Colombia ante el Chikunguña
18 de enero de 2015
Los hechos, la desinformación, lo que ha hecho el gobierno y lo que falta por hacer ante esta epidemia que según el Instituto Nacional de Salud “está aquí para quedarse”.
Óscar Andia*
Ruidos en lugar de claridades
En Colombia “trinamos” mucho y debatimos poco. Nos llenamos de frases e ideas cortas pero casi no existen el debate con altura ni la oposición con argumentos sólidos. En las redes sociales priman los chispazos o las descalificaciones fáciles, mientras que en los medios abundan la farándula o los escándalos, pero brillan por ausencia la investigación y el debate serio y productivo.
Y la manera de abordar el problema de la fiebre chikunguña es un ejemplo de esta realidad.
Por eso intentaré resumir aquí algunas reflexiones sobre esta epidemia, discutiré cómo se ha manejado la información sobre ella en internet, y analizaré el papel que están jugando los diversos actores del sistema de salud responsables de combatirla. Espero que esta vez sí se oiga la opinión de los profesionales de la Federación Médica Colombiana (
FMC), a quienes nos interesa debatir seriamente este tema de gran impacto en la salud pública.
La mala información
Comienzo con un ejemplo del tipo de materiales que están publicados en internet sobre el chikungunya o chikunguña. Existe un video en
YouTube donde se afirma que el virus fue creado en laboratorio, que hay patentes para cepas purificadas del mismo o su vacuna y que existe una conspiración para obtener beneficios económicos con su diseminación. Como prueba de lo anterior se presenta un documento que aparece en el aplicativo de búsqueda de patentes de
Google, y pueden verse incluso notas periodísticas
parcialmente a favor o
en contra de esta hipótesis.
Se trata pues de un caso típico de interpretación discutible sobre hechos (unos ciertos y otros falsos) que suelen presentarse en internet. Y preocupa que esta página registre más de 300.000 visitas, en contraste con las menos de mil que han tenido los videos del Ministerio de Salud sobre chikunguña.
La realidad
Una
cronología publicada por el Ministerio de Salud muestra la rápida difusión del virus en Colombia.
Allí se dice que el 18 de julio de 2014 se emitió un boletín informando el
primer caso en el país, específicamente en el Valle del Cauca. Dos días antes, la Organización Mundial de la Salud había dicho que
la epidemia se esparcía desde el Caribe y era grave. En diciembre de 2014, MinSalud confirmó la existencia de
123 municipios con transmisión activa del virus, de los cuales 84 estaban en fase expansiva.
Un virus que no es mortal, como el chikunguña, puede producir muertes como cualquier epidemia.
A finales de 2014, el Instituto Nacional de Salud (INS) reportó un total de
79.977 personas diagnosticadas con este virus y en
un video del Ministerio se dice que los casos ya sobrepasaron los 100.000.
Los hechos son contundentes. Como dice el mismo video, el chikunguña llegó para quedarse, junto al dengue.
Taller sobre atención del virus Chikungunya liderado por el Presidente Santos en la ciudad de Girardot. Foto: Presidencia de la República
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Aclaración confusa
Ante el temor causado por la rápida difusión de la epidemia, y seguramente como respuesta a los rumores de que el gobierno había perdido el control sobre la misma, el presidente Santos pretendió calmar los ánimos afirmando que el virus en sí mismo no era mortal (lo cual es cierto).
Sin embargo muchos entendieron que, según el presidente, la epidemia no podía producir casos mortales (lo cual no es cierto); por eso llovieron las críticas sobre el discurso de Santos y este problema aparentemente semántico se convirtió en un amargo debate. El INS expidió un
boletín que desmentía casos de muerte por chikunguña en Colombia, como respaldo a lo que había dicho el presidente. Pero esto no contribuyó a calmar los ánimos.
Posiblemente, un manejo inteligente del tema de las comorbilidades (como el que se hace en algunos
videosdel Ministerio) hubiese servido mejor para superar el malentendido.
Es obvio que el presidente no es médico y nadie puede exigirle diagnósticos propios de la profesión. Pero existen expertos que le hablan al oído y alguno de ellos debió advertirle que la fiebre alta, la taquicardia, la deshidratación y otras manifestaciones del chikunguña, que no son mortales en pacientes jóvenes y vitales, complican y hasta pueden resultar fatales en pacientes con afecciones graves, como diabéticos descompensados, pacientes terminales o inmunosuprimidos por patología o tratamiento.
Por lo tanto, un virus que no es mortal, como el chikunguña, puede producir muertes como cualquier epidemia.
La epidemia de chikunguña pone en evidencia lo que puede ser un error en los materiales educativos del INS y del Ministerio de Salud, que enfocan los cuidados especiales básicamente hacia niños y pacientes de la tercera edad, sin suficiente hincapié sobre el peligro para aquellos pacientes que sufren afecciones como las mencionadas.
En este contexto, también vale la pena preguntarse si se estaría incurriendo en alguna falsedad estadística al contar solo la acción letal directa del virus como determinante de muerte, solo para que los fallecimientos por comorbilidades no se contabilicen como producidos por la epidemia.
Naturalmente, los responsables del control de la epidemia buscan evitar el pánico, pero eso no puede hacerse incurriendo en inconsistencias clínicas o estadísticas. Lo mejor es aprender de la experiencia de los nigerianos que controlaron el ébola: una política correcta frente a cualquier epidemia debe garantizar la verdad para crear confianza, la objetividad, para el uso racional de los recursos, y la eficiencia, para asegurar los resultados.
Brote de un paciente afectado con el virus del Chikungunya. Foto: Pan American Health Organization |
Qué se está haciendo y qué falta por hacer
En un
video de la Dra. Gina Watson, representante de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en Colombia, se presenta una visión ponderada sobre la epidemia y se destaca la labor que adelantan las autoridades colombianas.
Es obvio que para controlar la epidemia hay que lograr mejorías en la campaña de prevención, en el Sistema Nacional de Vigilancia en Salud Pública (
SIVIGILA), en el sistema de información y comunicaciones, y también en la labor de las Entidades Prestadoras de Salud (EPS).
- Una presentación del Ministerio de Salud titulada "
Recursos de Transferencias e Inversión Ordinarios y Extraordinarios..." resume los esfuerzos dedicados al control de las Enfermedades Transmitidas por Vectores (ETV) como el dengue, las fiebres hemorrágicas, el paludismo, la fiebre amarilla, el Chagas y, ahora, el chikunguña (no sabemos si se incluyó la prevención del ébola).
En este informe se mencionan transferencias por 72.000 millones de pesos para combatir las enfermedades transmitidas por vectores (ETV), una suma irrisoria si la comparamos con la campaña de vacunación contra el Virus de Papiloma Humano (VPH) la cual, sumando recursos públicos y privados, se estimó en
300.000 millones.
Los responsables del control de la epidemia buscan evitar el pánico, pero eso no puede hacerse incurriendo en inconsistencias clínicas o estadísticas.
- El
SIVIGILA por su parte cuenta con recursos humanos e informáticos especializados para capturar, procesar y analizar la información epidemiológica de las UPGD (Unidades Primarias Generadoras de Datos - que mencioné en otro artículo para Razón Pública con motivo del
ébola).
Pero es claro que se presenta un sub-registro en
su reporte de un total de 79.977 personas diagnosticadas con chikunguña, debido a que actualmente solo funcionan como UPGD las Instituciones Prestadoras de Salud (IPS), y los pacientes atendidos en consultorios médicos privados, por ejemplo, no tienen forma de ingresar en las estadísticas de la epidemia.
Es hora de que el SIVIGILA reciba un apoyo técnico y financiero proporcional a su importancia epidemiológica, y ojalá pronto se corrija esta tendencia al sub-registro.
- Por otra parte, ha sido muy notorio el intercambio de trinos entre las autoridades de salud sobre el tema, pero se ha visto poco trabajo serio en la pedagogía sobre la enfermedad entre la ciudadanía. Algo no está marchando bien cuando un interesante
video de MinSalud, con preguntas y respuestas sobre la epidemia, registra solo 550 visitas en un mes.
En otros países del mundo, medios como
ElMundo.es han creado aplicaciones para seguir las epidemias del
ébola o del
sida, pero en los medios masivos de Colombia no se ha publicado algo similar sobre el chikunguña. Necesitamos crear de una buena vez un sistema verdadero de información y comunicaciones sobre enfermedades en Colombia.
- También las EPS deben cumplir un papel en esta situación. Recordemos que a las EPS de los regímenes contributivo y subsidiado acaban de aumentarles la Unidad de Pago por Capitación (UPC) en 6,06 por ciento y de darles 7 años para sanear sus finanzas. Pero, ¿alguien sabe cómo están participando en las campañas de control del chikunguña y las principales ETV?
No se trata de perder la compostura y acudir al expediente fácil de acusarlas de estar lucrándose de la epidemia como lo están haciendo las marcas costosas de Acetaminofen. Se trata de poner en evidencia la falta de información consolidada acerca de su gestión, una supervisión que en ningún caso debería delegarse al gremio de las EPS, sino que debería estar centralizada en el Ministerio de Salud.
Esta transparencia permitiría conocer el esfuerzo que hacen las administradoras del sistema de salud que se han consolidado e identificar aquellas que no están cumpliendo adecuadamente su función.
Además, ha llegado el momento de enfrentar las tres intermediaciones perversas de las EPS que ha identificado la FMC:
· La intermediación financiera consistente en que las EPS restringen el flujo de recursos hacia los prestadores de salud, de modo que los hospitales tienen que presionar al gobierno para pagos directos;
· La intermediación asistencial, en virtud de la cual las EPS restringen las órdenes de atención a pacientes,
· Y la intermediación informática esto es, el que las EPS sean dueñas de la información del sistema.
* Vicepresidente Política Farmacéutica Nacional – FMC y Director General del Observatorio del Medicamento -Observamed-.
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