(Francisco Herrera, dirigente cafetero de Apía, Risaralda) [1].
Colombia, por más de un siglo, ha sido sinónimo de excelente café en todo el mundo. Pero su café también esconde una amarga historia de violencia y de miseria; desde los tiempos de la “Violencia” el eje cafetero y otras zonas productoras de café como el Viotá en Cundinamarca o Tolima, fueron duramente golpeadas debido a la presión por la tierra. En las últimas décadas, de la mano de la destrucción de la economía campesina, por las armas de la violencia oficial y paraoficial así como del aperturismo neoliberal, los pequeños y medianos cafeteros se han sumido en una situación miserable. Esta situación ha sido exacerbada por el abandono del sector campesino, mientras el Estado firma Tratados de Libre Comercio que arruinan al agro y beneficia a manos llenas con toda clase de beneficios y aportes a los agroindustriales, a los grandes terratenientes y a las empresas minero-extractivas multinacionales.
Como resultado palpable de esta política deliberada en contra del pequeño y mediano campesino cafetero, la proporción total del café en las exportaciones colombianas bajó dramáticamente del 60% en 1986 a un magro 6% para el 2007; en 1993 Colombia exportaba 17 millones de sacos de café, mientras que en el 2012 apenas se exportaron 7,7 millones [2]. Hoy, la situación es tan desastrosa, que el costo de venta del café no alcanza a cubrir los costos de recolección y secado: acorde a ciertos cálculos, el costo de producción de una arroba de café es de $65.000 y el precio de venta es $58.000; según otros cálculos, el precio está a $504.000 por carga (125 kgs), mientras los costos de producción son del orden de los $650.000 [3]. Como se aprecia, la situación es francamente insostenible.
La actual crisis del sector cafetero, que se arrastra y agudiza desde hace más de dos décadas, exacerbada por el aperturismo neoliberal y los acuerdos de libre comercio, se explica, según los cafeteros, por tres factores principales –Primero, por la disminución de la producción (mientras casi todo el café de consumo interno se está importando); Segundo, por la baja en el precio del café (en Diciembre del 2011 la carga se vendía a $1.100.000; en Febrero del 2012 estaba a $650.000 y en estos momentos está a $490.000); Tercero, por la revaluación del peso frente al dólar, consecuencia de la hegemonía del modelo minero-extractivista, lo que ha conllevado pérdidas superiores a los $2.100.000.000.000 a los pequeños y medianos cafeteros [4].
Si bien el gobierno dice que ha sido el que más ha ayudado a los cafeteros, los campesinos se quejan que esta ayuda solamente sirve para beneficiar a los grandes productores y que los medianos y pequeños no ven un peso; dado el antecedente de Agro Ingreso Seguro, sabemos que el gobierno colombiano tiene vocación de Robin Hood perverso que roba a los pobres para dar a los ricos. Debido a esta situación, en Febrero del 2012, en Pereira, se constituye el Movimiento Nacional por la Defensa y la Dignidad Cafetera (MNDDC); en Agosto se movilizan más de 20.000 cafeteros en Manizales por un pliego de ocho puntos que en lo fundamental piden transparencia en el manejo de los fondos de asistencia técnica, mayores recursos y facilidades crediticias, precios estables y mejores, así como manifiestan su oposición al modelo económico actual (Tratados de Libre Comercio y modelo extractivista) [5]. A esta movilización, siguieron movilizaciones multitudinarias de los cafeteros durante los meses de Octubre y Noviembre. Es después de todas estas tentativas fallidas de los pequeños cafeteros por ser escuchados y tomados en consideración, que el MNDDC llama a un Paro Cívico Nacional Cafetero, de carácter indefinido, para el lunes 25 de Febrero, paro al cual también se sumaron los cacaoteros. Que no diga el gobierno de Santos que este Paro Cívico lo pilló desprevenido. Tras fracasar una reunión de última hora el domingo 24 de Febrero, a la cual no se presentaron los dirigentes cafeteros por considerarla una falta de respeto, en una alocución Santos se refirió cínicamente al paro como “inoportuno, injusto e inconveniente” [6].
Pese a las amenazas, chantajes y amenazas del gobierno, así como a la oposición de la Federación Nacional de Cafeteros, cuya burocracia se chupa todos los recursos que deberían ser destinados a los campesinos pobres, el paro ha sido todo un éxito, movilizando a miles de campesinos y recibiendo el respaldo de las comunidades y comerciantes locales en los departamentos de Risaralda, Quindío, Caldas, Huila, Cauca, Cundinamarca, Santander y partes de Antioquia, Valle del Cauca y Tolima. La respuesta del Estado a las demandas de cafeteros y cacaoteros ha sido el recurso a la fuerza bruta, a la represión. En la carretera de Barrancabermeja a Bucaramanga, durante una movilización de unos 4000 campesinos cacaoteros, el ESMAD arremetió con granadas aturdidoras, balas de goma y gases. Como resultado de la violencia policial, el campesino Ramiro Amado, de Cimitarra, sufrió la amputación de una de sus manos al estallarle una granada policial -hecho que quedó registrado en toda su brutalidad en un video (disponible en nota al pie de página). En Huila, Garzón, se reporta también un campesino asesinado (aún no identificado) [7].
Esta violencia se da en medio de las declaraciones del gobierno de que el paro estaría “infiltrado” por las FARC-EP o que detrás de él habrían, no justos reclamos de los campesinos, sino siniestros intereses de “otra índole, políticos” [8]. Como es típico del gobierno colombiano, la protesta social se ha vuelto un problema militar, un problema de seguridad interna: así lo atestigua el involucramiento del Ministerio del Interior y de Defensa en el “seguimiento” a la protesta para evitar las “vías de hecho” [9]. Por nuestra parte, saludamos que ante la amenaza y la violencia los campesinos conserven intacta su determinación de luchar por el bienestar más de medio millón de familias que dependen del café y que actualmente están totalmente desamparadas, siendo agredidas constantemente por el impulso al gran Capital rentista que caracteriza al régimen colombiano en su fase uribista-santista.
La actual protesta demuestra que las directivas dóciles, domesticadas, corruptas, burocratizadas en los gremios no pueden frenar la dinámica arrolladora que asume la lucha de clases en Colombia. Liderazgos y movimientos alternativos se gestarán ahí donde la cooptación crea tener todo bajo control. En vano el oportunista y pantallero de Uribe, que posa ahora de paladín de los cafeteros [10], tratará de canalizar la protesta en respaldo para las próximas elecciones –los cafeteros no tienen tan mala memoria y saben que él es responsable como nadie de la crisis del sector. El grito de los cafeteros y cacaoteros, por otra parte, encuentra eco en grandes sectores del agro colombiano, incluidos los cocaleros, arroceros, corteros y otros sectores que ya comienzan a agitarse al calor de esta movilización. Algo está ocurriendo en el campo colombiano, donde las banderas de la reforma agraria renacen al calor de propuestas como las zonas de reserva campesina y donde variadas expresiones de resistencia son alimentadas por la misma violencia del régimen.
Esta movilización es parte de un malestar generalizado que recorre a Colombia: un malestar que tiene sus raíces hondas clavadas en el modelo impuesto a sangre y fuego en las últimas dos décadas. Aunque el gobierno intente excluir, a toda costa, la discusión del modelo económico de las negociaciones de paz en La Habana, es imposible referirse al agro sin tener en consideración al modelo. Pero los cafeteros y cacaoteros demuestran en la práctica que si el modelo no se tocara en la mesa, la movilización social en las calles y el campo colombiano se encargarán de poner la discusión a la orden del día. Aunque en su infinita ingenuidad Santos crea que los problemas de la lucha de clases en Colombia puedan confinarse a una mesa de negociaciones, el pueblo colombiano demuestra que la transformación profunda del país pasa por la construcción cotidiana de alternativas, de resistencias, de nuevos horizontes políticos. Y estos vientos que hoy soplan a favor del pueblo no podrán ser, una vez más, contenidos mediante la violencia. Algo está pasando en Colombia...
NOTAS:
[1] http://www.elespectador.com/noticias/nacional/articulo-406649-el-pa...
[2] Richani, Nazih “Colombia: Predatory State and Rentier Political Economy”, Labour, Capital and Society 43 (2), 2010, p.134 ; Ver también http://www.prensarural.org/spip/spip.php?article10266
[3] http://www.elespectador.com/noticias/economia/articulo-403215-cafe-... ;
[4] http://prensarural.org/spip/spip.php?article10266
[5] Ibid. Los puntos de la agenda son: Precio remunerativo y estable; promoción de la siembra del café para evitar la importación del grano; No al aumento de la contribución cafetera; control a los precios y la calidad de los insumos para el café; informe de los recursos o activos que manejó la Federación y el Fondo nacional del café y que el gobierno defina cuál es la entidad que debe seguir atendiendo la asistencia técnica de la producción cafetera; subsidios para el control de roya y broca; atención a las deudas de los caficultores; no a los TLC, especialmente con Estados Unidos y luego se agregó el punto de No a la explotación de la Gran Minería.
[6] http://www.elespectador.com/noticias/economia/articulo-406697-el-pa...
[7] http://prensarural.org/spip/spip.php?article10312 Ver video con la lesión del campesino Ramiro Amadohttp://www.sanvicentedechucuri.com/video----esmad-ataca-a-campesino...
[8] http://www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo-406902-farc-... ;http://www.elespectador.com/noticias/politica/articulo-406549-presi...
[9] http://www.elespectador.com/noticias/politica/articulo-406740-gobie...
[10] http://www.elespectador.com/noticias/politica/articulo-406713-uribe...
(*) José Antonio Gutiérrez D. es militante libertario residente en Irlanda, donde participa en los movimientos de solidaridad con América Latina y Colombia, colaborador de la revista CEPA (Colombia) y El Ciudadano (Chile), así como del sitio web internacional www.anarkismo.net. Autor de "Problemas e Possibilidades do Anarquismo" (en portugués, Faisca ed., 2011) y coordinador del libro "Orígenes Libertarios del Primero de Mayo en América Latina" (Quimantú ed. 2010).
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