sábado, 25 de enero de 2014

Entrevista a Rupert Sheldrake: Campos Morfogenéticos


Entrevista a Rupert Sheldrake: Campos Morfogenéticos
21/1/2012

Estudió Ciencias Naturales en la Universidad de Cambridge, Filosofía en Harvard y se doctoró en Bioquímica de nuevo en Cambridge. Su audaz teoría, que amenaza con alterar todas las referencias inamovibles de las ciencias de la vida, es la de los campos morfogenéticos. El Dr. Sheldrake pone en duda el aspecto meramente mecánico de la biología, sustituyéndolo por una causalidad formativa que estaría en la base de la morfogénesis (creación de la forma, estructura, orden), interviniendo la bioquímica y la genética únicamente a posteriori. Esta causalidad formativa se expresaría por los campos morfogenéticos, los cuales darían forma a los átomos, las moléculas, los cristales, las células, los tejidos, los organismos, las sociedades, los ecosistemas, el sistema planetario, el sistema solar, la galaxia, etc.

Los campos morfogenéticos llevan información, no energía y son utilizables a través del espacio y del tiempo sin pérdida alguna de intensidad después de haber sido creados. Son campos no físicos que ejercen influencia sobre sistemas que presentan algún tipo de organización inherente. A través de este prisma, las propias e inalterables leyes de la naturaleza son para el Dr. Sheldrake regularidades o hábitos que originan y dan lugar a los campos morfogenéticos, los cuales almacenan dichos hábitos en una especie de memoria integrada y actúan sobre la materia imponiendo patrones restrictivos sobre procesos cuyos resultados son indeterminados o probabilísticos.


El Dr. Sheldrake es uno de los biólogos más innovadores y controvertidos de nuestra época, cuyas hipótesis están revolucionando el pensamiento científico, especialmente en lo referente a las ciencias de la vida. Algunos de sus colegas más ortodoxos tratan de desprestigiarle pero, dada su preparación académica y los más de 75 artículos que ha publicado en revistas científicas y que le avalan sobradamente, sus teorías merecen respeto y consideración. La más audaz de ellas es la que postula la existencia de campos morfogenéticos: campos no físicos que llevan información y almacenan la memoria de los hábitos de la naturaleza.

¿De qué modo las teorías e hipótesis que usted presenta implican una nueva visión de la realidad?
Mis teorías implican una visión holística de la realidad en la que la naturaleza no está formada sólo por pequeñas piezas, como átomos y moléculas, sino que se compone de muchos niveles de organización. El Todo contiene unas partes que a su vez son todos. Del mismo modo que el cuerpo contiene órganos que contienen tejidos que contienen células, cada sociedad de organismos contiene individuos. En cada nivel existe una globalidad que es más que la suma de las partes. Lo que yo propongo es que, en cada uno de estos niveles, la totalidad se organiza en campos mórficos. Estos campos tienen una organización propia y son la base de la organización del Todo. Además, cada uno de estos campos mórficos tiene una especie de memoria. Por tanto, la nueva visión de la realidad que propongo implica un universo en evolución, en el que las denominadas leyes naturales son más bien hábitos y existe una especie de memoria intrínseca en la naturaleza.

A diferencia de la visión materialista de la realidad, otorga usted mucha importancia a lo intangible, a esos campos. ¿En qué consisten exactamente? ¿Qué es eso que no vemos pero que rige la forma en que se organiza el mundo material, e incluso el comportamiento y la inteligencia?

En primer lugar, la materialidad de la realidad está en la actualidad totalmente dominada por la idea de los campos. Es incorrecto describir la ciencia actual como materialista. El filósofo de la ciencia Sir Karl Popper afirmaba que mediante la física moderna el materialismo se ha trascendido a sí mismo. La materia ya no es el principio explicativo fundamental. Ahora son los campos y la energía. La propia materia se compone de campos y energía. Y, según la física moderna, en toda la naturaleza están presentes esos campos invisibles alrededor de los cuales se organizan todas las cosas, incluida la materia. Todo el universo está lleno del campo gravitatorio. Cualquier sala en la que nos encontremos está llena de ondas de radio, televisión y telefonía móvil. El mundo está lleno de campos e información invisibles. Por tanto, mi idea de que los campos y la información invisibles intervienen en el mundo no difiere totalmente de lo que afirma la ciencia moderna. De hecho, es una continuación de este paso de la materia a los campos en el que se basa el avance de toda la ciencia de los últimos 150 años.

Mientras que en la física moderna, desde Einstein, hace años que se acepta este nuevo paradigma, en las ciencias de la vida es un concepto muy difícil de introducir, como usted mismo sabe a raíz de la polémica que han suscitado sus hipótesis. ¿Por qué cree que es así?
Creo que en el siglo XX la física se abrió con las revoluciones de la cuántica y la relatividad. La física ha adoptado una visión cada vez más amplia. Algunos físicos serios incluso afirman que cada vez que se realiza una medición en el laboratorio, el universo se parte en dos o más y que hay millones de universos paralelos. La física se toma en serio esas cuestiones, por increíble que parezca. En cambio, desde el XX hasta el siglo XXI, la biología ha seguido la dirección contraria y se ha vuelto cada vez más estrecha, dogmática y mecanicista. En ese sentido, la biología ha tomado un rumbo opuesto. Ello se debe en parte a la revolución de la biología molecular de los años sesenta y setenta, que atrajo una enorme inversión comercial en biotecnología y en la modificación genética de los cultivos. Al invertirse cientos de miles de millones de dólares en las industrias biotecnológicas basadas en la biología molecular, toda la disciplina biológica se ha visto abocada a tomar una dirección más reduccionista y radicalmente mecanicista. En cierto modo, la biología se ha vuelto menos tolerante, y actualmente tiene una falta absoluta de sintonía con la física moderna. La mayoría de los biólogos no saben nada de física, y la mayoría de los físicos no saben nada de biología, por lo que estas dos disciplinas científicas siguen rumbos más o menos independientes.

Por ejemplo, algunos físicos afirman que los procesos cuánticos tienen probablemente un peso importante en la organización del cerebro y la conciencia, algo que disgusta enormemente a algunos biólogos y neurólogos, que siguen tratando el cerebro como si se rigiera por la física del siglo XIX. Asistimos a la paradoja de que la biología moderna trata de reducir el fenómeno de la vida a la física del siglo XIX, mientras que la propia física ha avanzado. Mi visión personal de la biología coincide más con el espíritu de la física moderna, concretamente de la cuántica, mientras que la biología molecular mecanicista convencional diverge mucho del espíritu de la física moderna.

¿Podría hablar brevemente de las jerarquías de los campos mórficos y de cómo interactúan entre sí?
Toda la naturaleza está organizada en jerarquías anidadas. Por jerarquía me refiero a que el nivel superior influye en el inferior. Si tomamos como ejemplo la astronomía, la totalidad de una galaxia como la Vía Láctea presenta un patrón de organización jerárquica. En una galaxia hay muchas estrellas, cada una con una organización propia, pero la relación de la estrella con el resto de la galaxia viene determinada por la galaxia en su totalidad, es decir, la galaxia representa un nivel de organización superior, se halla por encima en la jerarquía. Cada estrella posee un sistema solar como el nuestro, y en él, cada planeta tiene su propia organización. A su vez, cada planeta tiene una organización propia y contiene ecosistemas, en cada uno de los cuales viven ciertas especies. Los organismos también tienen su propia organización. Cada animal contiene órganos, que se encuentran por debajo en la jerarquía. El nivel superior contiene los inferiores. No me refiero a un ejercicio arbitrario del poder, como en una jerarquía política o militar. Me refiero a una organización en que los niveles superiores incluyen los inferiores.

¿Cómo se forma un nuevo patrón que no pertenezca a un campo preestablecido? Si se establece un nuevo patrón, ¿está influido por los campos circundantes? ¿Por qué tipo de campos, y de qué jerarquía? ¿Cómo se crea un nuevo patrón, ya sea conductual, funcional o de cualquier otro tipo?
Es el gran misterio de la creatividad, que es un fenómeno que ciertamente sucede. Creo que el proceso evolutivo implica una interacción entre los hábitos y la creatividad. La explicación de la creatividad no está clara. No sabemos ni siquiera cómo se produce la creatividad humana. Y creo que la ciencia no puede resolver esta cuestión, porque la creatividad es un fenómeno singular, mientras que la ciencia se basa principalmente en el estudio de la repetición; sirve más para estudiar la resonancia mórfica y los hábitos, que son fenómenos repetitivos. La teoría de la creatividad depende de la visión del mundo de cada cual. Para un materialista no hay nada más allá del mundo material, de modo que la creatividad tiene que proceder, en última instancia, de la casualidad. Para alguien que acepte los campos mórficos, todo acto creativo se da en un contexto más amplio. Cada nueva especie surge en un ecosistema, y cada ecosistema existe en el campo del planeta Gaia, que a su vez se desarrolla en el campo del Sol, y éste en el campo de la galaxia. Por tanto, puede que exista una influencia creativa que actúa de arriba a abajo, inspirando, por decirlo de algún modo, los actos creativos.

Si creemos en la jerarquía de los campos mórficos y en su resonancia e influencia en los distintos niveles, ¿cómo es posible que la humanidad haya desarrollado un comportamiento destructivo hacia la naturaleza? Esto parece contrario a la lógica de todo el sistema…
El comportamiento humano no lo determina todo el sistema, sino ciertos hábitos acumulados por motivos históricos. Por ejemplo, el sistema económico actual está totalmente dominado por las empresas, que se inventaron en el siglo XVIII como unas figuras legales ficticias, una especie de personas artificiales. Así pues, hemos creado un sistema económico que se rige por normas y hábitos que no dan respuesta a la crisis global. Cuando se inventaron las empresas y las leyes que las gobiernan, no existía ninguna crisis medioambiental mundial. El caso es que ahora tenemos esos monstruos de nuestra propia creación, que recuerdan un poco al monstruo de Frankenstein. Los hemos creado y no podemos detenerlos. Los gobiernos no controlan a las empresas; son las empresas las que controlan a los gobiernos. Y los propios gobiernos se dedican a soluciones a corto plazo porque tienen que salir reelegidos. Por desgracia, las instituciones que hemos creado no son las mejores para vivir en un planeta amenazado, superpoblado y ecológicamente frágil.

¿Y cómo se puede apaciguar a ese monstruo? Una vez creado ese hábito, ¿qué debería suceder para que se modificase? ¿Cree que si un número creciente de gente cambiase de mentalidad, actitud y conciencia se produciría un efecto contagioso y daríamos un salto a un nuevo nivel de conciencia?
El problema es que las empresas y los gobiernos se encuentran en un nivel organizativo superior al individuo. Podemos cambiar la mentalidad de los individuos, pero ello no tendrá mucha repercusión en el comportamiento de las empresas o los gobiernos, que tienen sus propios hábitos. Lo que hay que modificar es la política o las estructuras superiores de organización. Podría argumentarse que en democracia los individuos pueden introducir cambios mediante el voto, pero en realidad no es verdad. Aquí, en el Reino Unido, todos los partidos políticos comparten en el fondo las mismas ideas. Todos están a favor de las grandes empresas, el crecimiento económico, la construcción de aeropuertos más grandes, etc. Y lo mismo sucede en Estados Unidos. Creo que intentar modificar la mentalidad de los individuos ahora mismo conllevaría más desesperación que cambio. Además, el proceso de transformación más importante del mundo en la actualidad es la conversión de los países del Tercer Mundo y en vías de desarrollo al consumismo de estilo occidental a través de la publicidad. Miles de millones de personas en todo el mundo quieren acceder al estilo de vida americano: hipermercados, coches, consumismo en definitiva. Por tanto, el efecto de la resonancia mórfica favorece tanto o más al consumismo extremo como a las actitudes más responsables.

Si el nivel jerárquico superior tiene un hábito que el nivel inferior, en este caso el individuo, no puede cambiar. ¿Qué propone usted?
Las personas, los países o las empresas sólo cambian a través del algún tipo de crisis. Hace ya veinte años que existe información sobre la destrucción del planeta que está provocando nuestra conducta, pero lo único que ha sucedido es que los transportes aéreos y el petróleo siguen siendo baratos, y el consumismo aumenta. Hace mucho tiempo que esta información está disponible para aquellos que quieran conocerla, pero ello no ha significado ninguna diferencia. Creo que la gente sólo cambia cuando hay una crisis real y no tiene más remedio. Claro que entonces puede que sea demasiado tarde para algunas personas y que ya no se pueda evitar un gran cambio en el clima y en los recursos del planeta.

Me gustaría conocer su opinión, desde el punto de vista de los campos mórficos, sobre tres cosas. En primer lugar, las revelaciones místicas.
Para mí no hay duda de que muchas personas tienen experiencias místicas. De hecho, muchas más de las que pensamos. Son fenómenos que le suceden a la gente habitualmente, y a menudo de forma espontánea. Quienes viven una experiencia mística tienen la sensación de que su conciencia forma parte de algo mayor que ellos mismos. Creo que hay muchas formas de conciencia mayores que la del individuo. Existe una mente humana colectiva, un campo de los seres humanos. Posiblemente formamos parte de una conciencia humana más amplia. También podemos hablar de la conciencia de Gaia, de los planetas, la conciencia del sistema solar, de las galaxias, del universo, e incluso de Dios. Hay muchas formas de conciencia superiores a la nuestra, y quizás en las experiencias místicas contactamos con uno o varios de esos niveles. El nivel con el que contactemos dependerá de cada experiencia.

¿Y la inspiración del artista?
En cierto sentido es una cuestión relacionada, porque si un artista cree en la existencia de esos espíritus o formas de conciencia superiores a él, puede canalizarlos y utilizarlos como fuente de inspiración. La palabra “inspirar” significa literalmente “atraer el aire a los pulmones”, es decir, tiene que ver con la respiración, y el término “espíritu” está relacionado con el aliento. Por tanto, “inspiración” se refiere al acto de atraer hacia sí un espíritu superior. Hay muchas fuentes de inspiración. Para los artistas materialistas, que no creen que exista nada más allá de su propio cerebro, la inspiración, en un sentido literal, es imposible. Están literalmente faltos de inspiración, porque nada puede inspirarlos desde fuera. Pueden ser creativos, pero no lo consideran una inspiración, ya que la inspiración significa que el artista es un vehículo de algo que se halla fuera de él.

¿Y el comportamiento de las células cancerosas?
Lo que sucede en el cáncer es que algo libera las células cancerosas del control normal que ejerce el campo del cuerpo. Los motivos por los que las células escapan al control son varios, y no creo que puedan generalizarse, porque varían en cada tipo de cáncer y también entre animales y plantas. Lo que sí tienen en común las células es que la mayoría de ellas poseen la capacidad de dividirse, si bien normalmente lo hacen dentro de unos límites que garantizan la buena salud del cuerpo. Las células cancerosas, en cambio, se dividen y crecen sin control. Podríamos decir que las células cancerosas han escapado al control ejercido por el campo mórfico del cuerpo, o que el propio cáncer, el tumor, tiene su campo mórfico particular que compite con el del cuerpo para el crecimiento de una región concreta.

¿Cómo se puede romper la pauta de conducta o funcionamiento que marca un campo superior? ¿Cómo puede hacerlo una célula?
Los campos superiores influyen sobre los inferiores a través de la resonancia. Supongamos que la célula cancerosa del campo inferior sufre una mutación que modifica las proteínas de su membrana. Como consecuencia de ese cambio proteico, la membrana celular vibra de otra forma, tiene un patrón de actividad diferente, y puede que ya no resuene en sintonía con el campo que rige esa parte del organismo. Así pues, puede escapar a ese control simplemente perdiendo la resonancia a causa de una mutación genética o de la acción de un agente químico sobre la membrana. La célula modifica su comportamiento porque ya no está en sintonía con el campo que la rige. En definitiva, es una pérdida de sintonía provocada por factores como agentes químicos o mutaciones.

¿Qué opina de la afirmación de que siempre tenemos libertad de elección? Si nuestra conducta no sólo se ve influenciada por la predisposición genética, sino también por los campos mórficos individual, familiar, cultural y colectivo, ¿somos realmente libres? ¿Cómo se pueden romper unas pautas de conducta sólidamente establecidas y crear otras nuevas?
El determinismo rígido sobre el que se basaba la ciencia es una ilusión. En la naturaleza no hay nada rígidamente determinado, a excepción, quizás, de unos cuantos sistemas simples y máquinas artificiales. La mayor parte de los procesos naturales, como la meteorología, la ruptura de las olas en el mar, la actividad del sistema nervioso, son indeterminados. Los procesos cuánticos son indeterminados y pueden tener varios resultados. Para cada sistema existen varias posibilidades en cada momento. Los campos mórficos actúan limitando la gama de posibilidades de los sistemas que se hallan bajo su influencia. Cada célula tiene varias posibilidades, puede dividirse en una u otra dirección, pero el campo del tejido que controla la célula limita esas opciones, limita la aleatoriedad o el indeterminismo para imponer una pauta. Pero esa pauta no es totalmente rígida, y no todos los tejidos se desarrollan exactamente igual. Siempre existe una cierta variación. Por tanto, en la naturaleza siempre existe un cierto indeterminismo, una cierta libertad. Es posible que una pauta de un nivel superior influya sobre un proceso concreto, pero esa misma pauta puede verse influida por otras de un nivel aún superior. La mayor parte de nuestra propia conducta responde a hábitos, y también las conductas sociales y económicas. Los hábitos, una vez establecidos, suelen ser inconscientes, y la única forma de modificarlos es tomar conciencia de ellos situándolos en un contexto más amplio, así como tener un motivo para el cambio. El motivo habitual suele ser una crisis. En general, no modificamos nuestros hábitos porque sí, sino por obligación, ya sea porque nos perjudican la salud, molestan a nuestra pareja, incomodan a nuestra familia, nos complican el futuro laboral, etc.

Dado que usted defiende la posibilidad de que el sistema Gaia tenga campos mórficos que influyan sobre todas sus criaturas de maneras que desconocemos, si el equilibrio de la vida se ve amenazado, no por una fuerza externa como un meteorito, sino por una de las formas de vida de su sistema como sucede actualmente con los humanos, ¿es posible que exista un mecanismo a nivel de campos mórficos por el que Gaia pueda recuperar el equilibrio?
Probablemente lo mejor que podría hacer Gaia es deshacerse de los seres humanos. Y el mejor modo de deshacerse de los seres humanos es dejarlos como están, porque ya se eliminarán a sí mismos si las cosas siguen como hasta ahora. Si los seres humanos agotan todos los recursos minerales y energéticos y modifican el clima, Gaia no se extinguirá. La vida no desaparecerá del planeta porque se produzca un cambio climático. Ya se han producido muchos en el pasado. Sin embargo, la civilización humana podría derrumbarse fácilmente. El problema humano se resolverá solo, a través de crisis y catástrofes.

Pero a un nivel más global, y dado que los grandes cambios llegan a través de crisis, ¿es posible que la desaparición de la vida pensante signifique una gran pérdida más que una solución? Quizá nos encontramos en un proceso que somete a la vida pensante a una crisis fundamental para que demos un salto cualitativo que nos lleve a un nuevo nivel. ¿Podría ser, no?
Me gustaría pensar que sí. Me gustaría pensar que podemos llegar a otro nivel, que podemos evitar esta crisis y adoptar una actitud no tan derrochadora, más sensata y responsable. A veces lo veo con optimismo. De hecho soy optimista, pero cuando pienso en la crisis planetaria actual, en la cantidad ingente de población y en la enormidad de las fuerzas económicas, me siento bastante pesimista. No creo que este sistema pueda seguir por mucho tiempo. Es posible cambiar. Sólo sé que la historia está llena de sorpresas, y creo que veremos algunas. Pero precisamente por tratarse de sorpresas, no podemos prever en qué consistirán.

¿Le ronda ahora mismo por la cabeza alguna idea o hipótesis que no haya difundido aún a la espera de reunir más pruebas y que querría compartir con nosotros?
Algo que me interesa desde hace años son las formas de conciencia más allá del nivel humano. ¿Y si todos los niveles del universo tuvieran algún tipo de conciencia? ¿Y si los planetas, las estrellas y las galaxias fueran conscientes? ¿Y si todo el universo estuviese lleno de conciencia, en lugar de ser simplemente materia inanimada? Para mí, es la nueva perspectiva más interesante de la ciencia. La idea de que el universo es inanimado e inconsciente es una mera presunción de la teoría mecanicista de la vida y la naturaleza. Y esa propia teoría no es más que un dogma que era útil en el siglo XVII y ha sido un método de trabajo productivo para la ciencia durante bastante tiempo. Pero creo que ha llegado el momento de superarlo. La existencia de otras formas de conciencia de niveles superiores en el universo es una cuestión que la ciencia todavía no ha empezado a explorar, pero creo que lo hará. De todos modos, no existe ninguna razón científica para negar la conciencia en la totalidad de la naturaleza. Es simplemente un hábito de pensamiento que procede de una mentalidad muy cerrada y limitada. La ciencia lo superará tarde o temprano; lo que no sé es cuándo.

Fuente: http://elperello.blogspot.com/2012/01/entrevista-rupert-sheldrake-campos.html

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