Víctor Hugo Lucero Montenegro
Primicia
Es por ello que Primicia quiso entrevistar a la alta consejera para los derechos de las víctimas, la paz y la reconciliación, Ana Teresa Bernal Montañéz, quien hizo las siguientes revelaciones:
-Registramos la que tiene la unidad nacional de víctimas, que es la única cifra oficial en este momento reconocida; puede tener subregistro, porque, generalmente, las cifras nunca son las que son, pero casi siempre son las más cercanas a la realidad.
-De 418 000 víctimas en Bogotá, de las cuales 388 000 son desplazadas.
-En Colombia sí, la cifra de víctimas es de seis millones; y digamos que la cifra más grande es la de desplazamiento forzado. Considero que es terrible, absurda e inaceptable la desaparición forzada, que supera 50 000 personas, eso no se vio ni en Argentina, Chile y Uruguay juntos; en esos países no se vio una cifra tan grande de desaparición forzada, pero en Colombia eso no ha sido un escándalo.
-Bogotá es una ciudad receptora de víctimas, estamos hablando de entre nueve y diez por ciento del total de las víctimas del país. Esa es una cifra de 418 000 personas que han sido víctimas del conflicto armado que viven en las ciudades. De esas 418 000 personas la mayor parte, el 90 %, son desplazadas por la violencia. Todas llegan a la ciudad llenas de miedo, llenas de traumas en busca de un lugar de atención.
-Lo encuentran en la Terminal de transporte, allí hay un equipo de profesionales: psicólogo, abogado y trabajador social que los atiende y los remite a los alojamientos. Si tienen red social la ayuda humanitaria llega inmediatamente.
-Ellas tienen que ir a la Personería para declarar que fue lo que les pasó. Una vez la Personería recibe la declaración, la envía a la Unidad Nacional de Víctimas, que debe reconocer si son víctimas o no. Si la Unidad Nacional de Victimas reconoce su condición, ellas ya entran en una ruta de atención que debe pasar de la ayuda humanitaria inmediata a la ayuda humanitaria de emergencia; y luego, a la ayuda de transición, para su estabilización, bien sea en la ciudad o en otro lugar fuera de la ciudad, que puede ser el retorno o puede ser su reubicación.
-Ese no es un proceso fácil, es un proceso que necesita mucha coordinación. Aquí tienen que entrar educación, salud y vivienda. Todo niño que llega a Bogotá debe gozar de garantías, como educación y salud, entonces nosotros activamos inmediatamente para que el sector salud los reciba, y para que puedan asistir a los colegios.
Hacemos el esfuerzo para que no pasen hambre, para que no se queden en la calle, para que tengan un trato digno.
-Hombres, mujeres y niños víctimas nunca debieron vivir la situación que vivieron porque Colombia es un Estado social de Derecho, eso dice la Constitución. Pero les tocó vivir absurdamente la violencia, la guerra. Ahora hay que superar el estado de vulnerabilidad y de dolor para volver a ser ciudadanos felices, donde se respeten los derechos humanos.
-Eso se da porque ha habido un largo periodo en el que la atención ha sido solamente asistencial, reciben una ayuda humanitaria cada tres meses. Entonces para subsistir y poder garantizar que no se van a morir de hambre, ellos acuden a otras formas de subsistencia. Se han registrado situaciones de prostitución de mujeres, o de drogadicción de los muchachos.
-Nosotros tenemos un programa de reparación colectiva para un grupo de mujeres que fueron revictimizadas en Bogotá, son las víctimas que la Corte Constitucional reconoce mediante el auto 092. Estamos en un proceso de reparación con ellas.
-Ese es un cuello de botella enorme, nosotros no entendemos por qué el Incoder no tiene oferta de tierras para los desplazados. En el Incoder presentan una resolución de junio del 2013 que no habla ni siquiera de las víctimas. Entonces, ¿a quién le están ofertando las tierras? Esa es una respuesta que Bogotá le pide al Gobierno nacional.
-Yo no me atrevo a decirlo, no tengo un conocimiento documentado en este momento para afirmarlo de esa manera, pero sí tengo una inquietud muy grande frente a qué es lo que está pasando, realmente, con las tierras; a quién se las están ofertando, porque los procesos positivos que conocemos son los de restitución de tierras de la unidad de restitución que son 150 sentencias; pero para los campesinos desplazados, que son la mayoría, no veo ninguna oferta. ¿En manos de quién están quedando las tierras donde ellos habitaban? Esa es la pregunta que gravita.
-Sí, es así. Si la perspectiva es concentrar nuevamente la tierra en otras pocas manos, no habrá tierras para los campesinos, y eso va a ser otro motivo de conflicto y otro foco de conflicto.
-Yo creo que hay temas que son de discusión. Uno es el de tierras, el otro asunto es el de vivienda y el otro, que omití mencionarlo y es muy importante, son los recursos adicionales para la reparación a las víctimas. Porque los recursos están saliendo del sistema general de participación, que es la plata ordinaria para los pobres.
-El alcalde propuso, desde el primer día de su gobierno, que se creara un impuesto para la reparación, eso causo escándalo; dijeron que como así que más impuestos, entonces él propuso un bono en el último encuentro de alcaldes, en Villavicencio, adonde Bogotá. La propuesta era un bono de paz a cambio del bono de guerra teniendo en cuenta que estamos en un proceso de paz.
-Bogotá puede aportar mucho al postconflicto. Primero, porque Bogotá es una ciudad grande, eso significa que es una ciudad de gran consumo. Bogotá es la mayor compradora de todo el país. Bogotá orienta toda esa compra a proyectos productivos de los campesinos retornados, e incluso de los desmovilizados que hayan ejecutado proyectos productivos importantes. Bogotá está dispuesta a ayudar en esos procesos y en la compra de esos alimentos. Bogotá contribuirá de una manera muy importante al postconflicto.
-A mí me han llegado al corazón muchas, muchas cosas. Entre algunos casos, la perseverancia de algunos líderes por sacar adelante sus proyectos, y sus esfuerzos por no dejarse consumir de la ciudad. Se trata de personas con dignidad.
-Que sean unos ciudadanos con derechos, que tengan empleo, que tengan proyectos, que sean lideres; eso es lo queremos, que recuperen la vida porque lo que les pasó fue duro.
-Es demasiado duro, y fuera de eso con muertos encima. Con familiares muertos, porque la gente se desplaza es cuando le matan a alguien, la gente no se desplaza antes, la gente se desplaza cuando hay un motivo demasiado grande. Entonces la mayoría tienen familiares que fueron asesinados; tienen el dolor, tienen el duelo y fuera de eso la precariedad para poder vivir.
-Pienso que ese proceso fracasó, lamentablemente. Los mandos medios volvieron a la guerra, pero se fraccionaron en grupos, esos grupos son las llamadas bacrim, que están haciendo mucho daño.
-El alcalde le ha hecho frente a muchas situaciones, ha sido sincero; su temperamento, su talante, es el de una persona sincera, él realmente no es un político en el sentido de esconder algo para poder lograr un fin, o un propósito. Él dice todo lo que piensa. Cuando era congresista se enfrentó a los paramilitares, denunció a los políticos vinculados con el paramilitarismo. Denunció la mafia de la corrupción en Bogotá. Lo que ha dicho el alcalde ha resultado cierto.
-Lo hago por el mandato que tengo de mi alcalde, y estoy contenta. Preocupada, sí, por los «cuellos de botella» que hay.
-Digamos que este es un país en que vivimos en el agridulce: el dulce es que tenemos que hacer algo por los demás, esa es mi vocación. Lo agrio es que no todo es tan fácil, que las cosas son difíciles. Colombia es un país con riquezas, pero mal distribuidas.
-Estamos trabajando por los colombianos víctimas de la absurda guerra. Aspiramos a que la condición de víctimas se supere, para trabajar juntos de la mano con la ayuda de la ciudadanía, con la ayuda del Estado y con todos para superar esta situación.
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