La iglesia católica, a lo largo de su historia y como toda construcción social, ha transitado por infinidad de variantes tanto en sus actitudes, acciones, como en respuestas y decisiones.
Las marcas de la inquisición, la persecución y tortura; las violaciones; sus vínculos estrechos con los sectores de poder a nivel global que propiciaron exterminios, por casos el desembarco e invasión al continente Latinoamericano, o el genocidio contra parte del pueblo judío; son marcas imposibles de tapar o desdibujar con la sola argumentación de las cuestiones evolutivas y temporales.
Las disputas por el poder en tiempos feudales, han dejado en claro que el modelo perseguido para el control de las voluntades, contaba con todas las alternativas posibles: la fuerza, el temor, la sumisión, etc. No han cambiado mucho los modelos, las estrategias y los fines.
Desde hace largas décadas la institución religiosa, a la que podríamos sindicar como la de mayor poder en el planeta, la iglesia católica, viene sufriendo una masiva deserción de feligresía y el mayúsculo y creciente descontento y repulsión por las acciones criminales llevadas a cabo por muchos de sus “ministros” (abusos, violaciones, etc.) en nombre de… vaya a saber en nombre de quién o de qué…
La última dictadura marcó una clara línea divisoria entre quienes, aún dentro de semejante institución, optaron por la vida, la lucha y la entrega, y quienes con acciones y/u omisiones fueron cómplices de secuestros, torturas, robos, asesinatos, desapariciones. América está atravesada por esta línea que, de un lado pone a los Romeros, Angellellis, Mujicas y del otro…a los otros…
En esos tiempos de represiones, resistencias, desapariciones y muertes, así como en otros, era imprescindible contar con la “bendición” eclesial. Algo que se daba y se da por descontado. En la disputa por el poder, es muy claro el lugar dónde debe posicionarse…
Cuando luego de una no muy prolongada espera, se da a conocer el nombre de quien sucedería al papa saliente, comenzó una avalancha formidable de fanáticos francisquistas que vieron la posibilidad de “negociar” su lugar en el paraíso, masificando la imagen de quien, durante mucho tiempo, fue sindicado como, al menos, cómplice por omisión con la última dictadura cívico-religiosa-militar…
Las cuestiones protocolares y las fanática euforias no han permitido clarificar la cuestión de tal designación y su correlato en estos tiempos de transformaciones político-sociales en el continente.
La imagen de un sumo pontífice tomando mate o viajando en transportes públicos y con un discurso desestructurado, que concita la atención mediática alienante, nos trae el negro recuerdo de nefastos políticos gobernantes asociados a la peor opción posible que destrozó o terminó de destruir las construcciones de sociedades más justas.
Los finales de los sesenta estuvieron marcados por la opción de las revoluciones. Ello, ante la posibilidad de perder el control de gobiernos y bienes, promovió la utilización de diversas estrategias para someter, detener y eliminar a los “revoltosos” del sistema impuesto. Los imperios dominantes a la cabeza, no dejaron de contar con los buenos oficios de un sector que siempre, también, promovió la obediencia, debida y no debida…
Luego de la década dictatorial, entre los ochenta y noventa, ya eliminados los sectores resistentes contra la imposición de un modelo de exclusión, de destrucción de los aparatos productivos, se prosiguió con el desmantelamiento del Estado que atendía desde las necesidades básicas de los ciudadanos, a los proyectos….
Ricardo Forster en una de sus reflexiones nos trae un poco de memoria y algunas preguntas: “…Sólo en nuestro continente se abrieron procesos popular democráticos capaces de cuestionar el orden global sin caer en reclamos reaccionarios sino reivindicando y reinventando las tradiciones igualitaristas que se derrumbaban en el resto del planeta bajo la hegemonía neoliberal. ¿Tal vez ese sea uno de los motivos no dichos de la visita papal a Brasil? ¿Preocupa la anomalía sudamericana? ¿Quiere revisar la Iglesia su asociación con los poderes hegemónicos o busca frenar la novedad de las experiencias continentales? ¿Es acaso casualidad que junto con el ascenso del neoliberalismo en América latina la Iglesia haya clausurado su etapa “progresista y tercermundista” acoplándose, sin inconvenientes, a los nuevos aires de época?..” 1
Esos cuestionamientos, así planteados, nos animan a vincular las visibles contradicciones discursivas del nuevo pontífice, como por ejemplo: el caso de escándalo financiero, donde son cesanteados dos obispos eslovenos; las acusaciones sobre pedofilia, abuso y violaciones por parte de clérigos. En esos casos se pide perdón y olvido…
Recordemos cuando en el 2010 se discutía y luego fue aprobada en el Congreso de la Nación Argentina, la Ley de Matrimonio Igualitario, alguna declaración del hoy popular francisco: “…“No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha política; es la pretensión destructiva al plan de Dios. No se trata de un mero proyecto legislativo (éste es sólo el instrumento) sino de una movida del Padre de la Mentira que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios”…” 2
En una impresentable carambola postural, últimamente expresó: “…"Si una persona es gay, busca a Dios y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo?"…” 3
Hay declaraciones, testimonios que pasan inadvertidos y que también hacen a la memoria; en ex jesuita Miguel Ignacio Mom Debussy testimonió: “…Muchos militantes del Peronismo de Base vivían en el Barrio Villa Mitre y trabajaban en el Colegio Máximo, durante los años culminantes del progresismo católico, en 1972 y 1973. Había también ex seminaristas. Estaban en comunidades orientadas por el sacerdote italiano Arturo Paoli”. Bergoglio se encargó de suprimir ese fenómeno. En la primera congregación provincial que presidió, en abril de 1974, dijo que los jesuitas debían evitar lo que llamó las “ideologías abstractas no coincidentes con la realidad” y reaccionar con “sana alergia cada vez que se pretende reconocer a la Argentina a través de teorías que no han surgido de nuestra realidad nacional”…” 4
La memoria siempre nos ayuda. No sólo a reflexionar sobre los acontecimientos pasados y sus consecuencias, sino que, además, nos permite visibilizar aquellas posturas, pensamientos, posiciones que se pretenden ocultar, disfrazar.
Por más descolgado que parezca y en relación a esto de la memoria, bien vale recordar cuando las elecciones en Venezuela que le dieron la victoria a Nicolás Maduro, francisco, al igual que el neoliberal y traidor capriles, pidió recuento de votos. Sólo como dato a tener en cuenta…
Sería sumamente interesante poder desentrañar mucho más respecto de este personaje que, no por casualidad comenzó a “visitar” en su carácter de máximo representante de la iglesia católica, los países que han optado por otros rumbos políticos-sociales, muy lejos de la sumisión pretendida por el clero.
Sería sumamente interesante y es necesario clarificar, desde la memoria a la actualidad, sobre los acontecimientos que podrán desencadenarse luego de esta visita papal al continente.
Las contradicciones nada tienen que ver con confusiones o cambios posturales, al menos en estos casos.
“…No podemos olvidar el papel que juegan las grandes religiones en las sociedades actuales (por mucho que quieran definirse como laicas). Lejos de priorizar aquello del amor al prójimo; se ha impuesto la resignación y la aceptación a los hechos de la vida como algo que no podemos controlar puesto que proviene de la voluntad divina (aunque ésta sea la voluntad de los poderosos)…” 5
Será que la misión del flamante o flagrante francisco es recordar a los pobres de América Latina, que tienen que volver a acomodarse en su lugar de recibidores de limosnas, y así dejar de aspirar a ser hacedores, protagonistas de sus propios destinos, desde los lugares del poder real. ¿Para qué querría un pueblo la beneficencia y el perdón de dios si ya no tiene que rogar, pues se ha hecho consciente de sus derechos y ha alcanzado una cuota de poder en los gobiernos que va lentamente garantizando reivindicaciones y reparando siglos de sumisión?
Estemos atentos y no descuidemos lo que hemos logrado en estos años de luchas, resistencias, militancias y compromiso, por más crucifijos que pretendan imponernos sobre nuestras libertades… Y, si se puede, de paso, no olvidemos los dolores que nos quedan, muchos de los cuales fueron infligidos por la ahora nuevamente “franciscana” iglesia…
Que así sea.
NORBERTO GANCI –DIRECTOR-El Club de la Pluma
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