Es mi intención, mediante este artículo, de carácter científico, no 'canalizado', ofrecer información de tipo periodístico, para discernir más abierta y críticamente, sin dejarse llevar por el miedo o el 'terror' claro está...
Según Bárbara Marciniak, a través de sus mensajes pleyadianos y, concretamente en su libro: 'Tierra', manifiesta que en otra línea del tiempo, la invasión ya ocurrió aquí en la Tierra, y ahora tenemos toda la ayuda de enviados especiales del 'futuro', justamente para re-editar la historia y que no se vuelva a repetir lo de ciclos pasados...
Ofrezco esta explicación porque, considerando que somos seres racionales y pensantes, es menester 'asumirnos y actuar como tales' y no dejarnos atrapar por emociones de tipo negativo... Es claro que el corazón siempre nos avisa y nos da las señales precisas; en lo personal, percibo que hay mucha 'fe' o 'dogmatismo' hacia seres que van a venir del espacio a 'rescatarnos'... Esto es comodidad y rechazo a desplegar nuestras propias capacidades crísticas..
Fraternal saludo,
In Lakech... (yo soy otro tú)
Gloria H.
http://armonicosdeconciencia.blogspot.com
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Alienígenas ¿amigos o enemigos?
http://factor302punto4.wordpress.com/2010/04/27/alienigenas-¿amigos-o-enemigos/
Otros detalles se nos escapan. ¿Quién sabe cuán a fondo argumenta a favor de la posibilidad de la existencia de vida en el Sistema Solar y más allá, hasta no ver el documental? En general, Hawking sólo especuló sobre vida extraterrestre microbiana. En la web del Discovery, el programa imagina herbívoros amarillos de dos patas, depredadores lagartiformes y bípedos con cabeza de sopapa. También muestra otras especies con un aspecto menos ofensivo a nuestra sensibilidad terrícola, como unos grises bioluminiscentes, cruza de pulpo y medusa, que nadan bajo los hipotéticos océanos helados de Europa, el menor de los cuatro satélites más conocidos de Júpiter.
Fin del contexto noticioso, que no es, como quedó dicho, el de un paper académico sino la gacetilla con que el Discovery promociona a su documental,Into the Universe with Stephen Hawking.
Como sea, la prudencia con que el científico aconseja tomar un posible contacto interplanetario ya ha sido diseminada por doquier gracias al efecto multiplicador que proporciona la autoridad de ser el científico más famoso del mundo después de Albert Einstein.
Algunos ufólogos han recibido las declaraciones de Hawking con una mezcla de gratitud y perplejidad: “¡Bien! Al menos admite la posible existencia de alienígenas”. En realidad no sólo eso, de ellas se deduce que podría aceptar que entre dos civilizaciones de culturas radicalmente dispares podría suceder algo parecido a la comunicación. “Pero ¿qué sabe Hawking sobre sus intenciones?” No faltará quien le reclame al cosmólogo bajarse de la silla de ruedas para “embarrarse las botas” antes de sembrar el pánico sobre el real objetivo de los inmaculados alienígenas.
Digamos ya mismo que el consejo de Hawking –el difundido, vaya a saber si literal- no fue tremebundo. No es distinto al que le puede dar un padre a su hijo: “No hables con desconocidos”.
No, la dictomía lagartos terroríficos versus crustáceos desprevenidos, a merced del peor régimen terrestre posible, no aclara las cosas.
Pero hay tres escenas emblemáticas del cine del siglo XX que echan luz sobre la cuestión. Una, el sacerdote que cayó fulminado en la primera La Guerra de los Mundos (B. Haskin, 1953) justo antes de exhibir el crucifijo. Otra, aquellos felices contactados que, sobre la terraza del Empire State, elevaban plegarias de bienvenida a los “Hermanos Superiores” antes de ser pulverizados por la nave insigna de Independence Day (R. Emmerich, 1996). Y, por último, la suelta de palomas chamuscadas por los marcianos de Tim Burton (Mars Attack! 1996).El cine ironizó sobre la ilusión del buen marciano antes y mejor.
Si bien no hay por qué dudar a priori de las buenas intenciones de los buscadores del contacto, ¿a cuento de qué tanta confianza? En este caso, no cabe reprochar más que una humana dosis de ingenuidad. En el mismo tren especulativo, ¿corresponde medir con la misma vara a las primeras generaciones de radioastrónomos y científicos del espacio? ¿Podrían ser las generaciones futuras víctimas de nuestra propia curiosidad? ¿O el error está en prejuzgar que todo lo extraño representa una amenaza potencial?
EL ABC DE LA DIPLOMACIA CÓSMICA. En 1957, el jurista norteamericano Andrew Haley, en el primer tratado de Derecho del Espacio, postuló una ley según la cual los seres humanos “deberíamos tratar a los extraños como ellos desean ser tratados y no como nosotros pensamos que deberían serlo”. En 1970, su colega Ernst Fasan, en su libro Relaciones con Inteligencias Alienígenas, escribió once reglas del llamado “metaderecho”:
2. En caso de perjuicio, el que provoca el daño deberá ofrecer indemnización plena.
3. Cada especie tiene derecho a la defensa propia.
4. Todas las especies inteligentes del universo gozan de igualdad de derechos.
5. Cada uno de los sujetos del metaderecho tiene el derecho de la propia libre disposición.
6. Cada especie tiene el derecho de reivindicar el propio espacio vital.
7. El principio de conservación de una especie no tendrá preferencia frente a la evolución de la otra.
8. Ninguno de los sujetos del metaderecho podrá exigir algo imposible.
9. Las estipulaciones del metaderecho son de cumplimiento obligatorio.
10. Ninguna de las normas del metaderecho deben ser respetada si su observancia tuviera por consecuencia el aniquilamiento de la especie comprometida por la obligación.
11. Es más un principio ético que legal, el que una especie venga en auxilio de otra en caso de necesidad (1).
Entre los argentinos, el jurista Aldo Armando Cocca, gestor delPlanetario Galileo Galilei de la Ciudad de Buenos Aires, escribió –también en 1957- una de las primeras Teorías del Derecho Interplanetario (2). Las ideas de Cocca se cristalizaron en 1987 en el primer Protocolo Internacional elaborado sobre el tema, titulado XII Tablas para Investigadores en Inteligencia Extraterrestre. Sus autores, entre quienes se destacaron el diplomático Michael Michaud y el astrónomo argentino Jorge Sahade, concluían que: a) “si bien la Humanidad no está lista para iniciar comunicaciones interestaleres” (…) “para evitar el impacto negativo que podría suceder a la recepción de una señal artificial desde el cosmos (…) es necesario que la humanidad esté informada y prevenida” y b) “El código de conducta para investigadores debe contener guías precisas que respondan, al menos, al siguiente principio: prudencia, verificación, verdad, lealtad y respuesta inmediata. La conducta a observar por los responsables de contestar ha de ajustarse a los principios de respuesta universal, amistosa bienvenida, entendimiento y no agresión, cooperación, respeto y preservación de la vida y de la propiedad”.
Hace cuarenta años que los integrantes del proyecto Búsqueda de Inteligencias Extraterrestres (por sus siglas en inglés, SETI) rastrean el cielo. Si llegasen a tropezar con algo parecido a un mensaje inteligente alienígena, ¿cuál sería el siguiente paso? Una de las eminencias del proyecto SETI, el cosmólogo y astrobiólogo, Paul Davies, acaba de decir: “Mi consejo enérgico será mantener en secreto las coordenadas de la entidad transmisora hasta que la comunidad mundial evalúe con qué estamos tratando. No queremos que nadie dirija su radiotelescopio al cielo y mande sus propios mensajes a la fuente.” Vale la pena transcribir un delicioso fragmento de la entrevista de Jon Ronson, publicada este año por The Guardian (3).
Davies: -Exacto.
Ronson: -Le matarán. Le atraparán y le torturarán para sacarle la información.
Davies: -Pero ¿cuál es la alternativa? Imagine que vamos a las Naciones Unidas… que son tan “expertas” en encontrar soluciones armoniosas a los problemas del mundo… sería un completo desastre. ¿Y cuáles son las agencias que pueden representar realmente a la humanidad? No acudiría a la Iglesia Católica, ¿verdad? Ni al Ejército de EEUU.”
Ronson: -¿Y algo de música clásica?
Davies: -Bueno, podemos, pero no va a significar gran cosa para ellos
Ronson: -¿Y por qué no significa nada para ellos?
Davies: -No hay nada seguro en este juego, pero nuestra apreciación del arte y la música está muy relacionada con nuestra arquitectura cognitiva. No hay ninguna razón por la cual otras especies inteligentes compartan nuestros valores estéticos. La teoría de la relatividad general es impresionante y, sin duda, ellos la entenderán. ¿Les mostrarías un Picasso, la Mona Lisa? No les interesaría.
El 4 de diciembre de 1989, en su primer encuentro cumbre en Ginebra, Reagan le propuso a su par soviético, Mijail Gorvachov, la siguiente suposición: “Si el mundo sufriera una amenaza del espacio exterior; ¿no cree que nuestros países olvidarían sus diferencias para unirse frente al enemigo común?”. En 1986, durante el primer encuentro sobre Posibilidades de Vida Extraterrestres organizado por la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, el difunto sociólogo Guillermo Magrassi dijo que, si el dilema se da en esos términos, “juro luchar codo a codo… junto a los invasores.” El conductor de La aventura del Hombreno había convivido en vano largas temporadas con chiriguanos, tobas y mapuches. Ese día dio una lección de realismo moral que se anticipó varias décadas a los crustáceos de District-9 o a los pandorianos que refrescan cuál es el predador más destructivo sobre la Tierra.
De ahí en más, Powel vigiló cada vez que Reagan amagó mencionar posibles invasiones alienígenas. Sus recaudos no impidieron que las declaraciones del viejo cowboy de mentirita fogonearan la hoguera conspirativa durante los siguientes veinte años (4).
Ronald Reagan fue un apasionado por los ovnis desde 1981. En 1986, visitamos con el periodista J. Antonio Huneeus al coronel húngaro Colman VonKeviczky, presidente del grupo de investigación ovni Icufon, en su casa en New York. VonKeviczky nos mostró la correspondencia que intercambió con Reagan y nos reveló sus intentos por influir al Secretario General de las Naciones Unidas, U Thant, para que la ONU creara una agencia de vigilancia de la actividad ovni. Su predicamento alcanzó al presidente de la isla caribeña de Grenada, Eric Gary, quien en 1978 dio un discurso en la Asamblea General de la ONU sobre la necesidad de proteger la vida de “alguna criatura ultramundana que viniese a despedazarnos, a desollarnos la piel de nuestras espaldas como nosotros hacemos con los árboles”. Para VonKeviczky, los ovnis eran “una fuerza de tareas intergaláctica resuelta a destruir el planeta, a menos que los líderes del mundo pongan fin a sus hostilidades”.
1) Lemarchand, Guillermo A. El llamado de las estrellas. Búsqueda de inteligencia extraterrestre. Ed. Lugar científico, 1992.
2) De León, Pablo; Historia de la Actividad Espacial en la Argentina (2008).
3) Jonson, Jon: First contact: The man who’ll welcome aliens. The Guardian, 6-03-2010.
4) Villanueva Prieto, Francisco Darío (2010). El Apocalipsis de la realidad, en Lámpara Azul. Revista del Instituto de Estudios Clásicos Occidentales y Orientales.
http://periodicotribuna.com.ar/665-alejandro-agostinelli-el-doble-agente.html
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