lunes, 10 de junio de 2013

Ante los Transgénicos: Semillas de Esperanza


Ante los transgénicos: Semillas de esperanza

08/11/10 Por Tatiana Roa Avendaño

El negocio de las semillas transgénicas en el mundo está controlado en su totalidad por sólo seis empresas: Monsanto, Syngenta, DuPont, Dow, Bayer y Basf (Ribeiro, 2010), que son también transnacionales químicas que ofrecen todo el paquete tecnológico: semillas, herbicidas, insecticidas, etcétera y que controlan gran parte del mercado agrícola. Las políticas y los programas que se promueven desde los Estados para el impulso de los transgénicos están violando los derechos de los pueblos: a la libre determinación, a la participación, a la cultura, a la alimentación, a la autonomía, a la salud, a un medio ambiente sano (Semillas, 2010) y también los derechos de la naturaleza.
“Si cuido mi semilla, si defiendo la semilla, aseguro mi soberanía alimentaria, si nos la quitan perdemos no sólo la semilla sino el conocimiento que es lo que nos garantiza la soberanía alimentaria" - Testimonio de campesino de Santa Cruz de Lorica

El 23 de marzo de 2006, durante la 8° Conferencia de las Partes sobre Diversidad Biológica realizada en Curitiba, las mujeres del movimiento internacional La Vía Campesina, realizaron una protesta silenciosa dentro del imponente centro de convenciones para demandar la prohibición de las semillas «terminator» (1). Con este acto, las mujeres querían expresar el sentir y la resistencia de los pueblos a las denominadas “semillas suicidas”. De comercializarse, Terminator evitaría que los agricultores pudieran reutilizar su semilla a partir de sus cosechas, lo que los forzaría a recurrir al mercado de semillas comerciales. La acción de las mujeres y la presión de miles de campesinos que realizaron marchas diariamente frente al Centro de Convenciones logró mantener la moratoria (2) y detener la avanzada de estas semillas, que amenaza a los pueblos campesinos e indígenas.

La modificación genética de plantas para producir semillas transgénicas ha sido condenada ampliamente por los pueblos alrededor del mundo e incluso por instituciones científicas y académicas y por muchos gobiernos por considerarla una aplicación inmoral de la biotecnología.

En la actualidad millones de personas alrededor del mundo dependen de las semillas criollas las cuales se conservan en cada cosecha para iniciar un nuevo ciclo productivo. La semilla no es sólo fundamental para la producción de alimentos sino que también ha sido el sustento de la vida, las culturas y la salud de los pueblos. Mario Mejía (2010) dice enfáticamente: “la tenencia de las semillas representa autonomía, libertad, poder popular, independencia y autosuficiencia. La pérdida de las semillas criollas conllevaría la desaparición de las culturas agrícolas”. De ahí que con el tiempo hayan tomado fuerza las campañas y las denuncias que buscan detener los transgénicos por considerarlo una amenaza contra los territorios, fortaleciendo estrategias de defensa de las semillas nativas y promoviendo los intercambios, los trueques y las formas tradicionales de vida, todo ello acompañado con la movilización social.

El agresivo impulso de los transgénicos
Durante la última década, en América Latina y el Caribe se ha impuesto un modelo extractivista, que además de la intensiva extracción de minerales, también ha provocado una ofensiva de los agronegocios en muchos casos promoviendo el uso de lostransgénicos. De forma que en el continente se están implementado cambios en los marcos jurídicos para favorecer la entrada de los transgénicos y las semillas híbridas.

Se está llegando incluso a promover leyes o decretos que ilegalizan los sistemas de semillas criollas: el transporte, el intercambio, la reprodución y la multiplicación de las semillas (Vía Campesina, 2010). La prohibición de las semillas “de costal”, nombre que dan las campesinas y los campesinos colombianos a sus semillas nativas, coartará el derecho de los campesinos e indígenas para utilizar e intercambiar libremente sus semillas.

“Finalizando el 2009 el gobierno mexicano autorizó la siembra experimental de maíz transgénico en 12.7 hectáreas, rompiendo una moratoria de más de 10 años, a favor de las trasnacionales Monsanto, DuPont (propietaria de Pioneer Hi-Bred) y Dow. En 2010, sin tener los resultados de su supuesta experimentación, aceptó otra veintena de solicitudes de las mismas trasnacionales, a las cuales se agregó Syngenta”. (Ribeiro, 2010).

El negocio de las semillas transgénicos en el mundo está controlado en su totalidad por sólo seis empresas: Monsanto, Syngenta, DuPont, Dow, Bayer y Basf (Ribeiro, 2010), que son también transnacionales químicas que ofrecen todo el paquete tecnológico: semillas, herbicidas, insecticidas, etcétera y que controlan gran parte del mercado agrícola.

Las políticas y los programas que se promueven desde los Estados para el impulso de los transgénicos están violando los derechos de los pueblos: a la libre determinación, a la participación, a la cultura, a la alimentación, a la autonomía, a la salud, a un medio ambiente sano (Semillas, 2010) y también los derechos de la naturaleza. En Brasil, Syngenta plantó ilegalmente cultivos de maíz transgénico en áreas naturales protegidas poniendo en riesgo de contaminación transgénica la reserva natural, mientras en México (3) es conocido que el ADN de maíz transgénico ya contaminó las variedades nativas de maíz cultivadas por campesinos indígenas. La contaminación transgénica del maíz en México es muy grave ya que el maíz ha estado en la base de la economía, la cultura y la agricultura de los pueblos indígenas, pero también es el fundamento de la dieta del pueblo mexicano.

En muchos casos, la promoción de los cultivos transgénicos está asociada a procesos de militarización y ocasiona el desplazamiento de miles de familias campesinas. “Frente a la ocupación de protesta que realizó el Movimiento de los Sin Tierra, contrató una milicia armada que disparó a mansalva, asesinando a Keno, del MST” (Ribeiro, 2010).

No obstante, la fuerte oposición de las organizaciones sociales, se siguen imponiendo sistemas de registro de variedades, de patentes, de derechos de obtentor, de certificación obligatoria, etc. En México se suspende la moratoria a los transgénicos, en Colombia un paquete de medidas ilegaliza las semillas criollas o de “costal” y los cultivos de transgénicos se continúan expandiendo por el país, en general en el continente se promueven de forma agresiva las semillas “mejoradas” y las transgénicas. El poder de las transnacionales de las semillas es tan fuerte que impone sus intereses a los gobiernos e incluso a Naciones Unidas.
Los transgénicos hacen parte de la nueva Revolución Verde, asociada con otros asuntos como la concentración, acaparamiento y extranjerización de la tierra (4) y el impulso del agronegocio a través de los monocultivos, conllevado a una descampesinización del campo, al presionar la migración de la juventud y los hombres, de manera que las mujeres adquieren aún mayor responsabilidad de la reproducción y sostenimiento de la producción y los sistemas alimentarios.

Las salidas siguen en manos del campesinado

Durante la Cumbre Mundial de la Alimentación realizada en Roma en el 2002, La Vía Campesia y Amigos de la Tierra Internacional junto a otras organizaciones sociales, lanzaron la campaña mundial “Las semillas patrimonio común de la humanidad” (5). Esta campaña ha detonado alrededor del mundo múltiples expresiones creativas, productivas, simbólicas, culturales, económicas que buscan defender las semillas del control de las transnacionales. Estas iniciativas se realizan en ámbitos locales: ferias y fiestas de las semillas, intercambios y trueques locales y regionales, producción agroecológica, estrategias de recuperación de semillas, promoción de mercados locales agroecológicos pero también iniciativas nacionales o regionales: campañas, marchas, movilizaciones, acciones directas. Y las mujeres como ya hemos mostrado han sido centrales y determinantes en cada una de estas acciones.

La Vía Campesina reconoce iniciativas como la de la Casa Róga en Paraguay, los semilleros campesinos de Chile, las redes y campañas de semillas en Colombia, las redes y campañas en defensa del Maíz en México, las experiencias de reproducción de semillas de Bionatur y el MPA en Brazil. Todas estas iniciativa que promueven la conservación, reproducción y multiplicación de las semillas en manos de los pueblos se ha contrapuesto al control y el “secuestro” de las semillas en los bancos de semillas de los centros de investigación.
Aunque gobiernos y transnacionales continuarán presionando por promover leyes y proyectos para el impulso de los transgénicos, incluida la semilla suicida Terminator. La resistencia de los pueblos continua multiplicándose y creciendo, de la misma manera como las semillas se han múltiplicado, reproducido y recreado durante miles de años. Porque como bien dice La Vía Campesina “sin semillas no hay agricultura, sin agricultura no hay alimentación, sin alimentación no hay pueblos”.www.ecoportal.net

Tatiana Roa Avendaño, Ambientalista colombiana. Hace parte del equipo de trabajo de Censat Agua Viva – Amigos de la Tierra Colombia.
Artículo publicado en Alai, América Latina en Movimiento. No. 459, Nuevas tendencia del Agro, Quito - Ecuador, octubre 2010

Referencias:
1- El nombre formal de la tecnología terminator es Tecnologías de Restricción en el Uso Genético (TRUGs). Su diseño proporciona un mecanismo que apaga o prende genes introducidos previamente, usando inductores externos como químicos o estímulos físicos (por ejemplo, un golpe de calor). De forma sencilla, Terminator incluye genes para la esterilización genética. De esta manera, sería imposible que biológicamente los agricultores vuelvan a sembrar la semilla que cosecharon así deberán comprar a las empresas sus semillas.
2- En 2000, el Convenio de Diversidad Biológica de Naciones Unidas adoptó una moratoria sobre las semillas «suicidas», luego de que en 1998, el Grupo ETC, (entonces llamado RAFI) descubriera y denunciera las patentes Terminator. La respuesta fue una avalancha de protestas por parte de organizaciones campesinas, indígenas, ambientalistas y sociales a nivel mundial mientras algunos países y de la industría biotecnológica continuán presionando por levantar la moratoria.
3- México es el centro de origen del maíz.
4- El acaparamiento de tierra se ha vuelto un fenómeno común en el continente. Grandes empresas transnacionales, sociedades anónimas, fondos especulativos e inversionistas individuales han venido apropiándose de importantes extensiones de tierras
5- El nombre de la campaña en la actualidad es: “Las Semillas Patrimonio de los Pueblos al Servicio de la Humanidad”
Oct/2010 - Censat Agua Viva – Amigos de la Tierra Colombia -

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