miércoles, 9 de noviembre de 2011

Acabo de hablar con 2012 por teléfono


Acabo de hablar con 2012 por teléfono. Dice que está hasta los bemoles de nosotros, que lo dejemos descansar tranquilo y paremos ya de decir gilipolleces, que no es que le piten los oídos, ¡es que tiene dos puñeteras sirenas metidas en los tímpanos sonando sin parar!

No ha tenido reparos en confesar que se ha visto obligado consultar con los veteranos si esto era normal; le han dicho que no, ¡en absoluto! Incluso el señor 2000 (ya jubilado) le contó que ni siquiera a él, que viajaba a lomos de un cambio de milenio, le habían colgado un muerto de tal calibre...

Ante semejante espectación, 2012 está planteándose seriamente hablar con los Sagrados Elementos. Le ronda por la cabeza la idea de convencerlos para que monten algún tipo de calamidad a su llegada, pues le aterra pensar que si pasa de largo sin más, como un año cualquiera compuesto por una sucesión de 365 días «normales», la gente se sienta muy molesta. Está desesperado, no sabe cómo hacernos entender que las cosas no las hacen los años, ¡las hacen los hombres!

Hace un par de semanas, 2011 le escribió un breve mensaje en su muro del Facebook, decía: «2012, ¡la gente está muy loca!». 2012 hizo un click en «me gusta» y le contestó: «What the fuck?!». Sintiendo la imperiosa necesidad de explicarse con más detalle, 2011 le envió un email pasadas unas horas. Aquí lo reproduzco textualmente:

«Amigo, no entiendo nada... no doy crédito a lo que veo en la Tierra. 2010 ya me advirtió que podía irme calzando, pero nunca imaginé que la locura de los humanos fuera de tal magnitud. Estoy al límite de caer en una profunda depresión; todo el mundo me ignora, ¡solo piensan en ti! Parece que no comprendan que lo que hagan mientras estoy yo, es lo que recogerán cuando estés tú. ¡Es hasta gracioso!; como si el tiempo trajera bajo el brazo los eventos ya escritos y los hombres no tuvieran nada que pintar en ellos. Es como aquello que se dice: “todo el mundo quiere ir al cielo, pero morirse, nadie quiere...” ¡Joder, que una montaña no la subes mirando la cima con un telescopio!, la subes paso a paso y estando atento a no tropezarte con las piedras del camino, ¡¿no?! Perdona que me enerve, vecino, pero ya sabes que tengo mucho nervio y estas cosas me ponen muy loco... Que estoy más tenso que Chewacca probando la “epilady”. En fin, no me enrollo más, ¡nos vemos pronto!»

2012 me ha confesado que después de leer semejante email, se sirvió un gin-tonic y se puso a meditar en su koan zen favorito: «El Patio De Mi Casa». Mientras iba pasando las bolitas de su mala budista, lo iba recitando muy atenta y lentamente: «El patio de mi casa es particular, cuando llueve se moja como los demás...». En ese punto se vio obligado a detenerse. Detuvo su mente, frunció el ceño, y tras unos segundos, prosiguió: «Agachate y vuélvete a agachar, que los agachaditos no saben bailar...». Como es obvio, tuvo que hacer una nueva pausa... esta vez, la acompañó balbuceando un melódico «hhhhmmmmm» mientras se acariciaba el mentón con dos dedos (había visto en una peli que ese gesto otorga gran sabiduría).

Y así, mientras yo flipaba por un tubo al otro lado del teléfono escuchando todo esto, dice de repente:

—Tío, en ese preciso instante me iluminé: El problema que tenéis los seres humanos es que habéis perdido las ganas de jugar; la vida entera es un juego, y vosotros convertís los juegos en problemas. Antes de nacer, todos queréis venir a jugar aquí. Cuando estáis aquí, en el 2011, pensáis en estar allí, en el 2012. Cuando se os da un nuevo reto, un nuevo juego, le colgáis el cartel de «PROBLEMÓN, ESTO NO MOLA», esperáis a un nuevo juego al que volvéis a colgar el mismo cartel, y volvéis a esperar a un nuevo juego, un nuevo desafío, y cuando llega, ¡venga, cartelito! ¿Lo pillas?, los juegos son como son y son lo que son. Mientras estáis aquí vais disfrazados de «patio de mi casa», todos tenéis vuestras particularidades, todos sois especiales, y cuando llueve, os mojáis, como no podría ser de otra manera, ¡y así debe ser!... Pero no, cuando llueve, sacáis un paraguas y pensáis: «¡Mierda, se me ha roto!, ¿qué voy a hacer ahora?, ¡Ayyy!, es que todo me pasa a mí... ¡No volveré a comprar un paraguas chino en mi vida! Ya ves, ¿pa qué?, ¿pa que se beneficien y tengan a los pobres tibetanos ahí oprimidos con mi dinero? Con lo que cuesta de ganarlo... ¡y encima me estoy creando mal Karma!, ¡menuda mierda!, ¡qué asco de vida!...». Os amargáis vosotros mismos y...

      —Sí, lo sé... y solo está lloviendo...

      —¡Exacto!

      —Y... 2012... ¿Todo esto lo has aprendido gracias a la primera parte del «Patio De Mi Casa»?

      —Sí, ¡es una genialidad! Hay muchos secretos ocultos tras esas palabras... [Voz de misterio...]

      —¿Y la segunda parte?, eso de: «agáchate y vuélvete a agachar, etc.».

      —¡La segunda parte es una solemne gilipollez!

      ...
:)
Dani Valdés
www.stopsecrets.ning.com

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