viernes, 30 de agosto de 2013

Santos Tiene Razón: "El Tal Paro Nacional Agrario No Existe"...


Caricatura de Vladdo a raíz de las palabras del Primer Mandatario.
Foto: Vladdo
Santos Tiene Razón: "El Tal Paro Nacional Agrario No Existe"

Por @simon_posada el 26 de Agosto 2013 10:39 PM

Pocas personas lo habían intuido, y en verdad yo nunca hubiera creído que un político colombiano fuera capaz de llegar a tal grado de lucidez para darse cuenta de la verdad: "El Tal Paro Nacional Agrario No Existe", dijo el presidente Juan Manuel Santos hace unos días. De aquí, entonces, uno puede empezar a interpretar varias cosas: si el paro no existe, entonces tampoco existen los cuatro muertos que han dejado los bloqueos de los últimos siete días, y tampoco existen esos jóvenes que han sido golpeados por el Esmad y, mucho menos, el Esmad y los campesinos. Es más, tampoco existe el presidente que salió a decir que el paro no existe. Y aún peor: no existe el país que gobierna ese presidente que no existe.

Esa es la gran conclusión de las sabias palabras del presidente que no existe: Colombia, entonces, no existe y nunca ha existido y, la verdad, todos lo intuíamos, pero ninguno se atrevió a decirlo. Cuando el profesor Antanas Mockus mostró el culo frente a los estudiantes la Universidad Nacional de Colombia, yo pensé "esto no puede ser cierto". Ese mismo pensamiento surcó mi cabeza cuando una reina dijo "am felicin in cartageninjilton", cuando otra más dijo que "hombre con hombre, mujer con mujer, del mismo modo en sentido contrario" y cuando Gerlein dijo que el sexo entre hombres era excremental.

Tampoco puede ser cierto que un país tenga dos mares y el pescado sea tan caro. Y que la capital haya sido construida en un páramo a cientos de kilómetros del mar porque creyeron que cerca de aquí, de este pantanero, había una ciudad de oro. Y que en Barranquilla la gente pueda morir ahogada porque hay arroyos que pasan por encima del pavimento, como si se tratara de un pueblo en mitad de la selva. Y que en un pueblo de Córdoba todos sus habitantes le arrojen basura y animales muertos a las casas de las parejas que se acaban de reconciliar. Y que en Segovia, Antioquia, las casas tengan túneles en mitad de la cocina para que sus habitantes puedan sacar oro de las entrañas de la tierra. Y que los habitantes de un pueblo en el Cesar estén esperando la herencia de un astillero italiano. Y que el Valle del Sibundoy, en el Putumayo, sea el sitio con mayor concentración de alucinógenos en el planeta. Y que el expresidente Uribe haya negado que aquí hay un conflicto armado, a pesar de que durante 55 años han muerto casi 11 personas por día. Y que la policía quiebre los vidrios de las casas que debería cuidar. Y que cada semana la virgen aparezca en hojas de plátano, arepas, paredes, peces y hasta toallas higiénicas -esto no lo he visto en prensa, pero es posible que haya ocurrido-. Y que los campesinos ya no puedan usar las semillas que se han acostumbrado a guardar por los siglos de los siglos, sino que deben comprarlas a un importador. Y que dos sacerdotes le hayan pagado a unos sicarios para que los matara, porque Dios no les iba a perdonar el suicidio.

Colombia, entonces, no existe. Por algo debe ser que los estadounidenses dicen que Sofía Vergara es de Columbia, sí, la Universidad de Columbia, porque Colombia no existe y no nos habíamos dado cuenta. Colombia debe ser un cuento de ese tal García Márquez, un escritor tan bueno que no puede ser cierto que haya nacido aquí, en un país que dicen que es muy rico en recursos naturales, pero en el que ocho millones de personas sufren de hambre -según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO)-.

Esta pesadilla llamada Colombia sólo puede existir en la ficción. "Dios mueve al jugador, y éste, la pieza. ¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza de polvo y tiempo y sueño y agonía?", dijo Borges. Santos es, entonces, el personaje que logró ser consciente de su autor, como si el Quijote, en algún momento del libro, hubiera descubierto a Cervantes y lo embistiera con su lanza. Pero, en este caso, Santos embistió con su lanza y, sin darse cuenta, se la clavó él mismo. En el culo. (Recibido en mi correo).


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