miércoles, 7 de marzo de 2012

QUE SEA EL SILENCIO...


QUE SEA EL SILENCIO...

La idea que plasme nuevos senderos,
creación,
naturaleza,
polen y vida,
silencio en tus mundos internos,
llenos de bosques milenarios,
corrientes de agua viva,
transitando por tus senderos.
En esa búsqueda,
el silencio de la palabra,
es lo mejor,
también el de la acción,
por un momento quizás,
que pueda desembocar en tiempos futuros
sin Mesías,
sin líderes,
que quieran transformar el mundo,
sólo el silencio producido por una gota de agua en su caída,
a ras del suelo,
bañando la tierra,
entregando su simiente,
Es Gaia la Madre Sagrada,
ella dirá la última palabra,
ella es sabia,
eterna como el silencio,
el cristal y la energía,
Entonces qué la bruma decida,
la corriente del sonido
dentro de tu sangre,
regada en holocausto de vida,
que sea el silencio
de la Madre Cósmica,
roto por el canto sagrado de los delfines.


LA RISA DE LOS DELFINES...


Animal viene de la palabra anima,
es un soplo de la esencia,
ese pequeño ser guardado en este envoltorio que es su cuerpo,
así un animal es un ser perfecto en su tipo
pertenece a una base de datos zoológico del Padre,
de nuestro Creador,
que lo guardó para la humanidad,
decimos que nuestros hermanos menores no tienen inteligencia
y vaya que la tienen,
científicos han estudiado a los delfines, por ejemplo,
se han quedado con la boca abierta de su inteligencia,
su belleza,
su armonía,
ellos son ánimas,
seres con otra forma de evolución,
ellos respetan el agua,
conocen su código,
en lenguaje matemático,
con su sonrisa de cristal,
son amigos del hombre,
tienen la grandeza de un ser superior,
porque lo son,
pertenecen a una civilización acuática perdida en el tiempo,
cuando un científico zoólogo los estudia,
al poco tiempo observa,
si es algo creativo,
que está siendo estudiado por el delfín,
con su carga de alegría,
risas acuáticas,
quien debe aprender somos nosotros de ellos,
su alto concepto de la vida,
su amor al agua,
su código y lenguaje,
salido del misterio del océano,
los delfines son ánimas,
almas en evolución hacia otro tipo de existencia,
tan diferentes al hombre,
considerado el depredador más grande existente en el planeta,
capaz de arrasar a la madre tierra,
y convertirla en un desierto,
secar los océanos,
destruir a las ballenas,
eliminar a las abejas,
los delfines son los últimos guardianes del agua,
la semilla de vida del océano.

LA ALEGRÍA DE UN COLIBRÍ...


Lo que existe es el ahora,
lo demás es mentira, me dijo mi Maestro,
concéntrate en ese pequeño pero inmenso espacio de tu corazón,
donde vive la esencia,
suprema directriz con ojos de diamante,
verás correr a tu mente de una parte a otra
como un potro salvaje,
es el miedo supremo,
a morir,
a vivir,
a desaparecer de este bello planeta azul,
el mundo parece explotar,
pero son nuestras mentes las que implosionan,
como una feroz galaxia, dijo mi Maestro,
tan lejana y tan cercana.
El pasado es una vibración lejana,
ella no regresará en las mismas circunstancias,
puedes pedir a gritos tus mejores tiempos,
que quedaron guardados en tu memoria,
puedes llorar de nostalgia recordando viejos amores,
pasajes inolvidables,
pero aun así, ellos no existen,
no te aferres a la mentira,
sólo la verdad te hará libre, dijo mi Maestro
y ella está guardada en un soplo de aire de la mañana,
en el sonido del viento,
en la majestad de la lluvia,
tu mente puede ser tu verdugo,
incluso tu emoción es un enigma frágil,
construido con partes de incertidumbre,
eres tan solo una corriente de vida transitando por la galaxia,
que se curva en este espacio-tiempo,
tan limitado como todas las formas.
Debes ir a otros confines, Hijo mío,
aprende a mover tus alas,
porque es posible que no esté siempre cerca de ti,
pero primero debes distinguir la semilla de la hojarasca,
la palpitación de la estrella del ruido que hace la civilización,
aprende a vivir,
a respirar,
a amar,
todo lo que hagas hazlo con fuerza y coraje,
sin temor, me dijo mi Maestro,
toda la civilización desaparecerá,
pero mis palabras permanecerán como una semilla,
que germinará en otros corazones y espacios,
Aprende a vivir y a morir con la alegría de un colibrí.

Autor: Sergio Delgado 

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