jueves, 3 de marzo de 2011

Nada Es Personal, Vivi Cervera


Hace algunos días escribí en mi boletín sobre la película que vi en uno de mis descansos durante los días fríos aquí en Ciudad Victoria, México. Y la película que llamó mi atención (“La sonrisa de Monalisa” con Julia Roberts) se estrenó hace algunos años, sin embargo fue hasta ese instante en el cual pude notar el ejemplo perfecto para describir cómo nos relacionamos los seres humanos entre nosotros, como nacimos aquí para descubrir y aceptar con mucha dificultad que las demás personas son espejos nuestros y que por lo mismo nos reflejamos en ellas todo el tiempo.
Esta película describe la manera de pensar de una profesora de arte antiguo que influye sobre sus alumnas al estimularlas para que no se conformen con ser esposas y amas de casa, sino que también se superen a nivel profesional. Esto genera mucha controversia en una época en la cual a la mujer no se le permitía estudiar. Pero lo que me llamó la atención fue un mensaje en una de las escenas, donde una de las estudiantes casada y también frustrada porque su matrimonio no iba bien, intenta ofender a una compañera de clase, echándole en cara y gritándole que ella es una prostituta y que los hombres sólo la usan para después dejarla tirada. El asunto es que la grita y se expresa con tanto sentimiento, con tanto odio, que la otra chica (a quien intenta ofender), no se ofende sino que la abraza comprendiendo que no le grita a ella, se grita a sí misma.
La estudiante casada no se puede resistir al abrazo y llora en el hombro de su compañera de clase a la que no pudo ofender y le dice: mi esposo ya no me quiere.
Este es un ejemplo que ilustra a la perfección la frase: NADA ES PERSONAL.
Siempre que alguien intenta ofenderte, no te está mirando a ti, te habla de sí mismo, de lo que lleva adentro, de su propia tragedia y del mismo modo, siempre que tú intentas ofender a alguien, estás viendo adentro tuyo para expulsar de esa forma tu frustración. Sí. Así hemos funcionado los humanos durante miles de años, creando guerras entre nosotros, creando separación y muerte.
Llevas instalado dentro de ti algo así como un chip (memoria) que se posesiona de tu mente y te hace atacar a las demás personas como si ellas no fueran una parte tuya, este chip hace que te pierdas en la locura de creer que puedes ir en contra de alguien sin hacerlo contra ti, sin dañarte a ti mism@. El convivir o el estar cerca de personas tan diversas, tan diferentes de ti, y a veces tan extrañas que no puedes comprender es una de las pruebas más difíciles que viniste a superar. Y esa superación comienza cuando te rindes a la posibilidad de que ellas puedan ser tu espejo, no para compararte sino para aprender a respetar lo que es, quizás sin intentar cambiarlo, sino dándole su lugar de igual manera que tú ocupas el tuyo, de igual manera que como tú te respetas a ti mism@. Es de esta forma como desactivas el chip que tod@s sin excepción llevamos guardado en algún lugar de la conciencia.
Atraes la misma frecuencia de enojo que llevas por dentro y cuando la ves venir reaccionas ante ella porque la memoria o el chip se posesionan de ti, impidiéndote que puedas comprender que no es contra ti exactamente porque nada es personal.
Por ejemplo, si convives con personas que no se dirigen a ti con respeto y que aprovechan su posición, ten por seguro de que ellas están descargando su propia oscuridad en ti y esto no tiene nada que ver contigo, sino con los asuntos que ellas no han podido resolver. La energía de estas personas se funde con la tuya y choca porque proviene de caminos diferentes causando más enojo y resentimiento, así como situaciones desagradables que se salen de las manos.
Actuar con la conciencia de que nada es personal no es fácil, pero poco a poco y muy a tu ritmo puedes ir borrando la memoria dolorosa que te une con personas que han atravesado también por situaciones similares o más difíciles aún. La clave es comprenderte y apoyarte a ti mism@, pase lo que pase y bajo cualquier circunstancia.
Si en alguna ocasión reaccionaste de forma desagradable para ti o para alguien más, perdónate y sigue adelante. Si la humanidad te está mostrando una realidad difícil de superar, perdónate y sigue caminando. Si las personas que te rodean no son lo que tú quisieras, si son irrespetuosas, irreverentes, irresponsables e ilógicas, perdónate por estar a su lado y continúa caminando. Si no logras perdonarte, entonces perdónate porque no puedes hacerlo todavía, así siempre encontrarás un espacio perfecto para ti en este planeta.
Paso a paso vamos a llegar junt@s a sentir amor por la humanidad, a sentir compasión por cada ser vivo porque para nacer en este planeta cada persona tuvo que aceptar que en algunos instantes aprendería con base en el dolor. Además nos debemos ese mismo amor que estamos aprendiendo a dar porque la humanidad es tuya y es mía. Nos debemos ese amor porque en cada uno de sus errores ha estado presente un pensamiento nuestro, un pensamiento del colectivo que somos todos. Nos debemos ese amor porque es parte de nuestra sanación.
© Todos los derechos reservados. Vivi Cervera 2011.

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