viernes, 1 de noviembre de 2013

Terrorismo de Estado en Colombia y asesinato de Jorge Eliecer Gaitán por la CIA en 1948, causas del surgimiento de las guerrillas.


Jorge Eliécer Gaitán, El Caudillo del Pueblo
Operación Pandemia (muerte a un líder Colombiano)

31 de Marzo de 2013 a la(s) 15:45

Terrorismo de Estado en Colombia y asesinato de Jorge Eliecer Gaitán por la CIA en 1948, causas del surgimiento de las guerrillas. Penetración de la CIA en el movimiento estudiantil

El terrorismo de Estado en Colombia: forma histórica de gobernar de la oligarquía. Surgimiento del movimiento guerrillero.

El terrorismo de Estado ha sido, desde la conquista española hasta el presente (2010), la forma de gobierno utilizada en Colombia por las clases dominantes, con diversos grados de intensidad según el nivel de desarrollo del movimiento popular y revolucionario, para liquidar a la oposición política y con ella, destruir sistemáticamente la resistencia del pueblo y los trabajadores a la aplicación de sus políticas y leyes; a sus acciones violentas e ilegales, orientadas siempre a explotarlos de manera creciente; a su expropiación y concentración de la propiedad, la riqueza nacional y los ingresos, en manos de las elites dominantes; a entregar los recursos naturales al saqueo de las potencias extranjeras.
El movimiento guerrillero colombiano actual, en lo fundamental conformado por las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejercito del Pueblo (FARC- EP); y por el Ejercito de Liberación Nacional (ELN), tienen su origen en 1964. Pero el terrorismo de Estado ha estado siempre presente en la historia de Colombia.

En realidad, el movimiento guerrillero surge como respuesta popular al terrorismo de Estado, cuando en determinadas condiciones históricas, sociales, económicas, políticas, culturales, militares y geográficas concretas, ha sido la única forma de preservar la vida, la dignidad y la libertad.

Sin embargo, después de más de 25 años de guerra sucia contra el pueblo, con el propósito comprensible de “protegerse”, y guiados muy probablemente por la falsa idea que con ello se librarán de ser asesinados por los ejecutores del terrorismo de Estado, algunos escritores, periodistas y dirigentes de la llamada “izquierda democrática”, condenan equivocadamente la lucha armada que lleva a cabo la insurgencia revolucionaria en Colombia; pues una cosa es criticar algunos métodos de financiamiento, formas de operar o errores políticos coyunturales; y otra cosa es condenar políticamente una forma de lucha revolucionaria, cuando ésta es la única vía posible de acción para la oposición política revolucionaria, frente al terror y la violencia extrema, ejercidas por un ejército de ocupación extranjera o por las fuerzas militares y la oligarquía de un país como Colombia, que han entregado la soberanía nacional al imperialismo de los Estados Unidos y que cumplen, subordinados a ellos, esta función. La última etapa de esta entrega se verifica con la ocupación de las fuerzas armadas de los Estados Unidos de siete bases militares, con las que pretenden liquidar a la insurgencia (ante la derrota que la guerrilla colombiana ha infringido a las fuerzas armadas de Colombia y al llamado “Plan Colombia”); y amenazan con su alcance estratégico, a los gobiernos de la región que, como Venezuela, Ecuador y Bolivia, han emprendido una vía de desarrollo independiente con orientación socialista y se han atrevido a crear para este propósito, la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA).

Para tratar de ganar aún más indulgencias por parte de la oligarquía, estos sectores aducen que la represión violenta del movimiento popular y el terrorismo de Estado aplicado durante el siglo XX y lo que va del XXI en Colombia, son culpa de la guerrilla que, según ellos, los ha provocado.

También es muy probable que esta falsa creencia, sea estimulada entre personas de buena fe pero desconocedores de la historia nacional, por agentes secretos de las Fuerzas Militares infiltrados en los movimientos políticos de izquierda; en las organizaciones populares y en el movimiento estudiantil, como se prueba con la confesión del agente de la CIA que participó en 1948 en el asesinato de Gaitán en la ciudad de Bogotá.

Pero como dijimos anteriormente, el terrorismo de Estado, desde la invasión de los españoles, ha estado siempre presente en la historia de Colombia.

A continuación, relacionamos algunas de las masacres cometidas por el terrorismo de Estado, antes y después de la existencia del movimiento guerrillero: matanza de las Bananeras (1928); matanza de Gachetá (1939); genocidio de gaitanistas, matanza de Ceilán (1949); matanza en la Casa Liberal de Cali (1949); matanza de Líbano, Tolima (1952); matanza de estudiantes en Bogotá (1954); matanza de Galilea (1955); matanza de Santa Bárbara, Antioquia (1965); matanza en el Paro Nacional de septiembre de 1977 en Bogotá; matanza del Palacio de Justicia (1985); masacres de La Negra, Mejor Esquina, Honduras (1987); masacre de La Rochela (1988), explosión de un Jet de Avianca donde murieron todos sus pasajeros (1990); masacre de Mapiripán (1997); matazón de Bojayá , genocidio de la Unión Patriótica (más de 4.000 dirigentes y militantes) desde 1984; asesinato de sindicalistas (más de 3.000); liquidación o desaparición forzada de miles de dirigentes campesinos e indígenas, periodistas, indigenistas, defensores de derechos humanos, curas y monjas revolucionarias.

Durante los últimos, entre 2007 y 2009, es de resaltar el caso de los llamados falsos positivos, en el que la Fiscalía ha reconocido la existencia de más de 1.800 personas asesinadas a sangre fría por miembros de las fuerzas armadas para hacerlos aparecer como guerrilleros, cobrar las recompensas y obtener ascensos de grado.

También el Fiscal General de la Nación, Mario Iguarán, reconoció la existencia de más de 11.000 fosas comunes identificadas por los paramilitares que ingresaron al “programa de justicia y paz”, la mayoría de las cuales no han sido abiertas aduciendo falta de recursos, en las que reposan los restos mortales de decenas de miles de víctimas de asesinatos y de desaparición forzada.

En Internet, en el sitio www.semana.com, el 27 de diciembre de 2009, aparece la noticia: “Justicia y Paz ha localizado más de tres mil cuerpos”, en la que se dice con información de la Fiscalía General de la República: “La Unidad Nacional para la Justicia y la Paz concluirá 2009 con la identificación plena de 850 cuerpos, de los que 721 han sido entregados a sus familiares y quedan pendientes 129 restos. Esta Unidad durante la última semana entregó a sus familiares 36 restos en Medellín (Antioquia), 20 restos en Cartagena (Bolívar), 17 restos en Bucaramanga (Santander) y siete restos en Ibagué (Tolima). Según el coordinador de la Subunidad de Apoyo a Justicia y Paz, a la fecha han sido hallados 3.140 cadáveres en todo el país. También han sido exhumadas 2.500 fosas, y 597 cuerpos están identificados indiciariamente”. Finalmente, la mencionada Subunidad ha realizado la exhumación de 31 cuerpos de casos a cargo de fiscales de Derechos Humanos, y ha exhumado 52 cuerpos correspondientes a investigaciones que se llevan en las fiscalías seccionales.

Todo esto es aterrador. Sin embargo, empiezan a revelarse pruebas de que la magnitud del terrorismo de Estado en Colombia es de proporciones inimaginables y que sus métodos fascistas son iguales a los usados por los nazis en Europa, durante el III Reich de Hitler.

En diciembre de 2009, por revelación de uno de los paramilitares que se acogieron al plan de “justicia y paz” fue encontrada en los llanos orientales de Colombia, en el municipio de La Macarena, una fosa común con más de 2.000 cadáveres, en donde los paramilitares en complicidad con militares activos y miembros de los organismos de inteligencia del gobierno arrojaron descuartizadas a sus víctimas. Muchas de ellas fueron desmembradas vivas con motosierras y machetes.

“La localización de estos cementerios clandestinos ha sido posible gracias a las declaraciones en versión libre de los mandos medios presuntamente desmovilizados del paramilitarismo y acogidos a la controvertida Ley de Justicia y Paz que les garantiza una pena simbólica a cambio de la confesión de sus crímenes. La última de estas declaraciones ha sido la de John Jairo Rentería, alias Betún, quien acaba de revelar ante el fiscal y los familiares de las víctimas que él y sus secuaces enterraron « al menos a 800 personas » en la finca Villa Sandra, en Puerto Asís, región del Putumayo. « Había que desmembrar a la gente. Todos en las Autodefensas tenían que aprender eso y muchas veces se hizo con gente viva », ha confesado el jefe paramilitar a la fiscal de Justicia y Paz .”

Como puede verse, los que culpan a la insurgencia de provocar la represión contra el movimiento popular, en su argumentación no tienen en cuenta que en 1928, -cuando no existía aún el movimiento guerrillero en Colombia-, el ejército nacional a instancias de la compañía estadounidense United Fruit Company (hoy Chiquita Banana Brands), realizó la “masacre de las bananeras” .

En este macabro episodio de la historia de Colombia, fueron asesinados más de 3.000 trabajadores de las bananeras en el territorio del Magdalena, que se habían organizado sindicalmente y que exigían mediante una huelga, la aplicación de mínimas normas y derechos laborales conquistados por el movimiento obrero mundial .

El llamado período de la violencia de 1947-1953 y el asesinato de Gaitán por la CIA produjo 300.000 muertos y desató la guerra que hasta hoy perdura

Las personas sin memoria histórica, no tienen en cuenta que entre 1947 y 1953, fueron asesinados más de 300.000 colombianos, cuando la elite del partido conservador, entonces en el poder, -consciente del riesgo inminente de perderlo en las próximas elecciones de 1950, ante el prestigio creciente de Jorge Eliécer Gaitán, caudillo popular y candidato liberal a la presidencia de la República, decidió, como los mismos conservadores decían, “descontar a bala” la diferencia de votos.

Para ello, desde el gobierno de Laureano Gómez, organizaron y utilizaron sistemáticamente a los llamados “chulavitas”, policía asesina, que tuvo su origen en el municipio de Chulavita en el Departamento de Boyacá, entrenada por la policía española franquista de clara orientación fascista; y a los asesinos a sueldo llamados “pájaros”.

Más tarde, utilizaron para ejercer el terrorismo de Estado, a los llamados “liberales limpios”, antes guerrilleros liberales moralmente descompuestos, ambos convertidos en mercenarios respectivamente de la oligarquía conservadora y liberal, antecesores inmediatos de los actuales paramilitares, para cometer masacres contra el pueblo y combatir en sus primeros años a las guerrillas de orientación comunista.

Los “chulavitas” y “pájaros” actuando contra las fuerzas democráticas y revolucionarias, con la dirección y protección del Estado, como ocurre actualmente con los paramilitares; e instigados desde los púlpitos por sacerdotes reaccionarios, tuvieron la función de liquidar a “sangre y fuego” a la oposición política mas importante, en ese entonces el partido liberal. Miles de liberales y comunistas fueron asesinados y pueblos enteros masacrados, saqueados, incendiados y borrados del mapa. En total, se calcula en trescientos mil, los colombianos que perdieron la vida entre 1949 y 1953.

Entre 1984 y el año 2005, como se dijo anteriormente, fueron asesinados por medio del terrorismo de Estado, directamente por las fuerzas militares de Colombia, y/o por paramilitares narcotraficantes, más de 4.000 dirigentes y militantes de la Unión Patriótica y el Partido Comunista Colombiano; alrededor de 3.000 dirigentes sindicales; y centenares de defensores de derechos humanos, dirigentes indígenas, cooperativistas y en fin, miles de dirigentes de las organizaciones sociales que luchan por sus derechos económicos y sociales, y de las fuerzas de oposición política al sistema imperante y al neoliberalismo, que han sido perseguidos, encarcelados, exiliados, asesinados, torturados, desaparecidos…

No tener en cuenta esta cruenta realidad, siempre presente en la historia de Colombia, es nefasto para el movimiento popular y para las fuerzas revolucionarias, no solo de Colombia sino de todo el continente.

Porque la falsa democracia pregonada por el establecimiento, solo tolera los resultados electorales de la oposición, mientras no pongan en riesgo su control del poder político. Este siempre recurre al terrorismo de Estado para liquidar físicamente a la oposición política, cuando aún con sus propias leyes y normas electorales, las clases dominantes y partidos gobernantes, -liberal y conservador en el caso de Colombia-, corren el riesgo de perderlo. También realiza golpes de Estado e invasiones con tropas imperialistas de los Estados Unidos, como en los casos de Guatemala en 1954, Chile en 1973 y Honduras en 2009.

El asesinato de Gaitan por el SSE (Servicio Secreto Especial) de los Estados Unidos, detonante en Colombia de una guerra que ya dura medio siglo

El 9 de abril de 1948, Gaitán, que encarnaba los más profundos anhelos y sentimientos populares, cae asesinado en el centro de Bogotá. Su autor material es linchado por la muchedumbre. Las pruebas de la autoría intelectual de este magnicidio, organizado por el SSE (Servicio Secreto Especial) de los Estados Unidos, que ocasionaría el inicio de la llamada “violencia en Colombia” y que produjo más de 300.000 muertos entre 1948 y 1953 y más de un millón hasta el presente (2010), y cuyas consecuencias se proyectan hasta el día de hoy con el escalamiento incesante de la guerra que desde entonces consume a Colombia, se mantuvieron en reserva durante más de medio siglo.

Se produjo entonces “el Bogotazo”, día en que la población liberal enfurecida pero sin mayor conciencia ni dirección política, arremetió contra todo lo que consideraba ligado al gobierno conservador y a la oligarquía colombiana defendiéndose de la represión conservadora, y al mismo tiempo quemando, saqueando, destruyendo. Las fuerzas revolucionarias no tuvieron la capacidad de encausar políticamente hacia la toma del poder ese levantamiento espontáneo de la población.

El comandante Fidel Castro, quien se encontraba en Bogotá ese día como delegado de la Federación de Estudiantes Universitarios de Cuba, FEU, organizando el Congreso Latinoamericano de Estudiantes, contraposición antiimperialista de la IX Conferencia Panamericana, que bajo la égida de Estados Unidos, se reunía simultáneamente en la misma ciudad para producir la declaración anticomunista que llevó el nombre de Declaración de Bogotá, y la creación de la OEA, como organismo intervencionista en Latinoamérica, dijo en entrevista concedida al escritor Arturo Alape:

“Yo diría que aquello fue un volcán que estalló. Un pueblo muy oprimido, un pueblo muy explotado, un pueblo hambriento que estalla en un momento determinado frente a un incidente determinado. Digamos que la muerte de Gaitán, quien evidentemente era una esperanza para el pueblo de Colombia, es el detonante de aquella explosión que no organizó ni pudo organizar nadie, que se produjo de forma absolutamente espontánea (…) Me quedé con el dolor de la muerte de Gaitán, me quede con el dolor del pueblo explotado, me quede con el dolor del pueblo ensangrentado, me quedé con la impresión de lo que puede hacer el imperialismo, de lo que puede hacer la oligarquía, de lo que pueden hacer las clases reaccionarias y sobre todo, me quedé con el dolor de la traición. El pueblo fue traicionado porque dijeron: ha habido un arreglo, una tregua; se suponía que significaba un cambio en la situación, el cese de derramamiento de sangre, garantías para todo el mundo. Pero no se me podrá olvidar jamás, cómo después de que se hace el arreglo, se hace la tregua, se entregan las armas, decenas de revolucionarios fueron cazados literalmente en la ciudad. Yo digo que esos eran héroes. !Que tipos tan valientes aquellos que se quedaron como francotiradores! Allí combatiendo solos, sin saber nada, sin información, luchando” . El gobierno de Estados Unidos organizó el asesinato de Gaitán

A continuación presentamos la trascripción de algunos apartes de la confesión del agente que participó en la organización del asesinato de Gaitan cuando trabajaba al servicio de una agencia de inteligencia de Estados Unidos, que el llama “El Centro”, probablemente el SSE (Servicio Secreto Especial) puesto que propiamente, la CIA, solo fue creada oficialmente en 1950. La trascripción completa fue publicada en Colombia en la edición No. 100 del periódico desde abajo, de Julio de 2005.

Esta fue filmada “en el transcurso de la indagatoria que la policía cubana le hiciera al agente estadounidense John Emplees Spirito, detenido en la isla cuando adelantaba operaciones de inteligencia para la CIA con miras a derrocar el régimen de la revolución cubana en los años 60” .

Confesión agente de la CIA

Agente de la CIA: Mi nombre es John Emplees Spirito. Soy nacido en los Estados Unidos, de origen siciliano. Mis padres, ambos, también son sicilianos; ciudadanos norteamericanos ahora.

En el año cuarenta y ocho sucedió lo que se llamó el “Bogotazo”. Ahora…ese Bogotazo…yo en el Centro de Houston fui mandado directamente a Colombia para participar dentro de un “teem way”, o sea, dentro de un grupo de especialistas ya establecidos en el país, para trabajar junto con ellos; para llevar a cabo una operación denominada “Pantomima”.

(…) Esta operación tenía como parte fundamental de tratar, por todos los medios, de hacer que un abogado de tendencia izquierdista, líder muy popular en aquel entonces, llamado …eh,…eh…Eliécer Gaitán de profesión abogado, dijo criminalista.

Por tanto este abogado ya estaba en contrariedades –según los informes que me dieron en aquel entonces, como parte de mi trabajo- (…) con la Embajada de los Estados Unidos y con varios emisarios, que un jefe de grupo llamado Tomas Elliot trataba de arreglar, hacer como una…tratar una especie de…de…componenda, puedo decir con este individuo, o sea, Eliécer Gaitán.

Al fracasar tales negociaciones, este individuo se veía un poquito, digamos, difícil de poderlo trabajar dentro de lo que nosotros habíamos hablado anteriormente, de otra administración y entrenamiento, que era el medio de la política…o sea, el tratar de llegar al individuo por medio del soborno y el chantaje. Es decir, había que trabajarlo entonces en otra forma.

(…) Me presento en Colombia con un falso pasaporte, como estudiante . El nombre en aquel entonces era Giorgio Ricco. Al llegar a Colombia me encuentro con que tengo que reportar con un maestro o profesor de la universidad llamado, apellidado Dávila. Además de esto –de que sirviera de profesor y asesor, introductor, inclusive, dentro de la universidad-, ¿Cuál era el objetivo?: estudiar las tendencias estudiantiles que causaban muchos alborotos en aquel entonces. Tenía fundamentalmente la misión de tratar, por todos los medios, de saber cómo, porqué, cuándo, se recibían dentro del estudiantado las ordenes directas y de parte de quien venían esas ordenes. Además, quién apoyaba con dinero o con recursos a esos estudiantes para proseguir esas manifestaciones por Eliécer Gaitan.

Esto, naturalmente, para llevarlo a cabo me hice pasar por un estudiante de habla italiana, debido a mi caracterización. Dentro de los cuadros de estudiantes participé y entonces pude saber a ciencia cierta su fortaleza, pude saber a ciencia cierta quién los apoyaba y naturalmente estos estudios, con otros ya hechos por los agentes radicados ahí, como el tal Tomas Elliot, jefe de grupo, pues llegamos a un acuerdo de que Eliécer Gaitan, el líder, independentista liberal, muy popular, pues era necesario llevarlo a una eliminación física.

Esta extremada orden, naturalmente que ya llegaba a formar un plano completamente diferente al que yo me venía (sic) hecho en otros años. Es decir, en cuanto era la primera vez que participaba ya en la eliminación física de un individuo por otros medios. Para esto está Tomas Elliot. Se fundamenta en dos formas para poder hacerlo. Es decir, si nosotros llevábamos ya la eliminación física del individuo, amparado y acunado por la Embajada de los Estados Unidos en Colombia, pues era necesario tratar de darle otro matiz, otra forma diferente, para que la opinión pública no se formara una idea como la que se tenía que formar de que la Embajada de Estados Unidos estaba detrás de todo esto.

Al llegar a Colombia conocí a otras gentes que trabajaban también para el Centro (se refiere al Centro de Houston), vinculados a la embajada de Bogotá (entiéndase Embajada de Estados Unidos en Bogotá). Me presentaron a un individuo llamado Juan Roa Sierra. Este individuo, colombiano, de nacionalidad colombiana, como dije antes, de tendencias fascistas fue un individuo de confianza ya que había hecho con anterioridad algunos otros programas u otras misiones para los agentes, tanto del Centro como para la Embajada. Este individuo se le prometió en aquella ocasión protegerlo debidamente contra las autoridades colombianas en caso de que fuera arrestado al cometer el hecho y a la misma vez también se le prometió, aparte de dinero, sacarlo lo más pronto posible fuera del país. En sí, todo esto se arregló con él de una manera bastante bien. Pero para nosotros, pensábamos después eliminarlo físicamente –ya que este individuo, después de cometido el hecho, iba a ser para nosotros un estorbo y un testigo presencial del caso. Por lo tanto, nos ahorramos ese problema ya que este individuo, al ajusticiar a Gaitán, también fue ajusticiado por el pueblo en ese momento que cometió el hecho en una de las céntricas calles de Bogotá.” Gloria Gaitán, hija de Jorge Eliécer Gaitán, amplía la información dando cuenta de la participación en el complot del Director de la policía de entonces, Virgilio Barco, por órdenes directas del Presidente de la República y corrobora la versión del agente de la CIA, de la siguiente manera:

“En un viaje a Cuba, en los años de 1961 o 1962, el Comandante Piñeiros, a quien todo el mundo llamaba Barba Roja, me invitó a ver una filmación de una declaración de un agente de la CIA que afirmaba haber hecho parte del complot para asesinar a mi padre, Jorge Eliécer Gaitán.

En la versión original, sin editar, que fue la que yo ví, el agente entraba en pormenores sobre la primera etapa adelantada por Tomas Elliot para intentar el soborno de mi padre a fin de que abandonara la política. Sufrí un ataque de taquicardia que obligó a la suspensión temporal de la proyección, ya que el agente de la CIA relataba un hecho que yo había conocido directamente de boca de mi padre.

En efecto, en el año 47, papá llegó un día a almorzar a la casa y le contó a mamá, en presencia mía, que le habían ofrecido ejercer la cátedra de derecho penal en la Sorbona en París o en la Universidad de Roma, garantizándole la propiedad en uno de los barrios más lujosos de esas ciudades, de un espléndido apartamento. Le darían igualmente una inmensa finca en la sabana de Bogotá y otra en los Llanos orientales, y le otorgarían la financiación necesaria para que sus hijos pudieran, por el resto de sus vidas, estudiar en los colegios o universidades de Europa. Esta última parte fue la que no permitió que yo olvidara el asunto, pues me empeciné en insistirle a mi papá que abandonara la política para poder irme a estudiar al viejo continente. Mamá a veces me decía que era una lástima que mi papá no se hubiera dejado tentar, pues así hubiera salvado su vida.

El impacto que recibí fue tremendo, cuando comencé a oír de labios de ese hombre la descripción de todas y cada una de las propuestas de soborno que yo ya conocía. El agente, en lugar de hablar de los Llanos, se refería a “la pampa colombiana”, pero el resto era idéntico, con las mismas palabras, como lo había relatado mi padre.” Y como parte de los comentarios hechos para el artículo citado, Gloria Gaitán continúa:

“En 1993, el doctor Yesid Castaño, miembro de la Junta Directiva de la Federación Colombiana de Cafeteros, me contactó para decirme que el doctor Robayo, dueño de kokorico y en aquel entonces de Diners y el Banco Superior, tenía toda la documentación de un agente de la CIA llamado Tomas Elliot, quien había sido su cercano amigo y quien le dejó, antes de morir de cáncer, todo el archivo sobre la preparación del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, entre otras cosas, fotografías donde se ve la salida de mi padre, en diferentes días y horas, del edificio Agustín Nieto, y donde están consignados pormenorizadamente todas las acciones previas al asesinato. El doctor Castaño me dijo que el doctor Robayo estaba dispuesto a hacerme conocer la documentación. No obstante, me fue imposible localizarlo y hasta el presente nunca respondió mis llamadas. Se debió arrepentir.

En cuanto a la vinculación del jefe de la policía, también existe otro testimonio, el del padre Camilo Torres, quien me llamó un día para decirme que su señora madre sabía quienes eran los asesinos intelectuales de mi papá, y que quería reunirse con mi madre, con mi entonces esposo, Luis Emiro Valencia, y el abogado de la familia, Guillermo Hernández Rodríguez, y conmigo, para revelarnos la información que ella había guardado por muchos años por miedo a que a él lo mataran como represalia.

Mamá dijo que no quería reunirse con una encubridora. La madre de Camilo nos dijo que ella era muy amiga de la amante del coronel Virgilio Barco, director en 1948 de la Policía Nacional, y que pocos días después del 9 de abril, estando de visita donde ella, llegó Barco, quien estaba de pelea con su amante, en busca de una reconciliación. La señora le dijo a doña Isabelita de Torres que se escondiera en el cuarto vecino para que el coronel Barco no se sintiera cohibido, ya que ella sí quería reconciliarse. El coronel comenzó diciéndole que no era cierto que él la hubiera engañado, que eran solo celos infundados de ella, motivo por el cual estaban de pelea y que era tal el amor y la confianza que él le profesaba, que iba a confesarle un gran secreto para poner su vida en manos de ella: le contó que con la asesoría de agentes norteamericanos y por órdenes de la Presidencia de la Republica el había planeado la ejecución del asesinato de Jorge Eliécer Gaitan. Explicó que esa era la razón por la cual, cuando dos policías habían encerrado a Roa Sierra en el local de una farmacia y lo vieron a él sentado en un café al frente del edificio Agustin Nieto –donde permaneció toda la mañana vigilando los acontecimientos –se le habían acercado para preguntarle que hacían con el asesino y el les respondió: “Déjenselo a la multitud”, mientras que otros cómplices vociferaban “Maten al asesino”, con el fin de que fuera la gente enardecida la que acallara directamente al asesino material.

El doctor Guillermo Hernández le pidió a doña Isabel que declarara en el proceso, pero ella dijo que solo le hacía una confesión a la familia Gaitán por insistencia de Camilo para calmar su conciencia, pero que no quería poner en peligro la vida de su hijo y que con su confesión mi padre no resucitaría y en cambio Camilo si podía ser asesinado, lo cual impediría que él hiciera la revolución que mi padre no pudo hacer.

El padre Camilo insistió mucho en que ella declarara, e incluso manifestó que él iba a contarles la versión a los jueces. Doña Isabel le respondió tajantemente que si el se atrevía a hacerlo, ella lo desmentiría”.

Se corrobora entonces que el asesinato del líder popular Jorge Eliécer Gaitán fue un crimen de Estado, un acto de terrorismo de Estado, instigado y dirigido por los servicios secretos de los Estados Unidos, con participación directa del Estado colombiano, en cabeza del Presidente de la República y del Comandante de la Policía de Bogotá, con el que se impidió su participación en las elecciones presidenciales de 1950 y su ascenso al poder, cerrando la vía política a las transformaciones democráticas que el país reclamaba y desatando una guerra fratricida que, en sus varias etapas, ya dura más de medio siglo.

El origen de las FARC EP y el ELN es la lucha contra el terrorismo de Estado

El movimiento guerrillero surgió en Colombia, como única respuesta posible al terrorismo de Estado ejercido contra el pueblo, las organizaciones sociales y la oposición política; como única forma para preservar la vida por parte de importantes núcleos de campesinos políticamente conscientes y ante la imposibilidad de desarrollar la lucha política en condiciones democráticas, porque los partidos políticos tradicionales: el liberal y conservador, establecieron en la Constitución Nacional desde los años 50, la exclusión de otras fuerzas en la vida política del país. Y porque todo esfuerzo de organizar partidos o movimientos políticos de oposición ha sido aniquilado a sangre y fuego por medio del terrorismo de Estado, ejercido de manera directa por los organismos represivos del Estado o por fuerzas paramilitares, organizadas por ellos en conjunto con los sectores sociales y políticos más reaccionarios, que actúan bajo su dirección y protección.


http://www.youtube.com/watch?v=W6_Kdpsh0A4

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