudo, ni siquiera una idea clara de la disposición original ni las propiedades acústicas de las estructuras que estamos interpretando.

No obstante, si existe una idea razonable de que el sonido tuvo que ser importante para nuestros antepasados, quizá más de lo que ahora es para nosotros. "Hoy, los sonidos nos engullen y hacemos mucho ruido", señala el arqueólogo británico Paul Devereux, defensor de estas declaraciones de la arqueología acústica. "Somos visualmente muy sofisticados, pero acústicamente muy primitivos". Nuestros antepasados, por el contrario, eran "más serenos y atentos en el plano acústico, en un mundo más calmo". Sin luz artificial, la escucha atenta sería imperativa, para evitar sorpresas nocturnas de los depredadores. Por otra parte, en una época antes de escritura, la información era casi siempre comunicada por vía oral. Parece razonable que los humanos prehistóricos hayan prestado más atención a los paisajes acústicos de lo que hoy lo hacemos. "Los sentidos, en general, estaban más integrados", dice Julian Thomas, arqueólogo de la Universidad de Manchester, Reino Unido. "No fue sino mucho más tarde, en los últimos siglos, que la visión se separa de los demás sentidos. Hoy en día tendemos a dar prioridad a la visión."

Escuchando las piedras

También sabemos que nuestros antepasados apreciaban la capacidad de explotar su entorno para crear sonidos. El descubrimiento de tres flautas en 2009, en una cueva del suroeste de Alemania, es lo que mejor se conserva de los orígenes de la música de mediados del Paleolítico, hace 40.000 años atrás, hechas con el hueso de la ala de un buitre y con cinco agujeros para los dedos.

Los litófonos, o gongs de piedras, creaban un tono al golpearlos que los identificaban en todo su mundo. La cueva de Fieux à Miers, al sur del Pirineo francés, destaca con sus dos metros de alto que resuena como un gong al ser golpeado. Las fracturas recalcificadas sobre el litófono indican dónde fue golpeado en las fechas remontas del paleolítico superior, hará unos 20.000 años (Oxford Journal of Archaeology, vol 4, p 31). Pero existen ejemplos al aire libre, como el Kupgal Hill, en el estado de Karnataka, al sur de la India, donde una construcción de rocas dolerita emite fuertes señales acústicas cuando se golpea con piedras de granito. Nicole Boivin, de la Universidad de Oxford, sugiere que los chamanes podrían haber utilizado los gongs de piedra durante los rituales formales. La datación de las marcas de desgaste en los cantos rodados resulta imposible, pero la presencia del arte con las rocas del Neolítico indica que, el sitio fue utilizado durante miles de años (Antiquity, vol 78, p 38).

La imaginería de las pinturas rupestres, marcas y grabados, también ofrecen tentadoras pistas sobre cómo los seres humanos prehistóricos podrían haber explotado su entorno para crear sonidos. Legor Reznikoff, de la Universidad de Nanterre, París, ha analizado las cuevas de Rouffignac, al sur de Francia y ha demostrado que las pinturas se encuentran ubicadas donde interesa que los efectos sonoros sean más escuchados. Devereux, en su libro “Stone Age Soundtracks” [Sonidos de la Edad de Piedra], cita numerosos ejemplos de todo el mundo, donde aparéntemente existe la premeditación en la colocación de petroglifos y pictografías, incluso lugares donde el arte que se pinta en las paredes de la roca cóncava dan lugar a ecos diferentes.

Alzando voces

El análisis sistemático de tales lugares son pocos y distantes entre sí. Rupert Till, musicólogo de la Universidad de Huddersfield, Reino Unido, dice que la arqueología acústica está donde se hallaba la arqueología convencional hace un siglo o más. "Esta disciplina aún está en su infancia."

Una cosa es mostrar que nuestros antepasados eran conscientes de su entorno acústico, y otra es demostrar el diseño acústico intencionado de su entorno. Tan pronto como los seres humanos comenzaron a construir sus propias viviendas y otras estructuras, esta cuestión de la "intencionalidad" ocupa un lugar preponderante.

Uno de los objetivos de este debate radica en los espacios cerrados, como los túmulos funerarios, los templos subterráneos y las cámaras funerarias excavadas en la roca y en la tierra. En la década de 1990, Devereux y sus colegas, midieron la acústica de seis sitios del Reino Unido e Irlanda, que dataron alrededor del -3500 a -400, y encontraron que todos ellos tenían frecuencias de resonancia entre 95 y 120 hercios, dentro del rango de una voz masculina. Dado un canturreo en la frecuencia correcta, se puede planear la forma de la resonancia acústica, para oir un sonido estridente en un lugar y fuerte en otro, un efecto de sonido espectacular e impresionante (Journal of the Acoustical Society of America, vol 99, p 649). "Ciertamente, esto podría haber sido una experiencia sensorial intensa", señalaba Thomas, acentuado quizá por un espacio hacinado, la poca luz y el hedor de cuerpos en descomposición.

Devereux, piensa que esto no es casual: los espacios fueron sintonizados para maximizar el impacto acústico del ritual de canto. Los túmulos funerarios consisten en una cámara de piedra y el paso de entrada cubierto de tierra. En teoría, al menos, los constructores podrían mover las piedras alrededor y sintonizar la cámara antes de amontonar sobre ella la tierra, tal vez copiando los anteriores montículos funerarios con una acústica especialmente buena. Sobre los templos pre-incas del Perú, con fines religiosos, se han hecho afirmaciones similares (New Scientist, 06 de 2008, p 37).

La teoría es buena, pero no convence a todos. Matthew Wright, investigador de acústica de la Universidad de Southampton, Reino Unido, es mordaz en su comentario. "Si llegamos a la conclusión de que los montículos funerarios fueron diseñados especialmente para cantar, entonces podermos concluir que mi cuarto de baño también fue hecho para cantar", dice.

Till piensa que este argumento pasa por alto lo poco usual que eran estos edificios de piedra en el pasado, y por lo tanto subestima el esfuerzo de pensamiento para su construcción. Tanto él como Devereux, aceptan que la intención acústica en el diseño de los túmulos está lejos de ser probada, y que será difícil hacerlo de manera concluyente. Hasta sugiere que la prueba podría venir con la identificación de reiteradas características en los túmulos funerarios que cambian con el tiempo, lo que indicaría un proceso de desarrollo empírico.

No obstante, considera que algunas de las evidencias aportadas de antiguos efectos acústicos se juzgan con demasiada severidad. Si los artefactos o monumentos se ven bien, entonces creemos con muy poca evidencia sólida, que fueron diseñados para verse bien. Sin embargo, en el caso de que unos efectos de sonido interesen ser escuchados, se descarta o exigen pruebas que demuestren tal propósito acústico, tal vez, porque en nuestro ambiente moderno lleno de ruidos, seamos mucho más sensibles a las señales visuales que a las acústicas.

El consultor de acústica, David Lubmean, está de acuerdo. En 1998 sugirió que, el curioso eco que se reflejaba en los escalones de la pirámide El Castillo, en el sitio maya de Chichén Itzá, México, no era un mero accidente. Los escalones se habían diseñado, dijo, para generar un sonido que semejante al gorjeo de un quetzal, el ave sagrada de los mayas.

Muchos arqueólogos rechazaron su idea. "Y en parte es comprensible", señala Lubman. "Muchos extranjeros sin conocimientos científicos, en su ignorancia se promueven ideas supersticiosas." Pero lo acústico tiene un papel fundamental, para conseguir que los arqueólogos reconozcan el sesgo visual que aportan a sus estudios.

Vibraciones antiguas

Lo cual nos trae de vuelta a Stonehenge. En un monumento sin techo, de cualquier sonido que se produzca en su interior se puede esperar su dispersión vertical y que se pierda en el aire, ya sea directamente o después de reflejarse en el suelo. Sin embargo, las piedras del monumento ofrecen dos extrañas caras: mientras que los lados hacia el exterior están más o menos labradas, las superficies interiores están más picadas laboriosamente, de manera que ofrecen una sorprendente suavidad, ligeramente convexa, que las hace ideales para la reflexión de las altas frecuencias.

En una temprana y brumosa mañana de la primavera de 2009, Till y su colega Bruno Fazenda, de la Universidad de Salford, Reino Unido, medimos la firma acústica de Stonehenge, reventando globos para trazar las reflexiones dentro del monumento. Debido a que muchas de las piedras de Stonehenge se han perdido o se han caído, hicimos también unas mediciones para una reconstrucción de este monumento en Maryhill, Washington. Aunque este prototipo está construido en hormigón y sus acabados de superficie no replican exactamente las piedras originales, ofrece la mejor oportunidad de oir y medir Stonehenge, en una de sus configuraciones antiguas, de hace 4000 años.

Lo que midieron Till y Fazenda fue impresionante. "En realidad es como pasear por un espacio cerrado con una animada acústica", comentó. "Es un espacio muy bueno para hablar, porque las reflexiones de las piedras permiten que puedas escuchar por todas partes dentro de ellas, incluso si está escondido detrás de una piedra." Aplaudes en el espacio, y el sonido resuena alrededor de todo el monumento, ya que se va reflejando de piedra en piedra. La reverberación tarda 1,2 segundos en desaparecer por completo, lo típico de un teatro de ópera o de una escuela con un largo pasillo, pero sorprendentemente en un espacio sin techar.

¿Accidente o diseño? Till sugiere que nuestros ancestros podrían haber aprendido que determinadas superficies de trazo suave desprendían fuertes ecos, a través de la observación de las propiedades de otras piedras erguidas. Fazenda es más escéptico, y supone que lo más probable es que Stonehenge fuese construido con fines religiosos, y que nuestros antepasados explotaran la acústica para apoyar sus arengas y discursos.

Aquí, como en otros lugares, tal vez nunca lo sabremos con certeza, nuestros antepasados construyeron monumentos pensando en la acústica. "Nunca tendremos evidencias que prueben al 100% la intencionalidad acústica," comenta Till, "y esta incertidumbre aumenta aún más el interés, el misterio y el aura de los antiguos sitios." Déjate atrapar por Stonehenge en un momento de tranquilidad y será difícil estar en desacuerdo.


http://bitnavegante.blogspot.com/2010/08/arqueologia-acustica-sitios-y-sonidos.html

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