sábado, 29 de octubre de 2011

La Belleza de las Mujeres utilizada como Propaganda para la Guerra


La Belleza de las Mujeres utilizada como Propaganda para la Guerra

La revista Time emplea el chantaje emocional para justificar la guerra en Afganistán... belleza bélica: proteger a mujeres y a niñas a través de la guerra es históricamente una de las formas de justificar el conflicto armado.

Pocas cosas mueven al hombre a la violencia como la belleza femenina, ya sea desde la sublimación de su deseo, el instinto de protección, el celo, la ternura o hasta la irracionalidad del cerebro reptiliano. Según la mitopoética griega, la guerra de Troya fue motivada por la belleza fugitiva de Helena, aunque esta fuera una ilusión. Justamente esta belleza espectral, producida e hiperreal, sigue siendo parte del engranaje que da cuerda a la guerra; hoy ligado a los medios de comunicación en su participación en el aparato de propaganda bélica (no es casualidad que esta palabra provenga del latín bellicum que se deriva de la palabra para belleza).

La reciente portada de la revista Time, es el mejor ejemplo de este complejo chantaje, que funciona básicamente tapando el horror del horror, con la belleza del horror. Es decir el horror cometido por el ejército de un país se justifica al estar salvando la belleza de otro país (además de abstractramente protegiendo los bellos ideales de la patria). Evidentemente los medios sirven como filtros del horror que consideran apto para su público y su agenda política, y muchas veces su consideración lleva a enmarcarlo bajo una cierta estética, para transmitir con efectividad un mensaje connotativo. En el caso de la controvesrial portada de la revista Time, aparece una joven de 18 años, Aisha, a quien su esposo le cortó la nariz luego de que huyera de casa de sus suegros donde era tratada como una esclava. Según Time, su juez, un talibán, no tuvo compasión por su caso. La icónica revista titula la imagen “Lo que sucede sí dejamos Afganistán”.


El sitio Alternet reporta que bloggers musulmanas han criticado a la revista por utilizar esta imagen para justificar “la fútil guerra de Obama” e incrementar sus ventas (se sabe que la popularidad de la revista impresa está en crisis). Por otra parte, el editor de Time dice que la decisión de poner la imagen en la portada fue difícil, pero apeló a la ética de dar a conocer la situación de las mujeres en Afganistán. Aunque podría ser inobjetable, ante la brutalidad y la conmoción de la imagen, que la sitación merece alarmar para propiciar la acción contundente que acabe con este tipo de violencia, no por esto debemos de olvidar que la imagen revela tanto como oculta y que es estratégicamente escogida: días después de los documentos de WikiLeaks que muestran la torpe atrocidad del ejército estadounidense en la zona. Estados Unidos ha matado también a muchos inocentes en Afganistán, ¿pero dónde están sus imágenes con los rostros mutilados? o ¿quien producirá una foto como esta, con una luz perfecta, con un rostro artístico, con una mirada que coquetea con el paradigma de inocencia y seduce a la estética occidental?

Daisy Hernández, de Alternet, señala con controversial lucidez, que la imagen es hermosa, “como si hubiera sido cuidadosamente producida en un estudio de Nueva York”. El mismo efecto no hubiera sido conseguido con un viejo mutilado o una mujer que no tuviera cierta resonancia con el paradigma estético de nuestra civilización.

La primera imagen del artículo, en la que aparece una modelo fotomontada por un paisaje de guerra, es parte de una exposición de la estudiante Rosemarie Romero llamada “Sexual War Politics”, la cual se basa en la idea de que tanto las imágenes de guerra como las imágenes pornográficas han dejado de conmovernos. Sólo somos sensibles a ellas si son llevadas fuera de contexto o combinadas con algun otro elemento contrastante. Muchas veces ese elemento contrastante, ese fuera de contexto, es justamente la belleza, el horror para conmover necesita ser yuxtapuesto a la belleza.



Un caso famoso es el de la niña afgana Sharbat Gula, los ojos hipnóticos en una portada que dice, más o menos “A lo largo de la frontera de Afganistán devastada por la guerra”. La imagen evidentemente sugiere que su bellez está siendo destruida por la guerra. En 1985 Rusia llevaba 6 años de iniciar lo que se llamó en Estados Unidos la “Guerra de Vietnam de Rusia”. También Estados Unidos tenía operaciones en esta tierra, la cual se convirtió en esos años en la máxima productora de opio del mundo, algo que se detuvó con el regreso del Talibán y que volvió a inicarse sospehcosamente con la invasión post 9-11. ¿Será posible que a la cúpula en el poder de Estados Unidos le importe más controlar el tráfico de opio, incluso que acabar con espectrales terroristas que viven en cavernas, y mucho más que proteger a jóvenes afganas que son abusadas por la violencia de género?

Otro caso interesnate es el de Rita Hayworth, o Margarita Carmen Cansino, quien cambió su nombre, se pintó el pelo y demás arreglos para comulgar con el paradigma estético de Hollywood, lo cual la llevó a ser una de las “pin-up girls” más populares de su época: millones de su fotos viajaron con los soldados como una efigie religiosa de motivación. Lo que acabo haciendo que su imagen decorara el mísil de la primera bomba nuclear. Después de todo Rita era conocida como una “bombshell” (otra coincidencia semántica entre la guerra y la sexualidad). La actriz no había dado su consentimiento para decorara la bomba, pero esa es otra historia.

Tanto Hollywood como los valores familiares del american dream son parte de la energía idiosincrática que permiten el ejercicio de la guerra. Los soldados en sus campamentos son alimentados por la promesa de regresar a casa con sus mujeres, matando por un confuso entendimiento de la belleza que deben de preservar; o históricamente programados con la “belleza” de las actrices de cine y cantantes, que simbolizan arquetípicamente a la mujer de su país, a su novia de un futuro (aunque inalcanzable), y que cantan para ellos, que actúan para ellos: héroes. (Y recientemente bombardeados con el porno y el deseo de regersar a casa a follar).

En esta tónica, “Sexual War Politics”… ¿es fashion, es porno, es política, es arte? A estas alturas la confusión de estímulos y discursos visuales que concurren en las puipilas del planeta han llegado a un punto en el que fácilmente podríamos substituir una por la otra. Es justamente esta confusión mezclada con los sentimientos grandilocuentes de la humanidad lo que produce escenarios bélicos como el de Afganistán donde supuestamente se está luchando por la belleza (y su destrucción).



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