sábado, 6 de febrero de 2010

Ayahuasca y Salud Mental: Algunas evidencias relativas a los efectos a largo plazo del consumo



AYAHUASCA Y SALUD MENTAL

ALGUNAS EVIDENCIAS RELATIVAS A LOS EFECTOS A LARGO PLAZO DEL CONSUMO


Por José Carlos Bouso Saiz

Cuando un ciudadano corriente, ajeno a la subcultura de las drogas, escucha la palabra alucinógeno, lo natural es que por asociación se le vengan a la cabeza palabras como locura, descontrol y pánico; y, si además, conoce un poco la jerga médica, las palabras definitivas que se le aparecen en su cabeza son psicosis y esquizofrenia. Si además este ciudadano normal y corriente tiene una cultura de nivel medio y escucha de alguien que pueda estar tomando alucinógenos con cierta asiduidad, esta vez, aparte de pensar en cuadros delirantes permanentes, se imaginará un cerebro roto como consecuencia de la acción sobre él de productos químicos de potencial corrosivo. No en vano, uno de los mitos más arraigados en la cultura popular sobre drogas es que cualquier cosa que toque el cerebro necesariamente será para estropearlo. Y cuanto más espectaculares sean los efectos subjetivos de las drogas, mayor potencial dañino tendrá. De hecho, este mismo prejuicio no suele aplicarse a los psicofármacos de prescripción médica, quizás porque normalmente sirven para aplacar procesos psicológicos más que para estimularlos. Debido a esta paradoja cognitiva que supone atribuir un daño en función de los efectos psicológicos del fármaco, y no tanto en base a evidencias toxicológicas, es por lo que puede que las drogas llamadas alucinógenas gocen de un imaginario tan florido entre personas que nunca las han probado. En este artículo pretendo clarificar qué se conoce acerca de qué hace el consumo de ayahuasca en la salud mental de aquellos que la utilizan con regularidad.

Cuando se administra ayahuasca en un laboratorio y con instrumentos de evaluación en forma de cuestionarios se tratan de medir sus efectos, se encuentra que la ayahuasca, en comparación con un placebo, produce incrementos en una serie de escalas de medida. Así, utilizando la “Escala de Evaluación de Efectos Subjetivos de los Alucinógenos” (1), se encuentran incrementos en las dimensiones de Afecto, Cognición, Somatoestesia, Percepción e Intensidad. Traducido a lenguaje común esto quiere decir que produce efectos sobre las emociones, intensificando la experiencia de sentimientos que se tienen hacia uno mismo o hacia los demás, ya sea en negativo o en positivo; también hay efectos consistentes sobre el pensamiento, tanto en el contenido como en el proceso; se agudiza también la percepción de la sensaciones internas de nuestro cuerpo; se producen visiones y alteraciones en los procesos perceptivos, sobre todo visuales, siendo todo este abanico de efectos autopercibido por los voluntarios como de una intensidad significativa. Con dosis bajas y medias la volición (la capacidad para controlar la experiencia, otra dimensión de este cuestionario) permanece inalterada, aunque con dosis altas puede verse mermada. Además, los voluntarios puntúan alto en ítems como “me gusta el fármaco”, “buenos efectos”, “estar estimulado” y “estar colocado” (2). En resumen, y sin entrar en análisis fenomenológicos de la experiencia, el patrón de efectos subjetivos para la ayahuasca encontrado en el laboratorio viene a decir que se trata de una sustancia que produce un estado alterado de conciencia, donde la percepción, el pensamiento y las emociones están incrementados, siendo esto efectos agradables para los voluntarios y estando además razonablemente bajo su control. Efectos bastante alejados de la locura, la psicosis, el descontrol y el pánico. No obstante, conviene matizar que los voluntarios de los ensayos clínicos han pasado previamente a su participación en los estudios un examen médico y psiquiátrico riguroso, precisamente para descartar potenciales voluntarios para los que la ayahuasca les pueda ocasionar reacciones adversas psicológicas. De hecho, si bien la mayoría de los usuarios habituales toleran bien la experiencia, un porcentaje de iniciados puede atravesar por experiencias negativas que pueden incluir desde reacciones de ansiedad pasajeras, hasta cuadros de auténtico pánico y en determinadas personas experiencias psicóticas. La ayahuasca es un té poderoso y si bien la mayoría de las personas disfruta de la experiencia, una minoría puede desarrollar problemas psicológicos de gravedad variable secundarios al consumo. La pregunta a responder ahora sería entonces: ¿estos daños son permanentes?


La pregunta no es fácil de responder, primero, porque el fenómeno ayahuasca es relativamente reciente en las sociedades occidentales (incluso en los países de origen de las religiones ayahuasqueras, como es Brasil, el inicio del uso religioso de ayahuasca apenas tiene 80 años y su expansión entre núcleos urbanos primero brasileños y luego mundiales muchos menos), por lo que apenas ha dado tiempo a que si los daños existen lleguen a ser documentados en las revistas científicas; segundo, porque muchos de los que tienen experiencias negativas con ayahuasca no acuden a los servicios públicos de salud mental e incluso la mayoría espera a que los síntomas remitan con el paso del tiempo; tercero, porque probablemente la incidencia sea anecdótica, ya que si una persona sufre una experiencia negativa tras una toma es raro que vuelva a repetir; cuarto, porque el número de personas que se ha expuesto al consumo, en términos poblacionales, es anecdótico, sobre todo si lo comparamos con drogas más populares como el éxtasis o los derivados del cannabis. 

A falta pues de datos al respecto, sólo se puede hablar tomando en cuenta estudios referidos en relación a otras sustancias similares, como es el caso de la LSD, y aún así los estudios son escasos y antiguos. El psiquiatra Sydney Cohen encontró en una muestra de 5000 voluntarios a estudios de LSD una incidencia de psicosis del 0,8 por mil en voluntarios de estudios clínicos (3) y de 1,8 por mil en pacientes de psicoterapia, cifra esta última similar a la encontrada por otros investigadores en estudios también con pacientes (4). Luego parece que el consumo supervisado de sustancias alucinógenas supone un factor de protección de cara a sufrir reacciones psiquiátricas adversas graves prologadas. El hecho de que la práctica de ayahuasca se realice casi exclusivamente dentro de este tipo de entornos controlados, ya sean religiosos, terapéuticos o de crecimiento personal, puede ser por tanto un factor de protección de cara a sufrir secuelas psiquiátricas. Para el caso concreto de la ayahuasca, un informe de una de las iglesias ayahuasqueras brasileñas (la União do Vegetal, o UDV) refirió 7 casos de psicosis en un período de cuatro años (5). Un estudio publicado en 1996 con 15 miembros de la UDV no detectó sintomatología psiquiátrica en los participantes (6) y un estudio reciente con miembros de otra iglesia ayahuasquera asentada en los EE.UU. (el Santo Daime) encontró que la incidencia de sintomatología psicopatológica en los 32 voluntarios que se entrevistaron era menor que la de la población general norteamericana (7). 

Otro estudio realizado con 40 adolescentes de la UDV encontró que no había mayor sintomatología psiquiátrica comparado con 40 controles y que incluso medidas de ansiedad, percepción corporal y problemas atencionales eran menores en el grupo de ayahuasca (8). Un último estudio realizado por nosotros en 60 miembros de una iglesia del Santo Daime brasileña encontró que la incidencia de psicopatología era menor que la del grupo de comparación (9). Si bien en estos estudios puede existir un sesgo de participación, en el sentido de que sólo participen voluntarios que se encuentran psicológicamente bien, quedando oculta la población que ha sufrido problemas, estos datos, tomados en su conjunto, junto al hecho de que en la literatura científica solamente se haya reseñado un caso de psicosis que revirtió con tratamiento (10), y al hecho de que la ayahuasca sea una sustancia de consumo legendario entre comunidades indígenas amazónicas, pueden ser indicadores de que cuando se toma en contextos controlados la probabilidad de que se desencadenen problemas psiquiátricos en el largo plazo parece ser muy reducida.

Quedaría por resolver el interrogante de si las personas que se exponen cotidianamente al uso de ayahuasca pueden desarrollar algún tipo de secuela neuropsicológica en el largo plazo, es decir, si la idea generalizada de que algo que produce unos efectos psicológicos tan espectaculares puede estar afectando al cerebro de tal forma que pueda dejar secuelas en los mecanismos cognitivos que necesitamos en el día a día para realizar tareas como gestionar información reteniendo datos en el corto plazo, planificar tareas que requieren conseguir un objetivo, tomar decisiones funcionales o comprender las cosas que nos pasan alrededor y que les pasan a los demás. Para ello se dispone de baterías de pruebas neuropsicológicas que evalúan todo un abanico de funciones cognitivas y que pueden ser un reflejo de posibles alteraciones. De nuevo, hay pocos estudios que hayan investigado este fenómeno, pero aún así se disponen de algunos datos interesantes. El estudio mencionado sobre 15 miembros de la UDV encontró que el grupo de ayahuasqueros obtenía mejores puntuaciones que el grupo de comparación en una prueba de memoria verbal (capacidad para recordar listas de palabras). Otro estudio realizado también con adolescentes de la UDV no encontró alteraciones neuropsicológicas en una muestra de 40 adolescentes tras administrarles una amplia batería de tests (11). Por último, nuestro estudio ya citado encontró que el grupo ayahuasca puntuaba mejor en la mayoría de las pruebas administradas y que además estas puntuaciones se mantenían en el tiempo después de un año, cuando se repitieron las evaluaciones. De nuevo, si bien la limitación principal de estos estudios puede ser que precisamente solo se presenten como voluntarios a los mismos personas que funcionan a un nivel óptimo y no aquellas que pueden haber desarrollado algún tipo de problema, el hecho de que a día de hoy no exista una sólo prueba médica publicada de daño neuronal permitiría indicar que los riesgos de sufrir un daño cerebral como consecuencia de tomar ayahuasca con regularidad es, si no inexistente, sí mínimo.

En conclusión, aún están por definirse en profundidad los riesgos que implican para la salud mental el consumo continuado de ayahuasca, si bien, por una parte, ningún estudio de los realizados hasta la fecha los ha documentado, y por otra, la ayahuasca tiene una tradición de consumo en contextos ritualizados al menos de siglos sin que en la literatura antropológica se hayan documentado incidencias de secuelas en el largo plazo, todo lo cual parece indicar que, mientras su uso se delimite en estos contextos, ello puede ser un factor de protección.
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NOTAS:
1: http://www.scribd.com/doc/6864371/Ps...hol-Dependence.
2: http://www.maps.org/w3pb/new/2003/2003_riba_6113_1.pdf.
3: http://www.erowid.org/references/ref...owDoc1&ID=1848.
4: http://www.maps.org/w3pb/new/2008/20...ie_23067_1.pdf.
5: http://www.scielo.br/scielo.php?scri...62002000600014.
6: http://www.psychedelic-library.org/hoasca.htm.
7: http://www.medscimonit.com/fulltxt.php?ICID=865802.
8: http://www.neip.info/downloads/adole...ps%20PM372.pdf.
9: Fábregas y cols: “Efectos a largo plazo sobre la salud mental del consumo ritual de ayahuasca”. En Labate y Bouso (Eds): Ayahuasca y salud mental. Barcelona: Los Libros de la Liebre de Marzo, 2009.
10: http://bjp.rcpsych.org/cgi/eletters/190/1/81-a#22556.
11: http://www.neip.info/downloads/adole...ne%20PM372.pdf.
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José Carlos Bouso Saiz es Psicólogo Clínico y en la actualidad trabaja investigando la neurofarmacología de los alucinógenos en el Centro de Investigación de Medicamentos del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau.

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Fuente: http://percepcionesindebidas.blogspot.com/

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