lunes, 21 de febrero de 2011

La Tecnología de la Conciencia (The Technology of Consciousness)





La Tecnología de la Conciencia

The Technology of Consciousness

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Nuestra mente/corazón/cuerpo es una máquina compleja, o combinación interactiva de máquinas, diseñada para trabajar con y producir ciertas materias (energías). Ordinariamente no conocemos las posibilidades de este inmenso mecanismo, hay una teoría que, dado el conocimiento adecuado, podemos aprender y adquirir prácticas que logran estas posibilidades, prácticas que mejoran y finalmente perfeccionan el funcionamiento de la maquinaria. El resultado de esta perfección es un funcionamiento constante de superiores y más finas energías, habilitando nuestra conexión con la divinidad.


¿Pero qué tiene que hacer lo divino con la tecnología? Ciertamente lo divino, si es deseado, podría hacernos más creativos, o transformarnos a energías superiores y a un funcionamiento más fino...

La teoría es que el propósito de nuestra existencia es exigirnos cómo hacer esta transformación, no solos sino con ayuda, pero debemos hacer el esfuerzo, y debemos aprender cómo. La ayuda se da como dirección, indicaciones, una mezcla de sugerencias (unas buenas, otras malas, pero más una mezcla de ambas), y el desyerbar eliminando lo malo y cultivando lo bueno es una parte de nuestro aprendizaje, parte de nuestro esfuerzo.

Somos, entonces, diseños imperfectos pero capaces de perfeccionarnos, para ganar algo que buscamos muy profundamente. Y, quizás, al hacerlo, contribuimos a algo mucho más grande que nosotros. Por el diseño.
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La tecnología básica tiene tres etapas: destrucción, refinamiento y regeneración. En lo que se refiere al diagrama del alimento, la destrucción es la ruptura del material entrante (alimento, aire e impresiones). El refinamiento es la continua separación de materias más finas de las más toscas. La regeneración es el uso de ciertas de estas materias más finas por la conciencia superior.

El diagrama fundamental del cuarto camino, el eneagrama, ha sido antropomórficamente representado como el “diagrama del alimento”:



Este diagrama muestra cómo transformamos las materias más toscas, más pesadas a materias más finas, a energías superiores. Por ejemplo, el alimento que ingerimos finalmente se vuelve la energía sumamente fina, poderosa del sexo. En la terminología técnica del diagrama, la materia o “hidrógeno” 768, “do” 768, se transforma en hidrógeno 12, “si” 12.

Hasta cierto punto, la transformación de nuestras energías ocurre mecánicamente, es decir, no participamos conscientemente en el proceso. La energía del sexo se produce sin nuestro control. Pero hay otras partes de este diagrama, otros procesos en nosotros, qué podemos controlar conscientemente. De hecho, si no los asistimos, no ocurrirán.

Los puntos que podemos controlar son los procesos conocidos como “intervalos”. En los términos musicales que se usan en el diagrama de alimento, hay un intervalo (un semitono perdido) entre mi y fa, y entre si y do. Algunos intervalos están mecánicamente conectados, y algunos pueden ser facilitados grandemente por acción consciente.

Por ejemplo, si seguimos la línea del alimento que ingerimos, vemos a la altura de la boca donde se llama do 768, desciende al estómago donde el material masticado y más refinado se llama re 384, y vía el torrente sanguíneo venoso entra a los pulmones donde el material se llama mi 192. Aquí ocurre un intervalo, el intervalo mi-fa. La naturaleza ingeniosamente proporciona el “choque” necesario para cruzar el intervalo introduciendo una nueva octava en este punto, la respiración. La energía do192, la entrada del aire que respiramos, se combina con el producto de la digestión mi 192, en los pulmones, facultando al proceso de la digestión proseguir a fa 96 y así sucesivamente. El intervalo ha sido mecánicamente conectado, automáticamente, por nuestra respiración.

Si, en lugar de la digestión del alimento, seguimos la octava que empieza con nuestra respiración (inhalación), llegamos de nuevo a un intervalo, al mi, en este caso mi 48. Aquí, llegamos a un problema. Si la naturaleza pensó cruzar o no este intervalo es un punto muy discutible, los choques necesarios para cruzar este vacío nos están faltando. Están faltando porque no percibimos con la intensidad suficiente el mundo en que vivimos. Pero en cambio, en una especie de camino silencioso, podemos, sin embargo, aumentar conscientemente la intensidad de nuestras percepciones y así cruzar este intervalo, permitiendo refinar más allá mi 48, incluso a energías extremadamente finas.

La técnica que usamos para intensificar nuestras percepciones es el auto recuerdo. El auto recuerdo, propiamente hecho, vivifica nuestras impresiones entrantes (representadas en el diagrama por la línea que entra a la altura del ojo como do 48) dividiéndolas, y de hecho, duplicándolas. En este punto, dejamos la fisiología y empezamos a hablar de psicología. Las materias de hidrógenos 48, 12, y 6, son energías síquicas, y es esto lo que cultivamos. Aplicando el “choque” necesario para cruzar el intervalo, permitimos que no sólo la octava de la respiración continúe más allá de lo usual, sino que creamos la fuerza suficiente para que la octava de impresiones prosiga a su próximo intervalo, mi 12. El solo esfuerzo de auto recordar causa el refinamiento de las energías para proseguir en dos octavas que están por otra parte abandonadas.

El trabajo de los ojos es hecho,
ahora para algún trabajo con corazón

Work of the eyes is done,
now for some heart-work 
Rainer Maria Rilke

Además de lo que hemos hablado, y además del diagrama arriba mostrado, está la posibilidad de todavía otro “choque consciente”. Este esfuerzo está involucrado con el intervalo mi 12, qué está en la octava de impresiones, mostrada en el diagrama en la línea que empieza en el ojo. El esfuerzo requerido para habilitar mi 12 para continuar a fa 6 requiere una cierta facilidad con las emociones, y el resultado asegura las energías suficientes para habilitar nuestro superior funcionamiento posible.
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La energía es el lado mecánico de conciencia.
P. D. Ouspensky

Todo los hidrógenos 12 y 6 del mundo no nos ayudarán si somos incapaces de usarlos inteligentemente. De hecho, estas energías pueden ser peligrosas. Estas materias son muy volátiles y explosivas, formando sus propios cauces de descarga si no se usan, o ahondando los cauces existentes si se usan mal. Otras disciplinas, aunque inconscientemente, pueden generar y acumular algunos de estos hidrógenos superiores, sin embargo en la práctica los resultados tienden a ser puramente accidentales o, en todo caso, aplicarse sin entendimiento. Hay “caminos”, por ejemplo, en los cuales uno desarrolla materias más finas y luego las usa para visualizar imágenes extremadamente refinadas, imágenes que, debido al uso de materias más finas, parecen mucho más reales que nuestra vida ordinaria. De esta manera la gente se enamora de la ilusión, y se encuentra en un callejón sin salida sin saberlo.

O, como otro ejemplo, las personas pueden trabajar con el hidrógeno “equivocado”, por ejemplo si 12 en lugar de mi 12. Vemos esto en diversos intentos para controlar y “sublimar” la energía del sexo por medio de energías menos eficaces: el ejemplo clásico del monje que golpea su cabeza contra la pared de su celda en un esfuerzo desesperado por superar el poder de sexo que viene a su mente.

El trabajo en el cuarto camino debe, sobre todo, ser consciente. Debemos saber lo que estamos haciendo y por qué. No hay autoridad para mandarnos – un millar de pistas pero ninguna autoridad – así que debemos verificar cada paso del camino, aprender cada técnica pequeña o herramienta que encontremos, y así construir una práctica caja de herramientas y un mapa personal, probado y verdadero y de nuestro propio diseño. Pero necesitamos ayuda.
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Hay otra manera de ver la tecnología de la conciencia que también puede parecer al principio teórica, pero es por lo menos igualmente valiosa. Está basada en un mapa algo diferente a la máquina humana. En este caso, hablamos de tres partes (vistas anteriormente en el diagrama del alimento), divididas a su vez en tres partes (y esas tres partes se dividen a su vez también en tres partes pero no lo trataremos aquí). Sino que ahora hablaremos de estas partes sólo en términos de las funciones psicológicas Al hablar de esta manera, la parte superior que llamamos el centro intelectual, es lo que se conoce comúnmente como la mente o el pensamiento. La parte central es el centro emocional de nuestros “sentimientos”, una palabra pobre para describir algo que es diferente a la sensación. El tercio inferior es el centro de nuestro funcionar físico, incluyendo la sensación, el movimiento y el sexo. El trabajo del cuarto camino es armonizar estas diferentes partes.

“Hay, como lo hemos dicho muchas veces, tres tipos distintos de alma que residen dentro de nosotros, cada una con sus propios movimientos. Así ahora también, debemos decir en la misma vena, tan brevemente como podamos, que cualquier tipo que está ocioso y mantiene sus movimientos inactivos se pone muy débil, mientras que uno que sigue ejerciendo se pone muy fuerte. Así debemos mantenernos alertas para asegurar que sus movimientos permanezcan proporcionados uno al otro”.
Platón, Timaeus

La idea fundamental que quiero exponer aquí es el profundo conocimiento que la observación de nuestra atención – lo que requiere un conocimiento exacto y actual de la verdadera psicología que puede adquirirse después de años de estudio en el cuarto camino -  determina sin duda qué parte de los tres centros está activa en cualquier momento dado.

La importancia de esto yace en la comprensión que cuando nuestra atención viene de ciertas partes, opuestas a otras, nuestras posibilidades de ejercitar la conciencia, y armonizar el trabajo de los centros, se vuelven mucho mayores.

Hoy, como siempre, hay varios movimientos “espirituales”, que varían mucho en intención y eficacia. Muchas de esas enseñanzas se concentran en las funciones físicas, principalmente del centro de movimiento, centrando la atención en los movimientos controlados durante largos períodos de tiempo resultando en un aumento de los hidrógenos finos, permitiendo percepciones más refinadas y más potentes experiencias.

De algún modo se adivina que los movimientos en sí mismos son sagrados, pero el conocimiento de los centros y el funcionamiento de la atención que hacen posible estos resultados son completamente desconocidos. Casi cualquier prolongado control de la atención produce resultados, en parte por el hecho que restringe el habitual mal trabajo. Si, además, la actividad que requiere atención sirve en cierta medida de puente a un intervalo de una octava interna, los resultados serán más impresionantes, aunque una vez más, se conoce que el puente de un intervalo interno está faltando.

Pero las técnicas que se centran en el centro emocional también son relativamente comunes. Asistir a los servicios religiosos, por ejemplo, puede requerir que una persona se enfoque más en la conducta emocional y restrinja la expresión de emociones negativas durante una hora o más, no produce ningún resultado desagradable. O practicar una meditación oriental centrando la atención en la función intelectual, evitando derrochar energía en el sueño, en desviaciones inútiles y así sucesivamente, una vez más limita la pérdida de energía fina. Pero en general se supone que el objeto de la atención, un mantra por ejemplo, está produciendo resultado. Todo esto carece de conocimiento.

Para decirlo sencillamente, tenemos componentes intelectual, emocional y físico. Para empezar a beneficiarnos de esto, debemos entender que cada uno de estos componentes tiene a su vez un componente intelectual, emocional y físico. Y es en este nivel, este nivel secundario por decirlo así, que la naturaleza de la atención difiere, lo que nos permite determinar cuál es la parte que estamos usando, en qué parte estamos, basados en la naturaleza de nuestra atención.

Por ejemplo, podemos atender a nuestros pensamientos, podemos atender a nuestros sentimientos, podemos atender a nuestros movimientos, pero es con la parte intelectual de estas funciones que atendemos[1]. La importancia de esto es que las partes intelectuales de los diferentes componentes trabajan bien juntas, mientras que las partes emocional y física, trabajan aparte o, cuando se trata de trabajar juntas, hacen un lío de las cosas. Nuestro camino hacia la unidad se encuentra en la armonía de nuestras funciones de las partes, y esta armonía requiere nuestra atención.

Ahora, la forma en que esto se relaciona con el diagrama del alimento antes expuesto es que con el uso de estas partes intelectuales podemos “cruzar intervalos”, que podemos facilitar los “choques” necesarios para la producción de energía en aquellos puntos donde el choque no es proporcionado automáticamente por la naturaleza. El auto recuerdo es atención controlada, y atención controlada de un tipo muy especial. Nuestra atención se divide, y así se duplica, y no necesitamos detenernos en esto. Y, curiosamente, es con la atención a esta atención que podemos aprender el adecuado uso de estas finas energías. No podríamos haber inventado esta sofisticada, inteligente máquina. Ni siquiera haberla imaginado.



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John Raithel
Traducido por Carlos Rivera



[1]              Puede ser útil pensar en las partes intelectuales de los centros como la parte “atenta”, porque intelectual aquí significa algo muy distinto de lo que solemos pensar que es el intelecto. Por ejemplo, la parte intelectual del centro del movimiento puede verse en un ejercicio de Tai Chi, la parte intelectual del centro emocional en una apreciación de la belleza.

www.rahul.net/raithel/otfw/La_Tec_de_la_Conciencia.doc

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