AYAHUASCA Y SALUD MENTAL
ALGUNAS EVIDENCIAS RELATIVAS A LOS EFECTOS A LARGO PLAZO DEL CONSUMO
Por José Carlos Bouso Saiz
Cuando un ciudadano corriente, ajeno a la subcultura de las drogas, escucha la palabra alucinógeno, lo natural es que por asociación se le vengan a la cabeza palabras como locura, descontrol y pánico; y, si además, conoce un poco la jerga médica, las palabras definitivas que se le aparecen en su cabeza son psicosis y esquizofrenia. Si además este ciudadano normal y corriente tiene una cultura de nivel medio y escucha de alguien que pueda estar tomando alucinógenos con cierta asiduidad, esta vez, aparte de pensar en cuadros delirantes permanentes, se imaginará un cerebro roto como consecuencia de la acción sobre él de productos químicos de potencial corrosivo. No en vano, uno de los mitos más arraigados en la cultura popular sobre drogas es que cualquier cosa que toque el cerebro necesariamente será para estropearlo. Y cuanto más espectaculares sean los efectos subjetivos de las drogas, mayor potencial dañino tendrá. De hecho, este mismo prejuicio no suele aplicarse a los psicofármacos de prescripción médica, quizás porque normalmente sirven para aplacar procesos psicológicos más que para estimularlos. Debido a esta paradoja cognitiva que supone atribuir un daño en función de los efectos psicológicos del fármaco, y no tanto en base a evidencias toxicológicas, es por lo que puede que las drogas llamadas alucinógenas gocen de un imaginario tan florido entre personas que nunca las han probado. En este artículo pretendo clarificar qué se conoce acerca de qué hace el consumo de ayahuasca en la salud mental de aquellos que la utilizan con regularidad.
Cuando se administra ayahuasca en un laboratorio y con instrumentos de evaluación en forma de cuestionarios se tratan de medir sus efectos, se encuentra que la ayahuasca, en comparación con un placebo, produce incrementos en una serie de escalas de medida. Así, utilizando la “Escala de Evaluación de Efectos Subjetivos de los Alucinógenos” (1), se encuentran incrementos en las dimensiones de Afecto, Cognición, Somatoestesia, Percepción e Intensidad. Traducido a lenguaje común esto quiere decir que produce efectos sobre las emociones, intensificando la experiencia de sentimientos que se tienen hacia uno mismo o hacia los demás, ya sea en negativo o en positivo; también hay efectos consistentes sobre el pensamiento, tanto en el contenido como en el proceso; se agudiza también la percepción de la sensaciones internas de nuestro cuerpo; se producen visiones y alteraciones en los procesos perceptivos, sobre todo visuales, siendo todo este abanico de efectos autopercibido por los voluntarios como de una intensidad significativa. Con dosis bajas y medias la volición (la capacidad para controlar la experiencia, otra dimensión de este cuestionario) permanece inalterada, aunque con dosis altas puede verse mermada. Además, los voluntarios puntúan alto en ítems como “me gusta el fármaco”, “buenos efectos”, “estar estimulado” y “estar colocado” (2). En resumen, y sin entrar en análisis fenomenológicos de la experiencia, el patrón de efectos subjetivos para la ayahuasca encontrado en el laboratorio viene a decir que se trata de una sustancia que produce un estado alterado de conciencia, donde la percepción, el pensamiento y las emociones están incrementados, siendo esto efectos agradables para los voluntarios y estando además razonablemente bajo su control. Efectos bastante alejados de la locura, la psicosis, el descontrol y el pánico. No obstante, conviene matizar que los voluntarios de los ensayos clínicos han pasado previamente a su participación en los estudios un examen médico y psiquiátrico riguroso, precisamente para descartar potenciales voluntarios para los que la ayahuasca les pueda ocasionar reacciones adversas psicológicas. De hecho, si bien la mayoría de los usuarios habituales toleran bien la experiencia, un porcentaje de iniciados puede atravesar por experiencias negativas que pueden incluir desde reacciones de ansiedad pasajeras, hasta cuadros de auténtico pánico y en determinadas personas experiencias psicóticas. La ayahuasca es un té poderoso y si bien la mayoría de las personas disfruta de la experiencia, una minoría puede desarrollar problemas psicológicos de gravedad variable secundarios al consumo. La pregunta a responder ahora sería entonces: ¿estos daños son permanentes?
Cuando se administra ayahuasca en un laboratorio y con instrumentos de evaluación en forma de cuestionarios se tratan de medir sus efectos, se encuentra que la ayahuasca, en comparación con un placebo, produce incrementos en una serie de escalas de medida. Así, utilizando la “Escala de Evaluación de Efectos Subjetivos de los Alucinógenos” (1), se encuentran incrementos en las dimensiones de Afecto, Cognición, Somatoestesia, Percepción e Intensidad. Traducido a lenguaje común esto quiere decir que produce efectos sobre las emociones, intensificando la experiencia de sentimientos que se tienen hacia uno mismo o hacia los demás, ya sea en negativo o en positivo; también hay efectos consistentes sobre el pensamiento, tanto en el contenido como en el proceso; se agudiza también la percepción de la sensaciones internas de nuestro cuerpo; se producen visiones y alteraciones en los procesos perceptivos, sobre todo visuales, siendo todo este abanico de efectos autopercibido por los voluntarios como de una intensidad significativa. Con dosis bajas y medias la volición (la capacidad para controlar la experiencia, otra dimensión de este cuestionario) permanece inalterada, aunque con dosis altas puede verse mermada. Además, los voluntarios puntúan alto en ítems como “me gusta el fármaco”, “buenos efectos”, “estar estimulado” y “estar colocado” (2). En resumen, y sin entrar en análisis fenomenológicos de la experiencia, el patrón de efectos subjetivos para la ayahuasca encontrado en el laboratorio viene a decir que se trata de una sustancia que produce un estado alterado de conciencia, donde la percepción, el pensamiento y las emociones están incrementados, siendo esto efectos agradables para los voluntarios y estando además razonablemente bajo su control. Efectos bastante alejados de la locura, la psicosis, el descontrol y el pánico. No obstante, conviene matizar que los voluntarios de los ensayos clínicos han pasado previamente a su participación en los estudios un examen médico y psiquiátrico riguroso, precisamente para descartar potenciales voluntarios para los que la ayahuasca les pueda ocasionar reacciones adversas psicológicas. De hecho, si bien la mayoría de los usuarios habituales toleran bien la experiencia, un porcentaje de iniciados puede atravesar por experiencias negativas que pueden incluir desde reacciones de ansiedad pasajeras, hasta cuadros de auténtico pánico y en determinadas personas experiencias psicóticas. La ayahuasca es un té poderoso y si bien la mayoría de las personas disfruta de la experiencia, una minoría puede desarrollar problemas psicológicos de gravedad variable secundarios al consumo. La pregunta a responder ahora sería entonces: ¿estos daños son permanentes?
A falta pues de datos al respecto, sólo se puede hablar tomando en cuenta estudios referidos en relación a otras sustancias similares, como es el caso de
Otro estudio realizado con 40 adolescentes de
Quedaría por resolver el interrogante de si las personas que se exponen cotidianamente al uso de ayahuasca pueden desarrollar algún tipo de secuela neuropsicológica en el largo plazo, es decir, si la idea generalizada de que algo que produce unos efectos psicológicos tan espectaculares puede estar afectando al cerebro de tal forma que pueda dejar secuelas en los mecanismos cognitivos que necesitamos en el día a día para realizar tareas como gestionar información reteniendo datos en el corto plazo, planificar tareas que requieren conseguir un objetivo, tomar decisiones funcionales o comprender las cosas que nos pasan alrededor y que les pasan a los demás. Para ello se dispone de baterías de pruebas neuropsicológicas que evalúan todo un abanico de funciones cognitivas y que pueden ser un reflejo de posibles alteraciones. De nuevo, hay pocos estudios que hayan investigado este fenómeno, pero aún así se disponen de algunos datos interesantes. El estudio mencionado sobre 15 miembros de
En conclusión, aún están por definirse en profundidad los riesgos que implican para la salud mental el consumo continuado de ayahuasca, si bien, por una parte, ningún estudio de los realizados hasta la fecha los ha documentado, y por otra, la ayahuasca tiene una tradición de consumo en contextos ritualizados al menos de siglos sin que en la literatura antropológica se hayan documentado incidencias de secuelas en el largo plazo, todo lo cual parece indicar que, mientras su uso se delimite en estos contextos, ello puede ser un factor de protección.
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NOTAS:
1: http://www.scribd.com/doc/6864371/Ps...hol-Dependence.
2: http://www.maps.org/w3pb/new/2003/2003_riba_6113_1.pdf.
3: http://www.erowid.org/references/ref...owDoc1&ID=1848.
4: http://www.maps.org/w3pb/new/2008/20...ie_23067_1.pdf.
5: http://www.scielo.br/scielo.php?scri...62002000600014.
6: http://www.psychedelic-library.org/hoasca.htm.
7: http://www.medscimonit.com/fulltxt.php?ICID=865802.
8: http://www.neip.info/downloads/adole...ps%20PM372.pdf.
9: Fábregas y cols: “Efectos a largo plazo sobre la salud mental del consumo ritual de ayahuasca”. En Labate y Bouso (Eds): Ayahuasca y salud mental. Barcelona: Los Libros de
10: http://bjp.rcpsych.org/cgi/eletters/190/1/81-a#22556.
11: http://www.neip.info/downloads/adole...ne%20PM372.pdf.
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José Carlos Bouso Saiz es Psicólogo Clínico y en la actualidad trabaja investigando la neurofarmacología de los alucinógenos en el Centro de Investigación de Medicamentos del Hospital de
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Fuente: http://percepcionesindebidas.blogspot.com/
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