viernes, 11 de noviembre de 2011

Las Nubes se comunican entre sí...


Entre los lenguajes arcanos de la naturaleza, uno de los más fértiles para la imaginación es el de las nubes. Más allá del puro caos físico, la intuición de que las nubes se organizan con coherencia, con interdependencia, casi podríamos decir vuelan juntas, y responden a la danza aérea de sus compañeras. La lluvia es el medio en el que se transmiten las señales, gotas como bits. Un lenguaje para adivinar no solo si va a llover o no, para adivinar los secretos sincrónicos de nuestra relación mental con el mundo (la climatriz). Y la posibilidad de, entendiendo el lenguaje, modificar las nubes que responden a frecuencias celulares, como ha sido hecho por chamanes (o rainmakers) a través del sonido y el rito por miles de años.

Un reciente estudio de la Administración Oceánica y Atmosférica de EEUU (NOAA) muestra que las nubes se comunican entre ellas de forma similar a los grillos con el sonido o a las luciérnagas con sus destellos.

El estudio revela que las masas de nubes que se forman sobre los océanos adoptan un patrón de organización que los investigadores equiparan al movimiento de una bandada de pájaros o de un sistema de dunas (las nubes son dunas en el cielo…). “Siguen los principios de los sistemas autoorganizados; espontáneamente forman estructuras dinámicas y coherentes que tienden a repararse a sí mismas y se resisten a los cambios”, añade la información difundida por el Laboratorio Nacional del Noroeste del Pacífico de EEUU, que también ha participado en el trabajo.

Cualquier pasajero en un avión, dicen los investigadores, habrá observado que las nubes sobre el océano forman una estructura con aspecto de colcha. Con un mayor nivel de detalle, los parches de la colcha, que tienden a una forma hexagonal, se dividen entre los que están rellenos de nube y los que dejan huecos con un aspecto similar a un panal de abejas. Los expertos llaman a estas formaciones estratocúmulos marinos. Esta autoorganización exhibe una lógica fractal.



Empleando modelos informáticos y datos recogidos desde barcos, los autores del estudio han descrito la evolución de estos panales de nubes, su formación y su dinámica. La estructura muta a lo largo del tiempo, de manera que donde en un momento determinado hay un hueco de la celdilla, un rato después habrá una pared nubosa del panal, y viceversa. Según los científicos, son la lluvia y las corrientes de convección las que transmiten las señales a través de la masa nubosa para que las estructuras vayan cambiando.



Cuando cae la lluvia, disipando las nubes, enfría el aire en su recorrido y crea corrientes de aire descendente que chocan entre sí y viran en sentido ascendente. El aire de la superficie, calentado por el sol a través de los huecos de las celdillas, sube y forma nubes verticales las paredes donde no las había. Las corrientes circulares van así haciendo y deshaciendo las nubes en la estructura del panal. “Los componentes de los campos de nubes se organizan de modo que sus componentes se comunican unos con otros y provocan episodios regulares de lluvia”, explica el físico de la NOAA Graham Feingold. “Las nubes en este tipo de sistemas llueven casi al unísono”, añade.

El blog Starviewer advierte que estos conocimientos podrían ser utilizado para la modificación del clima, o que posiblemente ya sean usados en este sentido utilizando tecnología que emite frecuencias como podrían ser las antenas de HAARP.

Denotando cierto paganismo planteamos la posibilidad de modificar las nubes con las radiofrecuencias mentales y con el sonido, algo que algunas personas intuyen sucede a veces en las fiestas al aire libre o en concentraciones de personas con cierta vibración compaginada y, por supuesto, forma parte de las tradiciones chamánicas de múltiples culturas: los hacedores de lluvia (muchos instrumentos incluso mimetizan el sonido de la lluvia entablando una comunicación de magia simpática con las nubes: el viento que mueve el agua: Aeolius). El agua responde notablemente al sonido y altera su composición molecular. Como si las nubes fueran espejos en los cuales la mente puede proyectar su voluntad mágica… un buen ensayo para una noche de verano, en la que se quiere contemplar una lluvia estrellas o una constelación auspiciosa.

Vía Whats Up With That

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