El Marxismo como Agente Destructor de la Familia y el Estado
Noviembre 20 de 2013
por
El Observador del Pueblo
Las primeras sociedades surgieron como asociaciones de grupos humanos homogéneos, es decir, pertenecientes a un mismo tronco racial, que en función del instinto de autoconservación inherente a toda especie se enlazaron de manera solidaria y constituyeron vastas comunidades que luego devinieron pueblos. Si se entiende la historia de la humanidad como una constante lucha por la imposición de valores anímicos unidos incuestionablemente a la sangre, fácilmente se comprenderá el porqué de las tentativas pro-asiáticas materialistas por aniquilar toda forma de vida superior del occidente nórdico espiritual.
Impulsadas por un anhelo metafísico propio de su ser, las hordas indogermánicas se extendieron por todo el mundo fundando magníficas civilizaciones, instituyendo un estilo de vida arraigado en valores superiores y formadores de tipos. Como resultado de las migraciones nórdicas fueron apareciendo centros de cultura por doquier: la India védica, la Hélade, Roma, pero también el imperio vikingo de Tiahuanaco y el Inca en el continente americano. Al otro lado de la balanza se encuentra el espécimen asiático, en el que se pone de manifiesto el instinto devorador de todo misterio natural, tendencia que se presenta de manera más exacerbada y conscientemente dirigida en el judío y su adoración al Becerro de Oro.
Como un virus inoculado en el corazón de occidente, se instaló el judío camuflado bajo la máscara del bautismo protestante y se dispuso actuar desde el centro de la germanidad para corroerla desde adentro. Concibió así la doctrina asiático-semita destinada a destruir la cosmovisión espiritual de los pueblos libres: “El Materialismo Histórico y Dialectico”, también llamado Marxismo.
En su afán por corromper los valores tradicionales, el marxismo nos ha querido hacer ver a la familia como el componente formador del Estado con la oscura intención de atacar el sentimiento de la nacionalidad desde sus raíces, aniquilando toda voluntad creadora de los pueblos. Lo cierto es que el Estado nunca ha sido el resultado de una asociación entre el hombre y la mujer (familia) sino que es una institución surgida de la unión de un grupo de guerreros —hombres únicamente y ligados por la misma sangre— con el fin de asegurar la protección de su pueblo. En ningún momento de la historia ni la mujer ni la familia han desempeñado un papel preponderante en la política de poder de las altas civilizaciones, cuando esto comenzó a ocurrir y el matriarcado se impuso los antiguos Estados decayeron y sobrevino la ruina cultural y social. Entiéndase así el caso de la Grecia Clásica que fue consumida por el harem de la dominación turca.
Para Engels los lazos de consanguinidad son meras “imposiciones represivas de la sociedad” y su doctrina considera a la familia como “una corporación destinada a explotar los recursos colectivos” dirigida por “el hombre lujurioso y machista”, puede entenderse por qué el feminismo ha encontrado en el marxismo su punto de partida. No debería sorprendernos el hecho de que los partidos comunistas ostenten sus mujeres justificándolas únicamente por ser mujeres, no necesitan ninguna habilidad especial, ni que las campañas políticas de Noemí Sanín — marrana antioqueña muy cercana al narcotráfico y a las guerrillas comunistas— se hayan basado en la incitación a la emancipación femenina, ganándose así el favor de lesbianas y resentidas marimachas. Con estas intrigas los filoasiáticos pretenden nublar la concepción tradicional de la familia y del patriarcado como factores preservadores de la raza y la cultura nacional.
Los partidos comunistas ostentan a sus mujeres como instrumento pro-feminista destructor del Estado
Los factores biopsíquicos diferenciados del hombre y de la mujer determinan sus roles en la sociedad. La naturaleza de la madre proporciona los medios para que suministre el alimento a sus hijos, por lo tanto a ella corresponde el cuidado del hogar. Solo el hombre tiene la visión plasmadora y formadora de carácter requerida para dirigir y crear, no ha existido jamás ninguna mujer equiparable a Alejandro Magno ni a J.S. Bach. Pero no debe desvincularse el factor racial de las particularidades sexuales, pues se da el caso de mujeres superiores a muchos hombres, no se trata aquí de una excepción sino de comprender que aunque la orientación anímica de un hombre y de una mujer de la misma raza es la misma, se expresa de distinto modo. Entiéndase así el caso de la genial aviadora Hanna Reitsch en contraste con el nefasto “Che Guevara”, que fue un rotundo fiasco en todo lo que se propuso, aquí la diferencia radica en orígenes raciales contrapuestos: La piloto era blanca y el guerrillero era hijo de inmigrantes judíos.
Cuando la mujer se encumbra en la cima del poder y deja de lado sus funciones en el hogar se enarbola la decadencia del Estado. Valga mencionar el caso de Brasil, donde el matriarcado se ha aplicado hasta las últimas consecuencias con el desgobierno de la terrorista Dilma Rousseff, allí reina el caos económico y social, el hambre y la enfermedad se han hecho norma en pro de la realización del Mundial de Fútbol, pues este evento representa millones de dólares en ganancias para las grandes transnacionales desintegradoras de Estados y patrocinadoras del comunismo. Esa es la visión atomista y degradante del materialismo histórico pro-feminista, que olvida siempre los intereses comunes del pueblo, escudándose en la “rebelión de la mujer y los esclavos”.
En las sociedades sanas y patriarcales a la mujer se le ha otorgado el noble papel de madre y nunca tuvo la necesidad de emanciparse, pues gozaba de profundo respeto y admiración como el lado fecundo de la naturaleza. Los sabios helenos lo sabían bien y por eso de acuerdo a principios vitales construyeron su gran civilización con Apolo —el hombre— como soberano y Artemisa —la mujer— como preservadora del mundo natural. Fue así como surgieron las grandes formas estatales de antaño y fue justamente el debilitamiento de la liga guerrera masculina frente al sensual frenesí de los cultos asiáticos, un factor decisivo para su posterior degeneración y caída. La defensa de los valores culturales occidentales está magníficamente expresada en el mito de Heracles, quien derrota al hetairismo amazónico-feminista que representa el salvajismo en el que cae una sociedad gobernada por mujeres.
Este es el modelo tradicional de una familia sana, orgullosa y formadora de valores
Pero el caos a-nacional impelido por el comunismo no se detiene ahí, además pretende reemplazar al padre y a la madre con el homosexual. Por decreto del alcalde Gustavo Petro cada dos meses se debe celebrar en Bogotá la “Semana de la Diversidad Sexual”, un aquelarre en el que los degenerados sexuales se toman la ciudad y exhiben con desahogo sus asquerosas costumbres. Asimismo, con la meta de disminuir las fuerzas creadoras, Petro junto con la oligarca familia Santos instauraron en la capital ese oscuro y grotesco carnaval afromulato denominado “Semana de la Afrocolombianidad”, con el que se pretende asimilar al negro en la sociedad bogotana, destruyendo la poca identidad que nos queda como herederos del solar y viril pueblo Muisca. Estas voraces medidas implantadas por los regímenes bolcheviques están acorde con las ideas liberales del llamado “mundo democrático”, en el patrocinio de esta peste y en todo lo demás el marxismo y el capitalismo están juntos.
La naturaleza ha creado la polaridad sexual como fundamento de todo acto de creación, las tensiones orgánicas entre lo femenino y lo masculino equilibran las fuerzas cósmicas y mantienen viva la energía creadora. Todo intento por eliminar el equilibrio natural implantando nuevos modelos de familia con el aberrado sexual (LGBT) como meta social, debe tener como consecuencia la desaparición de los caracteres sexuales dentro de los pueblos, degradando su descendencia y por ende forzando la desaparición de los Estados Nacionales. Unido esto a la pretensión de otorgar mayores privilegios al negro y al mulato para fomentar la mezcla desenfrenada. De esta manera los apóstoles de la decadencia alcanzaran así el fin último de las democracias y del marxismo: Un mundo globalizado donde no existan las naciones ni las razas, únicamente un conglomerado de bastardos fácilmente manejables y sin posibilidad de redención.
John Sudarsky Rosenbaum, maoísta judío del Partido Verde y Armando Benedetti, corroncho uribista. Sionistas infiltrados en el Congreso de Colombia y máximos apólogos del colectivismo sexual.
Petro además disfruta despilfarrando los recursos del distrito en la manutención de drogadictos y criminales, llevándoles médicos, alimentación y marihuana (supuestamente para alivianar la adicción al bazuco) con la intención de “reintegrar” este lumpen a la sociedad y pretendiendo que los ciudadanos decentes —para quienes no hay apoyo alguno— los acojamos en el seno de nuestro hogar como elementos debilitadores de la familia.
La televisión y el entretenimiento han sido una de las principales herramientas del judaísmo para trastocar las costumbres a su antojo y conveniencia, “democratizando” la decadencia e imponiendo degenerados modelos sociales. Ya se han vuelto comunes las películas y series de televisión en donde de manera irreal se muestra a los negros con mayor inteligencia que los blancos y las excrementales relaciones de los homosexuales cada vez toman más protagonismo en la pantalla.
El siguiente paso que ha seguido la conspiración judeo-marxista para aniquilar a la familia occidental ha sido la incorporación forzosa del retrasado mental como el miembro predilecto de la casa. En Colombia el medio que ha llevado con mayor celeridad este proceso ha sido la Organización Ardilla Lülle y el canal RCN, que se ha convertido en portavoz del comunismo y la decadencia. Por lo menos seis veces al año RCN celebra las olimpiadas mongólicas Fides. Ya el gran médico John Langdon Haydon Down —de quien toma su nombre la enfermedad— descubrió que el síndrome de Down es una patología congénita causada por la mezcla racial indiscriminada, por eso los que la sufren muestran evidentes rasgos de la raza mongoloide, pero llevados al extremo a razón de la mescolanza: “ojos achinados”, braquiocefalia, cara ancha, además demuestran falta de inteligencia y un sinfín de anomalías orgánicas.
Fides-RCN a toda costa intenta incorporar al mongólico como miembro de las familias de raza blanca. Sus comerciales nunca colocan al retrasado mental dentro de una familia negra o judía.
Para Marx la progenie de un individuo únicamente cuenta como fuerza de trabajo, como engranaje dentro de una cadena de producción, anula así la personalidad y las particularidades propias del sujeto. De esta forma elimina la importancia de la familia como grupo orgánico formador de linajes racialmente determinados. La ortodoxia bolchevique predica la aplastante igualdad de todos los seres humanos, coloca arbitrariamente al alcohólico y al negro al mismo nivel del hombre blanco creador con el objetivo de hacer desaparecer toda particularidad y carácter nacional de los pueblos. En este punto se hace preciso recordar que los marxistas no creen en el Estado, lo ven como algo que hay que destruir. En su lógica demagógica conciben a la familia como el sostén de la arquitectónica estatal, de manera que reemplazando la férrea disciplina masculina con el feminismo y la homosexualidad consiguen destruir la descendencia sana de las naciones occidentales y luego los Estados, por el consecuente agotamiento de las fuerzas combativas.
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