Las culturas indígenas de América Latina componen la estructura étnica y cultural sobre la cual se apoya una gran parte del continente. La pérdida de sus idiomas significa la destrucción de sus medios de transmisión oral, y, por ende, la desaparición de sus saberes, sus historias, sus códigos y sus literaturas. Las bibliotecas pueden jugar un rol importante en la recuperación parcial de tales lenguas y conocimientos. El artículo presenta un breve sumario de las experiencias e ideas del autor, y una exposición detallada del uso de la historia y la tradición oral y las colecciones sonoras en bibliotecas indígenas.
Lic. Edgardo Civallero
Universidad Nacional de Córdoba
Córdoba – Argentina edgardocivallero@gmail.com http://www.bitacoradeunbibliotecario.blogspot.com http://bibliotecasypueblosoriginarios.blogspot.com http://boletinbibliotecasindigenas.googlepages.com
Los que siempre estuvieron allí…
Existe un numeroso conjunto de términos usados para designar a los pueblos indígenas Todos ellos, de una u otra forma, indican que se trata de grupos humanos que han poblado desde siempre un territorio determinado. Eso significa “aborigen” (del latín “desde el principio”) o “indígena” (del latín “nativo”). Las definiciones empleadas a nivel internacional (p.e. la de Martínez Cobo (1983) o la del Convenio 169 de la OIT (2003)) recalcan esa relación íntima con la tierra, ese sentido de pertenencia, ese auto-reconocimiento de una identidad que ha perdurado a través de las historias y los siglos.
Universidad Nacional de Córdoba
Córdoba – Argentina edgardocivallero@gmail.com http://www.bitacoradeunbibliotecario.blogspot.com http://bibliotecasypueblosoriginarios.blogspot.com http://boletinbibliotecasindigenas.googlepages.com
Los que siempre estuvieron allí…
Existe un numeroso conjunto de términos usados para designar a los pueblos indígenas Todos ellos, de una u otra forma, indican que se trata de grupos humanos que han poblado desde siempre un territorio determinado. Eso significa “aborigen” (del latín “desde el principio”) o “indígena” (del latín “nativo”). Las definiciones empleadas a nivel internacional (p.e. la de Martínez Cobo (1983) o la del Convenio 169 de la OIT (2003)) recalcan esa relación íntima con la tierra, ese sentido de pertenencia, ese auto-reconocimiento de una identidad que ha perdurado a través de las historias y los siglos.
Se trata de esos que siempre estuvieron allí, ocupando las tierras y las aguas que vieron nacer y morir a sus ancestros…
Los pueblos indígenas no son una parte romántica de un pasado terminado, ni una curiosidad de museo de un presente globalizado. Son sociedades que mantienen una fuerte vitalidad, que conservan sus particularidades tradicionales adaptándolas a los nuevos tiempos. Componen una población aproximada de entre 300 y 370 millones de personas, según las últimas estimaciones internacionales (Banco Mundial), organizándose en cientos de grupos y pronunciando aún más de 4000 lenguas y dialectos distintos.
En el espacio latinoamericano, tales sociedades ascienden a 300 ó 400 grupos, incluyendo a más de 30 millones de individuos (Stavenhangen, 1996, entre otros). En países como Bolivia o Guatemala, constituyen mayorías demográficas, componiendo más de la mitad del total poblacional. En otros, como Perú, Ecuador o México, se presentan como una parte innegablemente importante de la población nacional.